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ENTREVISTA Investigador del Servicio de Microbiología del Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona

Pere-Joan Cardona, microbiólogo: “Es ilusorio pensar que tendremos vacunas para todos de la noche a la mañana”

Pere-Joan Cardona, investigador del Servicio de Microbiología del Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona

Pau Rodríguez

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Pere-Joan Cardona es el nombre detrás de la primera vacuna española que ha sido validada para un ensayo clínico internacional para probar su eficacia contra el coronavirus. Investigador del Servicio de Microbiología del Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona y de su Unidad de Tuberculosis Experimental (UTE), este doctor fue el que desarrolló hace unos 20 años la RUTI, una vacuna contra la tuberculosis que podría demostrarse útil contra infecciones víricas de amplio espectro, entre ellas la COVID-19. 

La noticia de que la agencia del medicamento Argentina, la ANMAT, autorizaba el estudio –con una cohorte de 369 sanitarios del país–, la dio a conocer la semana pasada 'RUTI Immune', la firma creada por biotecnológica catalana Archivel Farma que produce esta vacuna. El proceso tendrá una duración aproximada de nueve meses, según la empresa.

Cardona explica sobre esta vacuna que se basa en el concepto de la inmunidad entrenada, no en la generación de anticuerpos como las vacunas específicas. Esto la haría posiblemente menos eficaz que las que se están desarrollando en estos momentos, como las de Oxford o Johnson & Johnson, pero podría ser útil para complementarlas o como una primera respuesta para parar el golpe frente a mutaciones del virus. “Una vacuna de fondo de armario”, la describe este investigador. 

Sobre la carrera para conseguir una vacuna contra la COVID-19, Cardona cree será un proceso largo y que incluso cuando esté a punto esto no significará que haya dosis para vacunar a todo el mundo “de la noche a la mañana”. 

¿En qué consiste la vacuna RUTI y por qué creen que puede ser útil contra el coronavirus?

Es una vacuna basada en fragmentos de Mycobacterium tuberculosis y se diseñó en su día para tratar la tuberculosis. El quid de la cuestión es que es de la misma familia que el Mycobacterium bovis atenuado, que es la base de la vacuna BCG, la antigua contra la tuberculosis que se diseñó hace 100 años, que todavía se utiliza y que es la que más se ha usado en todo el mundo, con 4.000 millones de dosis. Y lo que se ha visto es que los países en los que todavía se vacuna con la BCG, porque la incidencia de la tuberculosis es muy alta, hay una incidencia de la COVID-19 más baja. Y menor mortalidad. 

Y, como hablamos de la misma bacteria, intuimos la vacuna RUTI podría lograr este efecto. El otro tema importante es que ahora se sabe por qué la BCG es posible que genere este mecanismo de protección contra la COVID-19 y otras enfermedades infecciosas. La gracia está en que genera lo que se llama inmunidad entrenada, un concepto que se conoce desde hace unos cinco años y que es difícil de explicar. Cuando generas la inmunidad entrenada, los monocitos, las células que llegan a los focos iniciales de las infecciones y reconocen los virus –entre los que estaría el SARS-CoV-2–, hacen una respuesta agresiva eficiente de entrada. Sin necesidad de tener ningún tipo de inmunidad celular ni de que haya anticuerpos. Queremos demostrar que se se genera esta inmunidad entrenada y que es capaz de reducir la incidencia de COVID-19 o que, si te infectas, tenga una gravedad menor.

A favor juega el hecho de que esta vacuna se fabrica desde hace años. No hay que desarrollarla de inicio.

Empezamos el proyecto hace 20 años en el Hospital Germans Trias, se transfirió a Archivel Farma –una empresa de Badalona– y hay una experiencia de uso muy importante. También una fabricación industrial ya probada, con buenas prácticas de manufactura. Y experiencia en ensayos clínicos con tuberculosis y cáncer de vejiga. Podría entrar ya en el mercado siempre que se demuestre una eficacia suficiente. Si la evidencia es suficientemente importante, después se presentaría el dossier a la Agencia Europea del Medicamento para que lo apruebe. Hay muchas variables pero si después de estos nueve meses podemos decir que hay una diferencia estadísticamente suficiente entre los voluntarios que han recibido la vacuna y los que han recibido placebo, y la Agencia lo acepta, ya podría entrar en el mercado.

¿Cuál es la diferencia entre la RUTI y las vacunas más conocidas que se están desarrollando contra la COVID-19, como las de Oxford o Johnson & Johnson?

Las vacunas específicas, como la de Oxford o Moderna, se diseñan para que se genere una respuesta inmune muy focalizada en neutralizar un virus en particular. Es el concepto clásico de vacuna: coges un trozo del virus, una proteína relevante, y buscas la mínima expresión de esa proteína para generar un anticuerpo que permita bloquear ese punto, y no pueda entrar dentro de la célula y hacer su ciclo vital. ¿Qué pasa con esta vacuna que genera inmunidad entrenada? Aquí no generas una inmunidad contra una parte del virus en concreto sino que haces una transformación de la respuesta inmune en general. Entrenas estas células que van al momento cero, al punto de la infección, para que sean más reactivas contra estos virus ya de entrada. 

¿Y esto en qué se traduce en cuanto a eficacia?

En principio tendría que ser más eficaz la vacuna específica que la inespecífica. Normalmente por la experiencia que hay la eficacia de las primeras es mucho más alta. Pero no lo sabemos. 

Por lo tanto, la vacuna RUTI no tendría la eficacia que alguna gente suele asociar a las vacunas, es decir, que te la pones y ya estás prácticamente inmunizado.

Exacto. También es verdad que hay vacunas y vacunas. Por ejemplo con la de la gripe tiene una eficacia es de entre un 50 o un 75%. Siempre quieres que una vacuna tenga una eficacia del 90 o el 95%. Una vacuna de inmunidad entrenada la tendrá del 30 o 40%. Ahora bien, te servirá para parar el golpe. Además, si la específica que salga tiene una eficacia del 60%, el hecho de añadirle esta otra podrá darle un plus y hará que suba al 90 o 95%. Esa es la idea. No pretende ser la panacea, ni mucho menos, pero sí ser una vacuna de fondo de armario, de reserva porque llegado el caso de que se produzca un imprevisto puedas vacunar con esta porque protegerá a una parte de la población.

Sea la vacuna específica u otra como la suya, ¿cuando llegue estaremos ante la solución definitiva contra el coronavirus?   

Creo que no, porque no sabemos la eficacia que tendrá en la población. De entrada, no habrá vacunas para todo el mundo y habrá que destinarla a determinados sectores. Además, se dará el típico caso de gente vacunada que se infecta de COVID-19 y la gente se preguntará cómo puede ser. Por lo tanto, los sistemas de vigilancia epidemiológica deberán mantenerse en guardia. Lo que pasa es que si existe una vacuna que tenga una eficacia del 60% o el 70%, la tasa de infecciones bajará y podremos ir abandonando poco a poco las actuales medidas de contención. Es una ilusión pensar que podrás vacunar a todo el mundo de la noche a la mañana. Como ya han empezado a producirla a riesgo, es cierto que ya tendrán un cierto número de viales hechos, pero no es suficiente. Será un proceso largo, de año o año y medio.

Hablando de plazos, se habla de que algunas vacunas estas Navidades ya podrían estar listas. ¿Considera que es un plazo factible?

Lo veo un poco aventurado. Si a mediados del próximo año esto empezase a funcionar estaría muy contento. Dudo que sea a finales de año. No tenemos ninguna experiencia de aprobación de vacunas en un año, porque normalmente son diez años pero todo va tan rápido es complicado hacer quinielas. En todo caso me parece una previsión súper optimista.  

¿Le preocupa que el hecho de que se esté trabajando tan rápido pueda provocar un rechazo en una parte de la población porque no la considere segura?

Es verdad que hay gente que expresa dudas, cosa que es sorprendente. Hay encuestas que lo muestran. Pero una vez tengamos la vacuna disponible, la gente se vacunará. Porque, además, existe cultura de vacunación en nuestro país. Piense que es una cosa voluntaria y tenemos unas tasas de vacunación del 95%. La vacunación es un acto solidario: te proteges a ti pero también a aquellos que no se pueden vacunar o a los que la vacuna no hace efecto. Si hay poca vacunación no nos quitaremos de encima el virus. Pero soy optimista.

Al principio de la epidemia había poca evidencia sobre la inmunidad de quienes habían pasado ya la COVID-19. ¿Qué sabemos a estas alturas de este aspecto?

Sabemos que la producción de anticuerpos se genera y, según los últimos datos, se mantiene suficiente durante cinco meses. La asunción más correcta es pensar que la gente que ha pasado la infección genera anticuerpos y está protegida. Es cierto que puede haber reinfecciones, porque en la naturaleza siempre hay excepciones, pero la inmensa mayoría está protegida.

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