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El blog Opinions pretende ser un espacio de reflexión, de opinión y de debate. Una mirada con vocación de reflejar la pluralidad de la sociedad catalana y también con la voluntad de explicar Cataluña al resto de España.

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En Catalunya, 'sí que es pot'

Joan Coscubiela

Número 3 de Catalunya Sí que es Pot —

Formo parte de un amplio sector de la sociedad catalana, convencidos que el sistema nacido de la transición esta agotado y que debe impulsarse un proceso de ruptura democrático, socio-económico y nacional, que comporte una discontinuidad fuerte con el estatus quo actual. Es lo que hemos convenido en llamar proceso constituyente.

Esta agotado por el impacto de una globalización económica que ha puesto de manifiesto las dificultades y la impotencia de la política nacional para gobernar la economía global. También por las rémoras generadas por los mecanismos de protección de una democracia débil y control político de la transición que, en manos del bipartidismo, se han convertido en inmovilismo. Y por años de políticas autoritarias, antisociales y centralizadoras del PP, que además no han tenido enfrente una alternativa clara.

Somos conscientes de la complejidad del proceso y sabemos que no es ni fácil ni rápido y que no hay propuestas limpias ni mágicas, como algunos plantean. Pensamos que para avanzar en esta ruptura es clave la confluencia de objetivos democráticos, sociales y nacionales. También la confluencia de espacios: Catalunya, España y Europa y la confluencia de actores sociales y políticos.

En Catalunya, como en España, no podemos esperar más para afrontar la situación de emergencia social que viven amplias capas de la población. Tampoco podemos caer en la trampa de creer en soluciones simples, automáticas y fáciles que se presentan a la ciudadanía sin esfuerzos ni sacrificios.

Los que formamos parte de ‘Catalunya sí que es pot’ somos gentes de origen muy diverso pero tenemos en común que hemos luchado, ejerciendo nuestros derechos, antes de que nos fueran reconocidos. Sabemos que los derechos sólo se hacen reales y efectivos después de haberlos ejercitado de manera activa. Lo sabemos porqué lo hemos practicado, unos durante la dictadura, otros en luchas más recientes, luchas obreras o sociales, por el derecho a la vivienda, como en el caso de la PAH o en defensa de la sanidad y educación públicas.

Que no subordinemos nuestros derechos y nuestras luchas a su reconocimiento legal, no significa que caigamos en la trampa de pensar que podemos avanzar menospreciando lo que pasa en España o en Europa. En un mundo globalizado e interdependiente las propuestas autárquicas no tienen futuro.

Hoy no es posible en Catalunya una ruptura socio-económica que ha de tener como prioridad la situación de emergencia social que viven amplios sectores de la población, si no se aborda también una ruptura nacional que comporte más autogobierno y más recursos fiscales para hacerla posible. De la misma manera que no habrá ruptura nacional si no se impulsan políticas económicas alternativas y se pretende construir un nuevo país con las mismas políticas y las mismas élites.

Al mismo tiempo, ambas rupturas, la social y la nacional, requieren poner en marcha una fuerte ruptura democrática, que ataque la corrupción en sus orígenes y que sitúe a la ciudadanía como la protagonista activa de esta nueva transición. Sin un fuerte protagonismo social no hay ruptura posible.

El Proceso constituyente no es, como algunos han querido simplificar, una nueva constitución. Ni española ni catalana. Esta puede ser una de las consecuencias, pero el proceso constituyente significa sobre todo una ruptura con los valores ideológicamente hegemónicos en estas últimas décadas. También en Catalunya, aunque algunos se empeñen en ignorarlo o esconderlo.

El Proceso Constituyente significa trabajar por una sociedad en que la vivienda sea un derecho de ciudadanía social y no una mercancía o un producto financiero en el que se invierte y especula.

Una sociedad en que la sanidad y los servicios no sean mercancías que se obtienen en el mercado, solo si se tienen los recursos para comprarlas, sino derechos universales que han de garantizar los poderes públicos.

Una sociedad de ciudadanos y no de clientes, articulados en un gran mercado. Una sociedad que distinga entre derechos y mercancías.

Una sociedad en que prime el valor de la cooperación frente al de la competitividad salvaje. Y en la que se proteja la economía del bien común.

En la que se combata el patriarcado como una de las formas más salvajes de opresión y en la que los derechos de género se conviertan en conquistas de ciudadanía.

Una sociedad que rompa con un modelo desarrollista que no garantiza la sostenibilidad y que provoca una destrucción del entorno comunitario y compartido.

En la que el trabajo continúe siendo un importante factor de socialización pero no la única fuente de acceso a la renta y los ingresos básicos para garantizar una vida digna.

Una sociedad articulada a partir de la ciudadanía social y no la nacionalidad de los Estados nacionales, viejos o nuevos.

Una sociedad que reconozca a la ciudadanía el derecho a poder decidir soberanamente como quiere organizarse políticamente en relación a otros poderes políticos y frente a los mercados financieros.

Para avanzar en este proceso constituyente se necesitan mayorías sociales muy amplias. Y actuar como hemos hecho en los grandes momentos de nuestra historia: sumando al mayor número de personas durante la mayor parte del trayecto posible. Y buscando aliados externos sin convertir en adversarios a los que no lo son.

‘Catalunya si que es pot’ no es un proyecto contra nadie. No somos ni anti-federalistas ni anti-independentistas. Al contrario, en nuestro proyecto tienen un papel importante personas con propuestas distintas en relación al modelo de Estado, pero que estamos unidos en la voluntad de hacer efectivo el derecho a decidir en referéndum nuestro futuro. Y lo defendemos tanto frente a los que de manera reiterada nos niegan este derecho a decidir, como a los que lo quieren dar por amortizado, cuando aún no hemos podido ejercerlo.

Pero no auto-afirmarse contra nadie no significa que no nos confrontemos con aquellos que pretenden hacernos creer que en Catalunya no hay clases sociales y que hemos de posponer el drama de la emergencia social que hoy se vive a favor de un futuro mejor mañana.

Nos sentimos en la obligación de decirle a la ciudadanía que no hace falta pedir permiso para avanzar en esta ruptura democrática, social y nacional, pero que no es cierto y puede conducir a un gran frustración decir que no importa lo que pase en España o en Europa. La experiencia de estos años nos demuestra lo contrario. Y Grecia lo ha hecho aún más evidente.

Para nosotros la ruptura pasa por reforzar los mecanismos de participación democrática. Y eso significa entre otras cosas que la ciudadanía cuando vota pase cuentas de las políticas practicadas en el pasado y conozca de manera nítida cuales son las políticas que cada proyecto se compromete a poner en marcha en el futuro.

Convocar al pueblo a decidir, intentando generar entre la ciudadanía un estado de amnesia colectiva sobre las políticas practicadas y la corrupción que las ha acompañado y pedirles un cheque en blanco sobre las políticas de futuro, es exactamente lo contrario de la democracia participativa que queremos para Catalunya y la ruptura que significa un proceso constituyente. Queremos que en estas elecciones prime la participación democrática, no la amnesia.

Estamos convencidos que ‘Catalunya sí que es pot’, representa la voluntad de ruptura democrática, social y nacional por la que mucha gente lleva resistiendo y luchando en los últimos años. Y que ha decidido pasar de la resistencia social a la alternativa política. Estamos convencidos de que si se puede. Se ha demostrado en muchos pueblos y ciudades en la últimas elecciones municipales. Ahora se trata de dar un paso más el 27-S.

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