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Salvar al Presidente Mas: el acuerdo y la elitización del proceso soberanista

Mario Ríos

Parecía imposible después de semanas de disputas y de estar jugando al escondite, pero, finalmente, CIU y ERC alcanzaron un acuerdo para seguir impulsando el proceso soberanista, que daba muestras de cansancio y enfriamiento ante la incapacidad de pactar de sus principales actores. La negociación de este pacto entre CiU y ERC reunió en el Palau de la Generalitat al President Mas, al líder de la oposición Oriol Junqueras, y los representantes de la sociedad civil soberanista, es decir, de la ANC, de Òmnium y de la Associació de Municipis per la Independència: Carme Forcadell, Muriel Casals y Vila d'Abadal.

Los cinco parieron un acuerdo que marcara los próximos meses del proceso soberanista. Los puntos más destacados de este acuerdo giran alrededor de la continuidad y reforzamiento del pacto de legislatura entre CiU y ERC, la aprobación de los presupuestos con el voto afirmativo de los republicanos y la creación de estructuras de Estado, un probable acuerdo post-electoral para las municipales entre las dos fuerzas, la convocatoria de elecciones para el próximo 27 de septiembre y la formula electoral escogida para presentarse en estos comicios: listas separadas pero con un programa u hoja de ruta común para las fuerzas soberanistas. No hace falta decir que, como no podía ser de otro modo, este acuerdo entre el soberanismo político y civil a quien realmente beneficia es al Presidente Mas.

Desde la jornada del 9N, el President de la Generalitat ha ido aumentando su protagonismo en el liderazgo del proceso soberanista. Recordemos que aquél mismo día salió triunfal a celebrar los buenos datos de participación y afirmó que si alguien era el responsable de aquella jornada histórica, era él (en referencia a las posibles consecuencias legales que se derivaran de su celebración).

Poco después de aquella fecha, el President convocó una conferencia en el Auditorio del Fòrum dónde trazó las líneas maestras que seguiría el proceso bajo su liderazgo: 18 meses en los que se convocarían unas elecciones plebiscitarias con una lista única que él estaba dispuesto a liderar, después el Parlamento surgido de estos comicios redactaría una Constitución Catalana, y, finalmente, se celebraría un referéndum sobre la nueva Constitución y para ratificar la independencia. Esta conferencia, ante 2000 personas y retransmitida en directo por TV3 y Catalunya Ràdio, provocó la envidia del resto de lideres políticos que se apresuraron en formular sus propuestas mediante formatos similares, aunque no tan grandilocuentes ni concurridos como el del President de la Generalitat. Las discrepancias sobre el formato con el que presentarse a las elecciones plebiscitarias, es decir, lista única liderada por Mas con independientes de la sociedad civil soberanista como defendía el President, o diversas listas bajo un paraguas programático común como defendía ERC, llevaron a una confrontación dialéctica que solo escondía la lucha por la hegemonía en el frente soberanista entre el nacionalismo catalán conservador y el republicanismo independentista.

De esta confrontación, viendo el acuerdo antes mencionado, quien sale reforzado es el President de la Generalitat. ¿Ahora bien, porqué? Tres hechos nos explican el fortalecimiento de la figura de Artur Mas:

El primero de estos hechos es que es Mas quien desde el 9N, sobre la base de conferencias o declaraciones institucionales, va marcando los tempos del proceso soberanista a todos los niveles cogiendo a contracorriente al resto de actores involucrados.

El segundo hecho gira alrededor de que, a pesar de la presión de la ANC y de Òmnium (todos recordamos aquel discurso de Carme Forcadell después del 9N en el que reclamaba elecciones plebiscitarias en 3 meses), ha sido Mas quien ha fijado la fecha de la convocatoria electoral cuando ha querido y no 3 meses después del 9N, sino el 27 de septiembre, casi un año después de aquella jornada histórica. Esta decisión permite al President alejarse de la comisión de investigación que tiene lugar en el Parlament de Catalunya sobre el caso Pujol, y de refundar una CDC asediada por los casos de corrupción y los recortes, recuperando así las posibilidades de una victoria electoral que las encuestas le niegan desde hace un tiempo.

En tercer lugar y por último, Mas se garantiza la gobernabilidad durante lo que le queda de legislatura gracias al fortalecimiento del Pacto de Legislatura con una ERC que le dará apoyo a unos presupuestos que ha estado tildando durante todo el mes de diciembre de antisociales, a cambio de unas estructuras de Estado que Mas prometió hace dos años y de las que se ha avanzado poco en su construcción. Además, a finales de semana hemos podido ver como ERC votaba en contra de la comparecencia de Mas en la comisión parlamentaria sobre el affaire Pujol.

Mas, por lo tanto, sigue al frente del Govern de la Generalitat aprobando unos presupuestos que no tenia como aprobar, construyendo unas estructuras de Estado que ya hace dos años que deberían estar construyéndose, huyendo el estigma de los casos de corrupción que lo asedian, garantizando poder local para sus candidatos en las municipales y alargando el proceso soberanista 8 meses más para poder resucitar del coma político en el que se encuentra a CDC, mediante la incorporación de independientes.

Todo ello nos lleva a afirmar que el proceso soberanista nacido en el seno de la sociedad civil y dotado de una fuerte impronta popular que cogió a los partidos a contra pie, ha sido secuestrado por las élites políticas, en este caso por el President de la Generalitat, que desatiende las demandas del soberanismo civil, y marca la secuencia de hechos que han de seguir. Desde el 9N, hemos pasado de un movimiento popular, bottom-up, es decir, de abajo a arriba, con grandes demostraciones de fuerza en la calle, gran presencia en las redes sociales y con entidades y asociaciones repartidas a lo largo de Catalunya, a un proceso top-down donde Mas, cediendo en lo que es accesorio, consigue fijar su propia agenda y sobrevivir por mucho que encuesta tras encuesta parezca condenado a la derrota política.

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