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Puigdemont se juega su futuro personal y la hegemonía de su partido el 21D

En pantalla y desde Bruselas, Carles Puigdemont y los consellers cesados, Clara Ponsatí y LLuís Puig al finalizar el acto que Junts per Catalunya

Arturo Puente

La palabra castellana órdago viene del euskera y significa “ahí está”, en el mismo sentido que en lengua inglesa se dice 'all in' en el póker. En la política catalana la traducción correcta sería Junts per Catalunya, también conocida como 'La llista del president'. El PDeCAT ha apostado todo su capital político en esta candidatura, en la que Carles Puigdemont se juega no solo la hegemonía de su partido, sino también su futuro personal ante los tribunales.

Junts per Catalunya tiene ante sí el reto de convertirse en la lista más votada, en primer lugar, y de conseguir imponer a Puigdemont como candidato a la investidura aún no siendo el más votado en el caso de que el independentismo obtenga una mayoría parlamentaria el próximo jueves. Ninguna de las dos cosas serán fáciles porque, por primera vez en su historia, el antiguo espacio de Convergència corre el riesgo de ceder el liderazgo nacionalista a ERC.

Desde su llegada a Bélgica en su intento de eludir la acción de la justicia española, Puigdemont ha apostado por una lista desligada de su partido para evitar una debacle electoral. El president cesado buscó primero una candidatura unitaria con ERC pero, ante la cerrada negativa de los republicanos, optó por tirar de agenda y confeccionar una lista repleta de figuras de la sociedad civil y del mundo municipal de su partido, y sin ningún nombre de la cúpula del PDeCAT. Para conseguirlo reclutó a su colaboradora en la Generalitat, Elsa Artadi, quien se ha convertido en el cerebro de la candidatura y en sus manos en Catalunya.

El discurso con el que 'la llista del president' se ha hecho un hueco en las encuestas se centra en la promesa de la restitución del “Govern legítimo”, encabezado por Puigdemont, una idea que han convertido en línea roja independientemente de sus resultados. “No investiremos a ningún candidato que no sea Puigdemont”, repiten desde la formación. La campaña ha llegado a ser agresiva en este sentido, cuando han tratado de rascar voto potencial de ERC asegurando que “cada voto que no sea para Puigdemont será para el 155”

El 'efecto Puigdemont' sacudió las encuestas durante el inicio de la campaña, consiguiendo que ERC rebajase sus aspiraciones. En paralelo, JxCat despegó hasta situarse en torno a los 25 escaños. Sin embargo, el voto útil ha sido un enemigo frecuente del equipo dirigido por Artadi, hasta el punto que las últimas estimaciones demoscópicas los sitúan con claridad como tercera fuerza.

Más allá de la batalla partidista que mantiene con ERC, la rotunda apuesta por volver a investir a Puigdemont tiene mucho que ver con su propio futuro procesal. Tras la retirada de la euroorden con la que la justicia española lo reclamaba a la justicia belga, el líder exconvergente tiene libertad de movimientos en toda Europa, pero sería detenido si se le ocurre poner un pie en suelo español. Además, después de su salida a Bruselas, Puigdemont ha redoblado sus dificultades para argumentar ante el juez que no hay riesgo de que se fugue y, por tanto, para evitar su encierro en prisión preventiva.

Desde su candidatura aseguran sin embargo que nada como una mayoría dispuesta a investirlo para que la justicia cambie de idea. Tanto por las implicaciones políticas que tendría encarcelar a un president reelecto como por los argumentos jurídicos que le brindaría a su defensa, la reelección es la principal estrategia de Puigdemont. De hecho el president cesado ya ha asegurado que si es propuesto para la investidura volverá a Catalunya. La contrapartida es que, si no es así, lo más probable es que prefiera no volver.

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