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Ferrusola, la caída de la madre superiora en la sombra del pujolismo

El matrimonio formado por Jordi Pujol y Marta Ferrusola, ambos imputados

Arturo Puente

A nadie de los que la conocen le sorprende que Marta Ferrusola fuese una de las piezas clave, sino la principal, en el manejo de las finanzas de la familia Pujol. No era una mujer dependiente ni incapaz, y su papel distó mucho de quedarse en ser 'esposa de'. Al contrario, según se ha conocido ahora por la UDEF, Ferrusola era la “madre superiora” de un convento financiero familiar en el que se traspasaban millones como misales con bula de la banca andorrana.

Marta Ferrusola, nacida en Barcelona hace 82 años de una pareja de botiguers del Eixample, y casada con Jordi Pujol hace 61, representó durante más de dos décadas de pujolismo (1980-2003) el poder en la sombra que la familia ejercía en la esfera política, social, económica e incluso cultural de Catalunya. Descrita como la mujer más poderosa en la Generalitat, su influencia no era la de una primera dama, sino la de una dama de hierro a la catalana. Es decir, una mujer con órbita política propia.

También, según se ha sabido ahora, con un papel protagonista en una familia numerosa en miembros y que, para los negocios, actuaba como un clan. Según un informe de la UDEF, conocido este lunes, los Pujol-Ferrusola obtuvieron un beneficio económico no justificado de 69 millones de euros en sus cuentas de Andorra desde 1990. Según la Policía española, fue en ese año cuando la familia comenzó a actuar de forma sistemática y según un “plan preconcebido y ordenado” en el principado pirenaico, con el objetivo de ocultar “grandes sumas de origen desconocido”.

En este plan preconcebido del que habla la UDEF, dos fueron los nombres claves. Uno, el de Jordi Pujol Ferrusola, el júnior. El otro, el de Marta Ferrusola. Capellán de la parroquia y madre superiora, según los nombres en clave que se daban ante la banca andorrana, dirigían con firmeza un imperio económico que, según su versión, venía de una herencia del abuelo Florenci Pujol.

Al juez y a la Fiscalía no les salen las cuentas. El patrimonio de 69 millones de euros, casi 11.500 millones de pesetas, son imposibles de explicar por el producto del manejo de una herencia de unos 180 millones de pesetas. Sí serían explicables, en cambio, como fruto de la corrupción ligada a la actividad política del líder nacionalista en la Generalitat. Esta es la conexión que la Fiscalía Anticorrupción intenta establecer entre la actividad de Pujol y la de Ferrusola.

La Ferrusola 'novicia'

Antes de empezar a contar misales andorranos, Marta Ferrusola había sido una joven que representó bien los valores de una clase media catalana que no pasó hambre durante la dictadura, exitosa en la expansión comercial con la que superaría la postguerra pese a su catalanismo. Menestrales que, sin tener orígenes patricios, prosperaron durante el franquismo. Su refugio espiritual no era ni el Opus Dei ni el nacionalcatolicismo, sino el catolicismo popular simbolizado por el monasterio de Montserrat.

De hecho, el matrimonio Pujol-Ferrusola se conoció en el entorno de la escuela cristiana Virtèlia, de la que saldría la llamada Generación Virtèlia, es decir, la mayoría de los cuadros del poder político de la Catalunya postfranquista, como el propio Pujol, Miquel Roca, Pasqual Maragall, Josep Maria Trias de Bes, Federico Mayor Zaragoza o incluso Fèlix Millet. Élite económica, catolicismo y catalanismo se mezclaron en el cóctel con el que los niños bien catalanes se enfrentaron a la dictadura franquista que en muchas ocasiones sus padres habían tolerado en mayor o menor grado.

La Ferrusola del poder

Pujol llegó en 1980 a la presidencia de una Generalitat que estaba por construir, lo que le permitió diseñarla a su imagen y semejanza. El primer decreto fue la creación de la secretaria de la Presidència, al frente de la cual puso al empresario Lluís Prenafeta. “Lluís, la Generalitat somos tú yo”, es la frase que ha pasado a la historia sobre aquellos días.

Pero no era exactamente así. Según explica la periodista Cristina Palomar, autora del libro 'Això és una dona! Retrato no autorizado de Marta Ferrusola', la esposa del president tenía capacidad para poner y quitar consellers, pues era quien daba la última palabra a la composición de los gobiernos catalanes. “Los miembros propuestos debían ser de buena familia, y si eran católicos practicantes, mejor que mejor”, explica Palomar. Además, el libro explica que fue Ferrusola quien presentó a Prenafeta a su marido y quien decidió apadrinar a Artur Mas como hijo político.

Así pues la Generalitat fue, desde bien pronto, también la primera dama. El perfil público de Ferrusola y la identificación del matrimonio con la institución que enseguida ocurriría así lo atestiguan.  

“Yo le aseguro que estoy dispuesta a trabajar junto a muchos otros para que eso sea una realidad”, aseguraba Ferrusola en la campaña de las elecciones catalanas de 1984 a la pregunta de si CiU volvería a ganar las elecciones. Pero apuntaba más: “No por nosotros como familia, porque comporta unos sacrificios, pero por el país se puede hacer todo, por Catalunya se puede hacer todo”.

La mujer del president sonríe confiada a las cámaras de La 2 de Televisión Española mientras explica los supuestos sacrificios que su familia hace por Catalunya. Poco después, Pujol ganó las elecciones por segunda vez, con la mayoría más amplía conseguida nunca. El pujolismo, como sistema de poder total dentro de los márgenes de la autonomía, nacía realmente entonces, cuando el matrimonio comprobó que su fórmula política funcionaba y se asentaba.

Durante las siguientes dos décadas, la hija de aquellos botiguers del Eixample ejercería toda su influencia. “Pujol se dedicaba a lo divino, y dejaba todo lo humano para su mujer”, explica Palomar. “Ella, por sus orígenes familiares, llevaba todas las cuentas, controlaba todos los asuntos económicos de la familia y era muy ahorradora. No puede extrañar que ella conociese y manejase el dinero de Andorra”, asegura la periodista.

Pero sobre todo, Ferrusola consiguió marcar la opinión pública con sus frecuentes declaraciones en los medios, muchas veces de corte clasista, habitualmente xenófobas y, siempre, de un extremo conservadurismo. “Ella se manifestaba frecuentemente contra los homosexuales o contra el divorcio. También era muy racista, en una primera etapa contra los inmigrantes del resto de España y luego contra los extracomunitarios”, recuerda Palomar.

La caída del poder en la sombra

El 23 de febrero de 2015, una Marta Ferrusola anciana pero con aspecto robusto acudió al Parlament de Catalunya a declarar ante la comisión de investigación sobre el fraude y la corrupción. Acompañaba a su marido y a su hijo mayor. A diferencia de estos, que se mostraron lenguaraces y vehementes ante los diputados, Ferrusola fue ahorradora en palabras y detalles. No pudo evitar, sin embargo, dejar algunas perlas que retratan el modo de pensar de la jefa del poder del pujolismo en la sombra.

Ferrusola aseguró que sus hijos iban “con una mano delante y una detrás”, y dejó entrever que se les imputaba una fortuna mucho mayor de la que detentan. “Cada uno sabe lo que pasa en su casa”, dijo la matriarca. Además, aseguró que no había viajado a Andorra “ni diez veces” y que cuando lo había hecho, había ido únicamente a esquiar. Cuando el interrogatorio de los diputados más apretaba, Ferrusola llegó a asegurar que sentía “mucha pena” y lo remató asegurando que “Catalunya no se lo merece”.

En esa frase está contenida la sensación que la familia Pujol arrastra desde la extraña confesión del expresident, en verano de 2014, a pocos meses de la consulta del 9-N. La visión de sí mismos como un símbolo de Catalunya, poco menos que un padre de la patria, no es propia sino que está muy extendida entre el catalanismo conservador. Pero, junto a eso, destaca en Ferrusola una visión del dinero y las propiedades como un asunto privado y que solo incumbe a su familia. Por mucho que su origen sea más que cuestionable y su rastro llegue hasta lo público.

La caída en desgracia de la familia en 2014 supuso para el espacio social de Convergència un golpe moral difícil de amortiguar. Ahora, cuando las pesquisas judiciales apuntan a Ferrusola, la caída del poder en la sombra del pujolismo de la corrupción puede convertirse en una verdad judicial. Más de dos décadas de sistema de poder convertido en un convento en ruinas para recordar el pecado original de la corrupción.

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