Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

El gran pastel de Glòries

La torre Agbar, en la plaza Glorias.

Cristina Palomar

Barcelona —

Ya es una casualidad que el mismo día que comienzan las obras para desmontar el nudo de Glòries se haga público que la torre Agbar se convertirá en un hotel de 5 estrellas. Sin embargo, sólo hay que ser un poco mal pensada para atar cabos: en una Barcelona con las costuras a punto de reventar por el turismo, el traslado de los viejos Encants ha desatascado un proyecto de grandes dimensiones que sacará presión al centro de la ciudad. En pocos años, los descampados que rodean las Glòries y se expanden hasta Marina serán historia. Y el sorprendente campo de trigo entre Gran Vía y la Diagonal también.

La apuesta reiterada de las instituciones municipales por un modelo de ciudad basado sólo en el turismo es dinero fácil hoy, pero tiene sus riesgos porque obliga Barcelona a reinventarse constantemente para seguir siendo atractiva al forastero. La propuesta socialista de reurbanizar la lejana zona del Fòrum y convertirla en un nuevo espacio de centralidad de la ciudad aprovechando la cercanía de la playa e ignorando las realidades sociales de los barrios que la rodean ha demostrado ser un fracaso estrepitoso.

En cambio, el proyecto urbanístico de Glòries -heredado por Xavier Trias de Jordi Hereu, aunque CiU también es responsable porque lo apoyó- es una apuesta casi segura: está relativamente cerca del centro histórico de la ciudad, bien comunicada con transporte público, rodeada de zonas verdes y equipamientos culturales, y con un tejido urbano consolidado desde hace décadas. En resumen, un gran atractivo para el turismo “de calidad” que quiere CiU: aquel que se aloja en cadenas como el Hyatt, deja propinas de 50 euros y vacía las tiendas del Paseo de Gracia.

Uno de los errores recurrentes de los alcaldes de Barcelona es olvidarse de que, aparte de una máquina de dinero, la ciudad no es nada sin sus ciudadanos. La apuesta urbanística basada en hoteles y pisos del Fòrum se hizo de espaldas a los vecinos del Poblenou y Sant Adrià del Besòs. Sin embargo, si CiU pretende hacer lo mismo en las Glòries, lo tendrá difícil porque las asociaciones de vecinos de los barrios que rodean este nudo viario tienen muy claro que el espacio debe ser para los barceloneses. De hecho, hace más de seis años que trabajan agrupados bajo el nombre de Compromís per Glòries.

Las obras en la zona durarán años y afectarán a Poblenou, Fort Pienc, Clot-Camp de l'Arpa y Sagrada Familia, todos barrios muy curtidos en conflictos y acostumbrados a hacer frente al gobierno de la ciudad de turno cuando conviene. En septiembre pasado, los vecinos impulsaron un proceso participativo para recoger las demandas que han presentado los 10 equipos de arquitectos que se han presentado a concurso. Más comercio de proximidad, prohibición de más centros comerciales, más equipamientos de barrio y un 40% mínimo de vivienda de protección social son algunas de las muchas reclamaciones.

Mientras tanto, algunos intentos del Ayuntamiento de ir camp a traviesa han disparado las alarmas en los barrios sobre qué entiende el consistorio por participación ciudadana. Es el caso de los vecinos de la calle Castillejos, que han visto como se han desestimado las más de 200 alegaciones contra el muro que les construirán delante de los portales de casa para salvar el desnivel que provoca el cajón del tren de la avenida Diagonal. La razón es que ninguna de las alternativas respeta la trama del Eixample.

En febrero del año que viene se sabrá cuál es el proyecto ganador de las Glòries y si los más de seis años de tira y afloja con el Ayuntamiento de Barcelona para recuperar este gran espacio olvidado han servido de algo.

Etiquetas
stats