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Caso Fernández Díaz: la Convergència de 2011 contra la de 2014

Albiol y Puigdemont, esta semana en el Parlament

Arturo Puente

El supuesto asunto de fabricación de casos de corrupción desde el ministerio del Interior contra políticos independentistas, revelado la semana pasada por el diario Público gracias a unas grabaciones entre Jorge Fernández Díaz y el director de la Oficina Antifrau de Catalunya, Daniel de Alfonso, revolvió el escenario político catalán antes de las elecciones generales del pasado domingo y, esta semana, continúa coleando. Este miércoles el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, se refirió largamente al caso durante la sesión de control, pocas horas antes de que el Parlament cesara a De Alfonso. “Tenemos que irnos cuanto antes de un estado que actúa así”, aseguró Puigdemont en relación con el caso.

Las palabras de Puigdemont son buen reflejo de la actitud que ha tomado su partido como reacción al caso. Artur Mas vino a poner negro sobre blanco un mensaje similar. “Ahora tienen la prueba de que esto funcionaba como tantas veces habíamos dicho”, aseguró Artur Mas, considerando a Convergència como la principal víctima de las andanzas del Estado contra el independentismo.

Sin embargo, tanto el caso como la reacción de CDC tiene una lectura bastante más profunda sobre los cambios que se han producido en Catalunya durante los últimos 5 años. Las grabaciones en las que puede escucharse a De Alfonso conspirando junto al ministro de Interior tienen mucho de lucha entre dos épocas, la anterior a la explosión independentista y la actual, y con dos CiU diferentes, la que se sostenía gobierno gracias a un pacto con el PP y la que lo hacía con ERC solo tres años después.

Daniel de Alfonso, “madrileño de nacimiento y catalán de adopción y por convicción”, según se presentó ante el Parlament, era un juez de la audiencia de Barcelona con casi dos décadas de experiencia en el derecho penal y miembro de la Asociación Profesional de la Magistratura, de corte conservador. Así fue hasta 2011, cuando fue propuesto por Artur Mas para relevar al fallecido fiscal David Martínez Madero, fruto del pacto presupuestario y que tuvo aspecto de acuerdo de legislatura, entre CiU y el PP.

Que un perfil como el de De Alfonso se convirtiera en director de Antifrau retrata la CiU de 2011. Recién llegada al poder y en medio del bandazo más derechista de su historia reciente, Artur Mas eligió al PP como socio preferente de entre todos los grupos de la Cámara, y dio a la Unió de Duran i Lleida las llaves una buena tajada del recién reconquistado poder autonómico. De Alfonso era un hombre bien considerado tanto por los democristianos como por el PP, aunque no tanto por la Convergència más catalanista. Pero el pacto, en el que también participó el PSC y acabó respaldando Ciutadans, se acabó desencallando.

El diario de sesiones del Parlament de la sesión en la que se llevó a cabo el nombramiento de De Alfonso es revelador. “Ha sido necesario un acuerdo entre Convergència i Unió, en el cual parece que finalmente el señor Duran se ha salido de nuevo con la suya, para que tuviéramos un nombre en este Parlament y para que elijamos hoy un nuevo director”, aseguraba la entonces diputada Dolors Camats, de ICV-EUiA. La crítica de Alfons López Tena, diputado del extinto grupo de Solidaritat, iba en la misma línea. “Si bien la trayectoria del señor De Alfonso se merece todo el respeto y reconocimiento”, comenzaba López Tena, “la falta de legitimidad de origen de esta oficina y la falta de estructura de independencia hacen que sea necesaria una persona con una capacidad de independencia e imparcialidad que, a nuestro entender, no está suficientemente demostrada”.

La independencia de De Alfonso, por tanto, fue cuestionada desde antes de su nombramiento por algunos de los grupos que no participaron en el gran pacto. Pero era la época en la que acababa de estallar el caso Palau, y los dos partidos que desde su creación habían estado en contra de la Oficina Antifrau, PP y CiU principalmente, habían encontrado una buena forma de neutralizarla sin necesidad de suprimirla.

De Alfonso entró a Antifrau de la mano de Unió y el PP, y bendecido por Convergència y el PSC. Pero entre 2011 y 2014 muchas cosas habían cambiado en el partido que fundó Pujol. Entre otras, se había convertido en independentista, lo que estaba obligando ya a Artur Mas a soltar las amarras del partido con toda la gran burguesía catalana, que, a diferencia de las tradicionales clases medias catalanistas y el partido que las representa, no habían abrazado el independentismo.

En las conversaciones entre De Alfonso y Fernández Díaz, a quien por cierto se le describió a su llegada al Ministerio como hombre cercano a CiU, puede rastrearse la batalla en el tiempo entre la Convergència de 2011, con sus equilibrios internos, objetivos y sistema de lealtades, y la Convergència de 2014, en la que todo aquello había cambiado. El gobierno de Mas de 2014 fue víctima no solo del ministerio del Interior, sino también de las instituciones que el gobierno de Mas de 2011 había contribuido a crear.

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