La escuela catalana saca pecho en Barcelona
Con camiseta verde o amarilla, con disfraz o sin él, decenas de miles de personas han tomado este sábado las calles de Barcelona para avisar al Gobierno y al ministro Wert de que no están dispuestos a renunciar a la escuela en catalán. “En Santa Coloma de Gramenet fuimos pioneros en la inmersión lingüística, en los 70, y sirvió para que todos los jóvenes tuviéramos las mismas oportunidades hablando catalán”, explica Manel Pulido, colomense de 28 años. “No tengo hijos en edad escolar ni soy maestro, pero yo tuve la suerte de estudiar con este sistema que funcionaba y vengo aquí en señal de agradecimiento”, proclamaba este joven.
Como Manel, miles de ciudadanos, no necesariamente del sector educativo, han respondido esta tarde a la llamada de Somescola.cat -coordinadora de entidades a favor del catalán en las aulas- y han llenado a rebosar la avenida Lluís Companys de Barcelona en defensa no sólo del modelo lingüístico escolar, sino también de la lengua y la cultura catalanas, que consideran amenazadas bajo el Gobierno del PP. La concentración ha reunido entre 25.000 y 100.000 personas -según el Ayuntamiento de Barcelona y Somescola.cat, respectivamente-, y ha transcurrido de forma festiva hasta llegar a las puertas del Parque de la Ciutadella, donde han tenido lugar los conciertos.
“La inmersión es un modelo de éxito contrastado y avalado, garantiza la cohesión social y permite que todos los jóvenes conozcan el catalán y el castellano, lo que les sitúa a todos en condiciones de igualdad para acceder entre otras cosas en el mercado de trabajo”. Así se expresaba Muriel Casals, presidenta de Òmnium Cultural y una de las portavoces de Somescola.cat. En la línea del manifiesto -bajo el título Por un país de todos, escuela en catalán, al igual que la cabecera de la manifestación-, Casals ha remarcado que deben ser el Parlamento y el Gobierno catalanes quienes decidan el modelo escolar catalán, y no el sistema judicial o la legislación española.
Presión para avanzar hacia la desobediencia
La nutrida representación política presente en la marcha, entre los que se encontraban miembros del Govern como la consejera de Enseñanza Irene Rigau, ha recibido el apoyo de parte de la manifestación. Otros, sin embargo, han optado por lanzar mensajes al Ejecutivo catalán para que haga más pasos hacia la desobediencia, tanto a las sentencias judiciales que introducen el castellano en las aulas como a la ley Wert. Incluso había un bloque crítico, con un millar de manifestantes, que enfundados en camisetas amarillas no han dejado escapar la ocasión de denunciar la situación de precariedad que vive la escuela pública en Catalunya.
Los convocantes de la protesta, Somescola.cat, han sido claros en su mensaje hacia el Govern: “Reclamamos al Govern que dicte instrucciones bien claras y precisas que den confianza a nuestros centros educativos, que nos reafirmen en nuestros valores educativos y que no cedan ni un paso en la presencia del catalán en nuestras aulas”, expresaba el manifiesto. “La LOMCE no se aplicará el próximo curso, ¡debemos impedirlo!”, proclamaba.
De hecho, la manifestación contaba con el apoyo de toda la comunidad educativa catalana -sindicatos, familias, estudiantes y movimientos de renovación pedagógica-, que en más de una ocasión ya han presionado a la consejera Rigau para que tome medidas concretas para esquivar la aplicación de la LOMCE. “Debemos insistir siempre que podamos que el combate es contra la LOMCE en su globalidad, no sólo en cuanto a la lengua”, comentaba Alex Castillo, presidente de la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Cataluña (Fapac).
Gritos de independencia y esteladas
esteladas La concentración estaba adornada en todo momento por elementos tradicionales de la cultura popular catalana: bastoners, gegants, grallers, trabucaires... Todos salieron a echar una mano a la escuela catalana, en una manifestación que ha tenido un marcado carácter independentista. Pero sobre todo ha sido una reivindicación de la lengua catalana. Ha habido mensajes de apoyo a los docentes de las Islas Baleares, que mantienen una pugna con el PP para garantizar la calidad en la escuela pública y el catalán como lengua vehicular -mención especial para Jaume Sastre, que lleva 38 días en huelga de hambre-, y también para el País Valencià y la llamada Catalunya Nord.
“La única manera de poder defender nuestra escuela es votar el próximo 9 de noviembre por un país independiente”, opinaba Mireia Domènech, madre de dos hijos que van a la escuela en Sant Feliu de Llobregat. Cada uno de ellos llevaba un capgròs y una bandera estelada. “No respetan nuestras leyes ni la mayoría del Parlament, así que no tenemos otro remedio”, sentenciaba Domènech.