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Más de la mitad de los niños barceloneses creen que no tienen suficiente tiempo libre

Más de la mitad de los niños barceloneses creen que no tienen suficiente tiempo libre

Pau Rodríguez

Los niños barceloneses tienen poco tiempo libre. Al menos así lo ven ellos cuando se les pregunta por esta cuestión. El 53% de los niños de entre 10 y 12 años que viven en la capital catalana no se sienten suficientemente satisfechos con el tiempo de que disponen para dedicarlo a lo que les plazca. Este es uno de los elementos de su vida que valoran más negativamente, según una macroencuesta que pregunta por primera vez a los niños barceloneses cómo se sienten sobre aspectos cruciales de su día a día, como la salud, la familia, el barrio o sus amigos.

La encuesta Hablan los niños y niñas: el bienestar subjetivo de la infancia en Barcelona, impulsada por el Ayuntamiento de Barcelona, ha preguntado a cerca de 4.000 niños y niñas de 52 escuelas diferentes sobre su satisfacción con la vida. Es la primera vez que una Administración catalana trata de medir el bienestar global infantil preguntando a los propios niños. El proyecto, llevado a cabo por el Instituto Infancia y Adolescencia de Barcelona, utiliza la metodología de Children's World, entidad que desde hace años encuesta a niños de todo el mundo.

Una conclusión que aporta el estudio en Barcelona es que los niños “expresan que quieren más tiempo libre y ganar autonomía personal”, apunta Maria Truñó, directora del Instituto Infancia y Adolescencia de Barcelona. El 47% de los encuestados manifiesta no estar contento con el grado de libertad de que dispone –en casa, en la escuela o en la calle–. En este sentido, el 38% tampoco lo está con cómo los escuchan los adultos y el 40%, con su vida de estudiante.

Los autores del informe advierten de que el estudio hay que leerlo siendo conscientes del “sesgo del optimismo vital” con el que los niños responden a las encuestas. Con este término se refieren a que ellos tienden a valorar las cosas de forma mucho más positiva que los adultos. Así, Truñó considera que un niño “no está suficientemente satisfecho” con algún aspecto de su vida cuando contesta cualquier cosa que esté por debajo de “muy satisfecho” (en el estudio: nada, poco o bastante).

En este sentido, la valoración global de su vida es de 9,1 sobre 10, una media similar a la del resto de países del mundo, según la información recogida por Children's World. Entre lo que valoran más positivamente está su salud (9,4), su hogar (9,2) o las personas con las que viven (9,2). Entre lo peor valorado, destaca el tiempo libre (7,8 de media), su vida de estudiante o su grado de libertad.

Más tiempo con la familia

Sobre la gestión del tiempo propio, Laia Pineda, coordinadora del proyecto, asegura que “una de las cosas que más nos dicen es que querrían pasar más tiempo con sus padres”. “No todo lo que les preocupa tiene que ver con las condiciones materiales: a veces tiene que ver con los espacios que comparten con la familia, donde se pueden sentir más escuchados o que tienen algo que decir”, prosigue Pineda.

¿Por qué tienen sensación de tener poco tiempo? Esta primera fase de la encuesta no entra en las causas de los malestares infantiles –lo harán a partir de este curso con una serie de talleres en las escuelas a las que ya acudieron–, pero un vistazo a las actividades que hacen los chavales fuera de la escuela puede dar alguna pista.

El 71% de los niños y niñas dedica al menos cinco días a la semana a hacer un rato de deberes por la tarde. El 65% dedica algún rato a ver la televisión; el 57%, a charlar con la familia; el 49%, a las redes sociales, y un 37% a jugar a videojuegos.

“Para los niños, su vida fuera de la escuela es muy importante, pero esto los adultos lo tenemos poco presente”, apunta Carles Barba, coordinador del proyecto Educación a Tiempo Completo, que estudia las oportunidades educativas de los niños fuera del horario lectivo. “Este estudio supone un toque de atención”, añade Barba, que considera que los adultos deberían escuchar más a los niños sobre sus intereses y deseos a la hora de realizar actividades fuera de la escuela.

“Y una vez garantizado esto, lo que tenemos que asegurar es que lo que quieren hacer en su tiempo libre sea accesible, que no haya barreras económicas”, sostiene. Barba apunta al riesgo de “sobresaturar las agendas de los niños” con actividades extraescolares, pero a la vez alerta de que el acceso a actividades de ocio educativo o deportivas sigue siendo mucho más complicado para las familias de clase baja.

Satisfacción con su cuerpo, diferencias por barrios...

La encuesta del Instituto Infancia y Adolescencia de Barcelona recoge muchos datos aún por desarrollar, pero las primeras conclusiones invitan a poner el foco en otras problemáticas además de la del tiempo libre. Por ejemplo, el 27% de los niños de esta edad no están suficientemente satisfechos con su cuerpo.

En la rueda de prensa de presentación del estudio, Laia Ortiz, tercera teniente de Alcaldía de Barcelona y concejala de Derechos Sociales, apuntó que esto debería abrir un debate sobre “qué imágenes se proyectan sobre los niños para que estén insatisfechos con su aspecto en edades tan tempranas”, en referencia a los roles de género o los estereotipos corporales que marcan los cánones de belleza actuales.

Otro dato relevante es la diferencia entre barrios de la ciudad, aunque estos son más leves de lo que se podría pensar. “Tanto los niños de los barrios de rentas más altas como los de rentas intermedias y bajas, expresan una satisfacción vital en torno a la media”, apunta el estudio. Dividiendo los distritos en tres grupos en función de su renta, en los más acomodados el 73% de los niños está muy satisfecho con su vida, mientras que en los menos pudientes, el porcentaje baja hasta el 67%.

“Demasiadas veces hablamos de infancia sin tenerlos en cuenta, y la mirada adulta tiene un sesgo muy grande a la hora de dar respuesta a las necesidades de los niños”, ha expresado Ortiz, que ha insistido que esta encuesta permite constatar cómo tan importante para ellos pueden ser sus condiciones materiales de vida como las relacionales, es decir, cómo valoran su familia, amigos o tiempo de juego.

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