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Ada Colau: “Nunca tiramos la toalla porque no nos lo podemos permitir”

Ada Colau el pasado jueves en la calle Enamorats de Barcelona / Carmen Secanella

João França

Barcelona —

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Ada Colau (Barcelona, 1974) vive de alquiler. No firmó una hipoteca en tiempos de bonanza porque ya entonces denunciaba la burbuja inmobiliaria que acabó por estallar. Lleva una década luchando por el derecho a la vivienda digna, desde 2009 a través de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, de la que es la cara más visible. Desde su comparecencia en la Comisión de Economía del Congreso no ha podido descansar, solicitada constantemente por los medios de comunicación. En el bar donde la entrevistamos se acercan a felicitarle por sus palabras en una tertulia televisiva. Su interlocutor dice que hará lo posible para ir a la manifestación del sábado. “Yo no soy afectado, pero tengo hijos que podrían serlo”, aclara. Ella le explica que tampoco lo es.

Cuenta que la indignación que sintió por las palabras del vicesecretario de la Asociación Española de Banca, Javier Rodríguez Pellitero, en la comisión del Congreso la llevó a improvisar su intervención. No era consciente de que hubiera tanta gente siguiendo la sesión ni que causaria tanto revuelo, asegura. Tampoco dijo nada que no hubieran dicho ya, tanto ella como otros activistas de la Plataforma, fuera de esas paredes. Una semana más tarde pudieron hacer avanzar un paso más sus demandas con la admisión a trámite de la ILP por la dación en pago, la paralización de los desahucios y el alquiler social.

¿Cómo valoráis la admisión a trámite de la ILP?

Como una victoria de la movilización ciudadana. Es una victoria parcial, es solo un paso. Tampoco podemos ser autocomplacientes porque ahora viene lo más difícil, que es conseguir que se aprueben las medidas, pero es un paso importante. Hasta pocos minutos antes que el Partido Popular interviniera en el Congreso, habían dejado muy claro que iba a impedir su tramitación, cosa que nosotros habíamos denunciado como una falta de democracia. No era una cuestión solo de nuestra iniciativa, sino el hecho que tu cumplas con todos los requisitos de la ley, tripliques las firmas que piden, con casi un millón y medio, y a pesar de esto, se plantearan utilizar su mayoría absoluta para bloquearla y que ni siquiera se debatiera era realmente incomprensible. Esto generó un apoyo ciudadano a nuestra llamada, y los diputados y diputadas recibieron miles de correos en pocos días, se organizaron concentraciones en el Congreso y delante de las sedes del PP y eso se respiraba dentro del Congreso. Se notaba aquella tensión, se notaba que la calle entraba ahí dentro y se notaba el aliento de la ciudadanía, y eso sin duda hizo cambiar el sentido del voto.

¿Cómo vivisteis ese día en el Congreso?

No tiramos nunca la toalla; esa es una lección que la Plataforma tiene aprendida, que no se puede dar nada por perdido, porque no nos lo podemos permitir, de hecho. Y esto nos ha hecho parar desahucios, negociar con los bancos, y llegar hasta donde hemos llegado hoy. Con este mismo espíritu hasta el último momento no lo dimos por perdido, pedimos una entrevista con el grupo Popular pocas horas antes, nos recibieron. Ya fue indicativo el hecho de que nos recibieran siete o ocho diputados, el portavoz principal y la portavoz adjunta, los responsables de economía y vivienda, … Es decir, que le daban importancia al tema, no lo consideraban un mero trámite. Estaban sintiendo la presión y eso se notaba. De hecho también nos dieron con un trato inaudito. Hasta ahora se nos había ninguneado, pero se nos dió todo el reconocimiento, se nos dijo que nuestro objetivos eran los mismos, … Nos intentaron convencer de que no la admitían a trámite porque era mejor, porque así su proyecto de ley se aprobaría antes y tendríamos soluciones antes. Les dijimos que no compararan un contenido con otro, pero se estaban intentando justificar, estaban a la defensiva, y se notaba que hasta internamente debían tener debate y que no estaba tan clara su postura, por eso insistimos hasta el último momento y finalmente lo conseguimos.

¿Cómo os comunicaron el cambio en su decisión?

Poco antes de que le llegara el turno al grupo Popular nos pidieron que salieramos un momento al pasillo del Congreso y nos dijeron que se estaban planteando cambiar el sentido del voto y nos intentaban pedir que bajáramos la presión social. Estaban reconociendo que era la presión social la que los hacía replantearse el sentido del voto. Nosotros dijimos que las personas ahí presentes no éramos representantes, no teníamos capacidad de negociar nada y que además estábamos defendiendo medidas de mínimos y no había nada que negociar. Mantendremos la movilización para que lo que se tramite no sea solo la ILP como tal sino que se recojan las medidas. A pesar de que no hicimos ninguna concesión, la presión era tal que tuvieron que modificar su voto.

¿El PP y la PAH han ido de la mano, como dijo Teodoro García Ejea?

Hasta ahora no. Pero siempre hemos dicho que no hemos querido nunca identificarnos con ningún partido político porque realmente somos una experiencia ciudadana, nuestro movimiento es muy plural, muy transversal. Hay gente de todo tipo: gente abstencionista y gente que vota a prácticamente todos los partidos políticos. Es una problemática social que afecta a miles de personas. En este sentido, no hemos sido nunca dogmáticos. El problema es que ellos sí lo han sido. Y concretamente los dos partidos mayoritarios nos han tratado hasta ahora con arrogancia y menosprecio. Han menospreciado completamente la movilización, no nos han considerado expertos, no nos han convocado a pesar que somos quien mejor conoce la problemática y quien antes se ha movilizado por todo esto. Pero la movilización ha hecho que precisamente ya en las últimas semanas primero el partido socialista se haya visto obligado a cambiar su actitud, y han empezado a reconocer a la ciudadanía, han cambiado su postura, han empezado a decir que apoyarían la iniciativa legislativa, y esto ha sido un cambio muy reciente del partido socialista, y luego ha venido el Partido Popular. Evidentemente, nos alegraremos de que rectifiquen, porque de eso se trata, que las mayorías parlamentarias apoyen las demandas ciudadanas. Lo que no aceptaremos es que se pervierta la realidad y se traicionan los hechos, y ni que sea por respeto a la ciudadanía a la que hasta ahora se ha menospreciado. Que reconozcan su error y rectifiquen aunque sea tarde, pero que no digan mentiras y que hemos ido de la mano y hemos estado cooperando en todo momento, porque esto no ha sido así hasta ahora.

¿Una vez admitida a trámite la ILP, qué haréis para evitar que se vean recortadas vuestras demandas?

Se admite a trámite. Dicen que lo quieren tramitar por la vía de urgencia. En esto nosotros estamos de acuerdo. Sabemos que es urgente, y cuanto antes mejor, porque de hecho ya van cuatro años tarde. Lo que no aceptaríamos es que se utilice la tramitación de urgencia para rápidamente sacarse este tema de encima y aprobar un proyecto en el que no se respeten las medidas de mínimos. Ya hemos dicho que las medidas de la ILP son de mínimos y no de máximos, y por tanto son irrenunciables. No nos contentaremos con que lo aprueben solo para una parte de la gente afectada. Toda la gente afectada, cada una de las personas afectadas, merece una segunda oportunidad y por lo tanto nosotros mantendremos toda la movilización y el máximo de la presión social para conseguir que respeten estas medidas de mínimos. Estamos dispuestos a dialogar y negociar tanto como haga falta para ampliar estas medidas, porque somos conscientes que con esto no se resuelve el problema de la vivienda y que hacen falta muchas más medidas. A lo que no estamos dispuestos es a que se reduzca, y por lo tanto la estrategia es lo que ha funcionado hasta ahora: mantener y aumentar la presión social y responsabilizar directamente a cada diputado y diputada. En el sentido en que es importante que en temas tan cruciales como los que estamos tratando, que afectan la vida y el sufrimiento de miles de personas, empiecen a ser más conscientes del peso de su voto y de sus decisiones, no es simplemente una negociación entre partidos o ideologías. Más allá de la disciplina de voto de partido, apelamos a su conciencia individual. Por eso entregamos cartas a todos los grupos para que las hicieran llegar a todos los diputados y diputadas y estamos esperando que nos las devuelvan. Hasta el día de la manifestación estaremos esperando respuesta a estas cartas. Algunas cartas ya nos han llegado y estamos esperando que en los próximos días nos lleguen más.

¿Os han llegado de todos los partidos?

No. El día 16 con la manifestación haremos público qué diputados y diputadas han contestado, y el sentido de esa respuesta. A partir de entonces, aquellos que no se comprometan con esas demandas de mínimos, se encuentre en la fase que se encuentre la tramitación de las propuestas de ley, las haremos directamente responsables del sufrimiento de la gente y por tanto informaremos públicamente. Los señalaremos en el sentido de que informaremos a la ciudadanía de que estas personas son responsables de que no prosperen estas medidas.

¿Eso es el escrache?

Exacto, el escrache.

¿En qué consiste?

Lo que lo ha inspirado son las campañas que se dan, salvando las distancias, en un momento en que se produce una situación de injusticia que clama al cielo, postdictadura en Argentina y otros países de América Latina, donde la justicia y el poder político no responden a esas injusticias después de la dictadura, sino que hacen leyes de amnistía que hacen que torturadores y asesinos se puedan mover con impunidad. Como no hay justicia formal, se organiza una justicia social, y es la ciudadanía la que, sin hacer ningún tipo de acto violento, se organiza colectivamente para señalar estas personas, para visibilizarlo y que todo el mundo sepa que aquella persona, que se mueve en aquél barrio, y que va a comer ahí, que trabaja allá y que hace ese acto público, es responsable de esta serie de cosas. En Argentina esto se hacía con carteles informando de lo que había hecho esa persona en su barrio, en su trabajo, ... Nunca atacando físicamente ni agrediendo en absoluto, pero sí informando a todo el mundo de sus responsabilidades. Debemos salvar las distancias, porque no estamos hablando de una dictadura, como mínimo en sentido clásico. Estamos hablando de una dictadura financiera, porque ahora mismo todas nuestras políticas sociales y derechos fundamentales están comprometidos por las travesuras de esta clase financiera, así que, si bien en un contexto diferente, hay una similitud profunda, con una situación de injusticia generalizada, de vulneración de derechos fundamentales en la que los responsables no solo no tienen que responder por sus crímenes sino que además son premiados por la gestión pública. Delante de esto, no hay justicia y hace falta que la ciudadanía se organice para hacer justicia.

¿Y esto en qué se concretará?

Se concretará en lo que ya hemos empezado a hacer, campañas a través de redes sociales e internet en las que interpelamos directamente a las personas, a través de correos o de tweets, para recordarles que estamos pendientes de su posicionamiento y si en estas primeras semanas no hay respuestas positivas después de esta interpelación, veremos como hacerlo presencialmente. Siempre sin agredir a nadie ni hacer ningún acto violento, porque somos un movimiento pacífico, y de hecho hemos evitado muchos actos de violencia, como son los desahucios, o como son los de las personas que nos llegan desesperadas a las reuniones diciendo que harán una barbaridad porque no pueden más. Hemos canalizado y evitado mucho malestar social, porque somos un movimiento pacífico, pero sí que informaremos públicamente de los movimientos de estas personas y de sus responsabilidades.

En diciembre lamentabais que os habíais reunido con los presidente de Ecuador y Bolivia pero no con los partidos mayoritarios en España. Ahora en una semana habéis comparecido dos veces en el Congreso.lamentabais

Sí, pero no es lo mismo. En los otros casos fueron los máximos representantes y presidentes de gobierno que nos llamaron a nosotros. En cambio al Congreso hemos llegado después de años de ninguneo y menosprecio, y después de haber cumplido todo lo que decía la ley. Hemos recogido todas las firmas y no han tenido más remedio que convocarnos y escucharnos, pero realmente han sido forzados por una movilización ciudadana de mucho tiempo, o sea que realmente aún estamos lejos de tener aquí el trato que nos han dado otros gobiernos. Y tampoco nos ha recibido ningún presidente, ni de Catalunya ni del Estado español.

Tanto en la comparecencia en la Comisión de Economía como en la votación en el Congreso tuvisteis “problemas”, por el lenguaje utilizado en la primera o por la intervención al final de la sesión.

Yo negaría esta descripción. Eso es lo que dicen ellos, pero hubieron otros problemas. Que se sigan produciendo muertes los mismo días que comparecemos, eso sí es un problema. Resituémonos. Se desfigura la realidad a través de los grandes medios de comunicación. Quien tiene más visibilidad, que normalmente son diputados o entidades financieras, magnifica hechos que son irrelevantes respecto a la realidad social y en cambio invisibilizan y minimizan los hechos que son realmente graves. Lo que es escandaloso es que aún ahora nos estemos enterando que cada semana se producen muertes por culpa de esta ley que aún no han sido capaces de cambiar en el Congreso. Esto es lo realmente escandaloso y lo grave. Intentan desviar la atención de estos hechos, de su incompetencia y del hecho que pasados cuatro años aún no hayan sido capaces de resolver el problema, magnificando o diciendo que son exageradas unas palabras que he utilizado, pero en cambio mucha gente del mundo jurídico está diciendo que son perfectamente rigurosas y que hay suficientes hechos como para demostrar que son perfectamente pertinentes y hasta prudentes, que se han quedado cortas, por lo que hace a la comparecencia. Y luego en el Congreso, en la tribuna, unas pocas personas, una vez había acabado el debate, cuando están haciendo ruido los diputados y nosotros simplemente damos un grito recordando que aquello es una victoria de la ciudadanía y no de ningún partido político, porque la última intervención del Partido Popular, que acababa de cambiar el sentido de su voto, lo presentaba como si hubiéramos estado colaborando siempre y fuéramos los mismos, cosa que claramente no es cierta. Decir que eso es una alteración del orden o una falta de educación lo dice quien quiere desviar el tema y sus responsabilidades, porque efectivamente es insostenible e indefendible con las pruebas que hay. Por otro lado, habría que hablar mucho sobre qué son agresiones, qué es violencia o qué es mala educación. ¿Quién lo define, eso? El representante de la banca hizo una comparecencia ofensiva, insultante, faltando a la verdad, mintiendo descaradamente, diciendo que las entidades financieras no estaban desahuciando, cuando somos el país que más desahucia, y hay datos judiciales que lo demuestran, no lo digo yo. Mintió, y está probado. Ninguneó la problemática que está provocando la muerte de varias personas. Dijo que el sistema era perfecto y no se debía cambiar. ¿Eso no es una vergüenza? No es escandaloso? No es una falta de respeto?

La intervención de la semana pasada ha dado que hablar de Ada Colau en muchos medios, en algunas ocasiones esperando un liderazgo. ¿Qué le parece?

Lo que se ha demostrado es que el único liderazgo que está cambiando las cosas es el colectivo, la movilización ciudadana. Este movimiento es impensable por el hecho que haya una persona u otra. Si no hubieran participado miles de personas todo lo que ha pasado hasta ahora no hubiera pasado. Este es el único liderazgo que importa, y es el más peligroso. El poder, cuando no tiene una cabeza visible que se pueda cargar es cuando realmente tiembla. Creo que precisamente por eso se intenta personalizar, para que sea más fácil atacar el movimiento. Si es cosa de una persona, atacas la persona y es mucho más fácil. Afortunadamente, creo que toda la sociedad ha entendido perfectamente el mensaje de que yo estaba ahora temporalmente visible. También es normal que no todo el mundo haga lo mismo. Algunos tenemos unas habilidades, otros tenemos otras, y yo que a lo mejor estoy más acostumbrada a hablar en público, pues estoy encantada de poner esto a servicio del movimiento. No digo que no esté siendo cara visible, lo estoy siendo, porque cada uno pone sus habilidades a disposición, pero lo mismo que hago yo lo podrían hacer otras personas, y de hecho lo harán a corto plazo, y cotidianamente hay muchas otras personas que están dando la cara. Es una cosa temporal y creo que pedir estos liderazgos es intentar minimizar el movimiento.

¿Cuando empezasteis con la Plataforma hace cuatro años esperabais llegar hasta aquí, con todo este apoyo?

No. Tampoco nos paramos nunca a pensarlo porque la realidad ha sido tan dura, tan urgente siempre, que no hemos tenido mucho tiempo para reflexionar a fondo, para proyectarnos a futuro. Hemos actuado siempre en base a la urgencia y la necesidad, pero evidentemente, si esto nos lo dicen hace cuatro años o hace un año, ni nosotros nos lo hubiéramos creído. Realmente se demuestra que se puede llegar mucho más lejos de lo que pensamos si nos lo creemos y persistimos. No pensábamos que llegaríamos tan lejos.

¿Cómo se ha construido este apoyo social?

Se ha construido a distintos niveles. Primero visibilizando y dando respuestas a uno de los principales problemas en el que este ha mostrado ser un Estado fallido que no responde a las necesidades básicas. Que la ciudadanía se organice para dar respuesta a problemas urgentes en los que el Estado no está respondiendo evidentemente genera un gran apoyo, porque la gente necesita ayuda con problemas que son cuestiones de necesidades básicas. Y también se ha hecho reforzando y empoderando este sujeto colectivo ciudadano. La gente está harta de representantes, de tertulianos, que se llenan la boca de que, porque los han votado una vez o porque tienen visibilidad, representan el sentir mayoritario, pero que cada vez están más lejos de la realidad social. En cambio, cuando se ven a los ciudadanos anónimos que se autoorganizan, que son los que dan respuestas a los problemas, y que demuestran que con nuestros recursos, sin ni siquiera dinero, se puede conseguir mucho más de lo que supuestamente se podía, la gente responde. La gente está pidiendo esto, un proceso colectivo en el que todo el mundo pueda participar y sea protagonista y no salga tanto representante que después en realidad traiciona constantemente lo que es el sentir mayoritario.

¿El hecho de conseguir hacer cambiar en el último momento posiciones tan firmes muestra que está cambiando alguna cosa en la sociedad?

Yo creo que sí. Además, cada vez más gente nos interpela no solo por el problema concreto, que ha despertado un gran consenso, sino que otros colectivos y personas a título individual nos piden que expliquemos nuestra experiencia por si puede inspirar experiencias en otros campos como una pequeña y humilde y parcial, pero como un ejemplo de que las cosas puede ser distintas y está en nuestras manos. Es el mensaje principal de la Plataforma.

¿Es la PAH es la lucha que ha conseguido más éxitos, en el actual período de movilizaciones?

No sé si es la que más. No conozco todas las luchas en profundidad, pero socialmente sí que se nos está atribuyendo un poco ese rol. Uno de los grandes aciertos que ha tenido la Plataforma es saber articular diferentes niveles al mismo tiempo. Tenemos muy claro que el tema es una lucha de fondo para cambiar una ley injusta, pero que no nos podemos esperar a cambiar esa ley, que no nos podemos quedar con los discursos y la denuncia, que tenemos que actuar. Por eso articulamos también microintervenciones, como campañas de desobediencia civil para parar los desahucios, estrategias de negociación con las entidades financieras, interpelar al poder judicial haciendo recursos en los juzgados, … Todos los niveles posibles a la vez, de lo más pequeño a lo más grande, articularlo a la vez creo que ha sido una de las claves del éxito.

¿Qué pasará si finalmente no se aprueba la ILP?

Si no se aprueba la ILP las medidas seguirán siendo medidas de mínimos urgentes, necesarias e imprescindibles, con lo cual seguiremos defendiendo en la práctica estas medidas; seguiremos parando los desahucios que tendría que parar la administración pública y por otro lado seguiremos presionando estas instituciones que no escuchan a la ciudadanía para que la escuchen. El hecho que en un trámite determinado no se aprueben unas medidas no significa que no se puedan volver a proponer. Las propondremos tantas veces como haga falta. Habrá muchos momentos del debate parlamentario en los que se podrán volver a plantear estas demandas, y lo haremos tantas veces como haga falta, porque no es una cuestión de opinión, es una cuestión de vida o muerte, del sufrimiento de miles de personas que no dejará de existir hasta que no haya este derecho a la segunda oportunidad, y hasta que no se garantice el derecho a la vivienda.

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