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La Diada abandera un 27-S plebiscitario

Símbolos independentistas entre los participantes a la Via Catalana de 2013 / ENRIC CATALÀ

Arturo Puente

El 11 de septiembre, Diada nacional catalana, es una fecha ya ligada de forma irreversible a la imagen de las movilizaciones multitudinarias a favor de la independencia de Catalunya que se han producido durante los últimos 3 años. Esto no fue siempre así. Con origen en el primer catalanismo del XIX y recuperada durante la Transición, durante las últimas décadas las manifestaciones del 11 de septiembre eran convocadas principalmente por las organizaciones independentistas de izquierdas, con asistencias modestas.

Todo cambió en 2012, cuando una asociación entonces emergente como la ANC convocó una marcha desacomplejadamente independentista. A partir de entonces, cientos de miles de catalanes han salido cada año en performances diversas para reivindicar un Estado catalán. El cambio de la Diada tradicional por una de multitudes y de espíritu mucho más desenfadado anunció la oleada del nuevo soberanismo, un cambio en la sociología política catalana que consiguió que el independentismo desbordara las lindes de ERC y la CUP y que entrara como un torbellino a romper CiU y el PSC.

Este año la Diada vuelve a mutar de naturaleza. El 11 de septiembre de 2015 será el comienzo de la campaña de unas elecciones que vienen a culminar un proceso en el que las instituciones catalanas han buscado celebrar un referendum vinculante sobre el estatus nacional de Catalunya. Lo que empezó como una defensa del derecho a decidir compartida por el 80% del arco parlamentario ha ido dejando partidos a uno y otro lado según la estrategia cambiaba, hasta convertirse en unas elecciones autonómicas que solo son reconocidas como plebiscitarias por 62 de los 135 diputados.

La falta de apoyos mayoritarios, al menos en la composición parlamentaria, ha sido contrarrestado con la formación de Junts pel Sí, un nuevo actor aglutinante de la mayoría de sensibilidades independentista –a excepción de la CUP– que confiere a las elecciones de una atmósfera especial. Por si eso fuera poco, el president Mas diseñó el calendario electoral convirtiendo a la manifestación de la Meridiana de esta Diada, convocada por dos entidades integradas en su candidatura, como el primero de los actos de la campaña del “bloque del sí”.

Para Convergència, esta Diada significará la fusión final con una fuerza popular en la calle que le ha forzado a dar pasos en el proceso soberanista y por momentos ha estado cerca de desbordarla. La frase “president, ponga las urnas”, pronunciada el año pasado por la entonces presidenta de la ANC, Carme Forcadell, empujó finalmente la consulta extraoficial del 9-N cuya celebración en aquellos momento todavía no estaba clara. Este año, en cambio, no habrá nada de eso. El mensaje de las entidades soberanistas y el de Junts pel Sí será el mismo y reforzará delante de una multitud millonaria el caracter plebiscitario que tanto el mundo independentista como el Govern anhelan.

La fuerza del impulso del soberanismo es tan arrolladora que la mayoría de los partidos, no solo los independentistas, han acabado aceptando el marco impuesto, diseñando campañas en clave plebiscitaria. Es el caso de Ciutadans, que compite por el segundo puesto apelando al voto útil contra la independencia, el del PP de Albiol, que pretende movilizar a los suyos apoyado en la ventaja de que su partido mantiene, por el momento, el Gobierno central, o el del propio PSC, que ha centrado su mensaje en una propuesta de avance moderado en el autogobierno. Solo Catalunya Sí que es Pot ha decidido luchar contra el tablero prestablecido, intentando movilizar en el eje social, una estategia que por el momento no parece dar resultados óptimos.

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