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'Toda la verdad', crónica de los días decisivos del procés

Portada del libro 'Tota la veritat'

Neus Tomàs

  • eldiario.es avanza un fragmento de 'Toda la verdad' (original en catalán), publicado por Ara Llibres

Octubre del año 2017 marcó un punto de inflexión en el llamado procés de Catalunya. Algunos consideran que certificó su final, otros que sirvió para constatar la magnitud del conflicto político más importante que vive España desde la reinstauración de la democracia. Más allá de las libres interpretaciones, es innegable que fueron unos días que se explican por decisiones que se tomaron meses antes y que explican también otras que se tomaron después. Durante estos dos años, seis periodistas de trayectorias y medios distintos hemos investigado qué pasó en los despachos, cómo se tomaron decisiones cruciales para el futuro político de Catalunya pero también para muchos de sus protagonistas. Hemos consultado a más de un centenar de fuentes para escribir una crónica periodística que aspira a describir sin apriorismos la verdad de lo que pasó esos días.

En Toda la verdad (original en catalán y editado por Ara Llibres) se relata cómo fue, el 22 de abril del 2017, la reunión fundacional del llamado 'Estat Major', quienes integraban este sanedrín paralelo al Govern, y cómo contactaron con Puigdemont para exponerle un plan que permitiese organizar el referéndum de manera clandestina. En este libro se describe también cuál fue el papel de Julian Assange y su entorno para diseñar el operativo de las votaciones y evitar que los ataques informáticos no las bloqueasen. Se desvela cómo se había previsto un plan para evacuar al Govern durante la jornada del 1-O si se dictaba una orden de detención contra ellos e incluso dónde estaba escondida una cámara para, llegado el caso, grabar a la Guardia Civil entrando en el Palau de la Generalitat.

Este es un trabajo en el que se reconstruyen decenas de reuniones, desde la última que formalmente celebró el Ejecutivo catalán a las vídeoconferencias posteriores entre los dirigentes que se quedaron y los que siguieron a Puigdemont a Bruselas. También se detalla cuándo y cómo decide el expresident irse a Bélgica o las dudas de los consellers Jordi Turull, Josep Rull, Carles Mundó y Raül Romeva, quienes, con las maletas ya hechas, en una reunión que empezó en el aparcamiento de un Decathlon y acabó en una casa del Vallès, decidieron que no se irían aunque eso implicase entrar en la cárcel.

El libro incluye alguna documentación inédita, entre la que destaca el discurso que Quim Torra redactó para que Puigdemont leyese en el momento de declarar la independencia y que, como la república, acabó en un cajón.

En este fragmento de Tota la veritat se relata qué pasó, justamente hace dos años, un fin de semana como este. Ese domingo empezó en una masía del Empordà con Puigdemont reunido con dirigentes de ERC, PDeCAT, Òmnium y ANC mientras la mayoría del Govern y otros dirigentes independentistas habían cruzado ya la frontera con Francia y aguardaban instrucciones en una casa del Conflent.

“Ese mismo sábado 28 de octubre, en Vilaür, en el Alt Empordà, el president, Carles Puigdemont, responsables del PDeCAT, ERC, ANC y Òmnium van llegando a la casa de un particular vinculado a las entidades para intentar coordinar los pasos siguientes. Se ha decidido convocar la reunión esa misma mañana en un encuentro entre Marcel Mauri y Elsa Artadi en casa de Oriol Soler. Puigdemont es de los primeros en llegar. Aparte de Mauri y Soler, también están Agustí Alcoberro, Jordi Bosch (de Òmnium), David Bonvehí, Sergi Sabrià y Marta Rovira, que llega más tarde. Mientras conversan, Mauri ha procurado un buen stock de patatas fritas Corominas, de Badalona como él. El president les expone cómo ve la situación. Después de su baño de masas en Girona, se muestra convencido de que de cara al lunes no toca esconderse, sino actuar con naturalidad. Él mismo les explica que al día siguiente irá a ver el partido de fútbol del Girona contra el Real Madrid de la Liga en Montilivi. Esta es la instrucción que se decide transmitir a los consellers y acuerdan que Rovira se encargará de comunicarlo personalmente a los miembros del Gobierno concentrados en Francia.

El president deja caer por primera vez la opción del exilio en Bélgica a ERC, aunque con pocas concreciones. Una vez terminado el encuentro, se acerca a la secretaria general de los republicanos y le comenta, de pie, que diga a Raül Romeva que “hay posibilidades”, si deciden establecerse en territorio belga, y que para ello tendrían que desplazarse hasta ahí y hacer una reunión. Rovira se marcha intrigada y cuando se reencuentre con el conseller de Exteriores no le resolverá la duda. En ese momento, Puigdemont ha recibido información fresca del emisario que había enviado a Bruselas. Ese sábado ha regresado a Catalunya para transmitirle que tiene las puertas abiertas para establecerse allí, y de nuevo vuelve a la la capital belga para continuar explorando esta vía. Pero, en Vilaür, Puigdemont no da tantos detalles; de hecho, no explica nada de esta misión.

En la reunión, partidos y entidades también empiezan a hablar de la convocatoria electoral para el 21D que había anunciado Rajoy. Nadie plantea ninguna duda sobre la conveniencia de presentarse, aunque esto implique asumir el 155. Puigdemont apunta que la mejor fórmula es repetir una coalición independentista como la de Junts pel Sí, pero Esquerra no quiere entrar y se descarta esta opción. Terminado el encuentro, el president regresa a casa y Bonvehí se va a cenar con Marta Pascal y Lluís Corominas al Empordà, a la casa que este último tiene en Pals. El resto se quedan a cenar pan con tomate y embutidos en Vilaür y planifican el nuevo escenario a partir de lo que se ha decidido. Marta Rovira regresará por la noche al Conflent, y los otros se quedarán a dormir en la casa para continuar pensando en los diversos escenarios.

En Francia, los consellers vuelven al Hotel Hostalrich, donde pasan la noche. Allí les espera Toni Comín. El conseller de Salud ha llegado tarde, acompañado de su familia y del concejal de Barcelona en Comú Jaume Asens, abogado y amigo suyo, a quien pidió apoyo. Comín es de los que tiene claro que no volverá a Barcelona; lleva una maleta grande con ropa para varios días. Se ha despedido de los de casa, consciente de que emprende un camino hacia el exilio para evitar la cárcel. Cuando esa mañana ha consultado el dilema a su madre, la viuda del histórico dirigente antifranquista del PSUC, Alfonso Comín, no ha dudado. «Yo la prisión ya la he vivido una vez», le respondió recordando la experiencia de su marido.

Más tarde llega Rovira, que les transmite la instrucción de que el lunes actúen con normalidad y retomen la agenda institucional. Algunos consellers, que se han mentalizado ya del camino del exilio, no ven claro lo de volver a cruzar la frontera. En cambio, la secretaria general de Esquerra cree que no tiene sentido quedarse y regresa a Catalunya, con Anna Simó, también de ERC.

También se va Josep Rull (PDeCAT), a quien se le ha metido entre ceja y ceja que el lunes acudirá a su conselleria, como había anunciado el viernes a los trabajadores. Siguiendo la consigna de Vilaür, al día siguiente decide ejercer de conseller legítimo en el acto del centenario de la llegada de los Ferrocarriles de la Generalitat en Sant Cugat del Vallès. Es el único acto de aquel fin de semana de un miembro del Govern destituido. A Josep Rull le acompaña a todas partes Damià Calvet, entonces director del Instituto Catalán del Suelo, el Incasòl, y persona de su máxima confianza.

La mañana de aquel domingo, Calvet lo recoge en casa y lo lleva a desayunar en Sant Cugat con la alcaldesa, Mercè Conesa (otra ‘rullista’), poco antes del acto de los cien años de los Ferrocarriles. El entorno del conseller destituido ya se había movido para preparar su aparición. No las tienen todas consigo: temen que la policía o ciudadanos contrarios a la independencia revienten el acto e impidan que Rull lo presida. Por eso, movilizan a los suyos para asegurar que el entorno sea seguro. Finalmente, lo que debía ser una ceremonia protocolaria con la alcaldesa y el presidente de la compañía ferroviaria, Enric Ticó, se acaba convirtiendo en una concentración que reivindica el Govern legítimo, y Rull sale aclamado por el público“.

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