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Los desacuerdos en el independentismo redoblan la presión sobre Puigdemont

Acto de final de campaña del referéndum del 1-O en Montjuïc

Neus Tomàs / Sergi Franch

El fuego amigo se está convirtiendo en la peor pesadilla de Carles Puigdemont. El independentismo había logrado hasta ahora capear las diferencias internas gracias al objetivo compartido de celebrar un referéndum. La falta de respuesta, cuando no el intento de humillación por parte del Gobierno central, también había ayudado a preservar esa cohesión. Pero tras el 1-O han cambiado muchas cosas. La desconfianza se abre paso en el flanco que configuran el PDeCAT, ERC, CUP y las entidades soberanistas ANC y Òmnium. Unos tienen más prisa que otros. Unos reciben más llamadas que otros y eso comporta que unos tengan dudas y otros, no.

Puigdemont y su partido quieren ganar tiempo, pero sus socios se lo deniegan. La intención del president es esperar al lunes para contestar al requerimiento de Mariano Rajoy para que aclare si ha declarado o no la independencia. Su intención inicial era enviar una copia del discurso que pronunció en el pleno y dudaba de si adjuntar una copia de la declaración de independencia que firmaron los diputados independentistas al acabar la sesión. Fuentes próximas al Govern explican que el jefe del Ejecutivo es consciente de que la inestabilidad social y el riesgo de conflicto social pueden ir a más en función de la decisión que adopte.

Este viernes, el presidente de la Generalitat ha mantenido reuniones tanto con representantes del Govern como de Junts pel Sí y de la CUP para intentar aclarar las posiciones. Los cupaires han evidenciado que su malestar se traducirá en más presión y de ahí que hayan enviado una carta al president en la que le exigen la “proclamación de la república”. Sus dirigentes reconocen que existe una desmovilización independentista y aspiran a frenarla con decisiones como la oficialización de una fecha para proclamar la república catalana.

¿Tacticismo o farol?

Mientras la CUP actúa con una estrategia clara, en Esquerra todo es más alambicado. En la última reunión del Govern, Puigdemont pidió a sus consellers que dieran su opinión. Como avanzó el diario.es, la mayoría avaló la suspensión de la DUI, pese a que no habían visto cuál era la literalidad de la propuesta. Todos optaron por esta menos la titular d'Ensenyament, Clara Ponsatí, que votó en contra, y el vicepresidente, Oriol Junqueras, que decidió abstenerse con el argumento de que todo el mundo conoce su opinión y no hacía falta repetirla.

El origen del problema está en que PDeCAT, ERC y la CUP tenían acordado que habría una suspensión de la declaración, según aseguran fuentes de Junts pel Sí. Pero a última hora, Puigdemont decidió que en su discurso no fijaría un plazo y que tampoco leería el texto de la misma. Republicanos y cupaires se enervaron y culparon de la reculada del president al ascendente de Artur Mas y a los temores de la coordinadora de su partido, Marta Pascal.

“Si la suspensión responde a una cuestión táctica, estamos a favor. Pero si todo es un farol, estamos en contra”, resumen los republicanos. En ERC insisten en que si no se envía un mensaje de firmeza, Rajoy les arrasará: “Para que no te aplasten, tienes que demostrar que no vas de farol”.

Pero, sea de farol o por tacticismo, en el PDeCAT defienden que no es momento de precipitarse. Artur Mas, que ha vuelto (si es que alguna vez se fue), les ha contestado a todos a la vez al recordarles que las decisiones las toma el Govern. Ha sido en una entrevista en TV3, en la que ha admitido que una de las opciones que se han barajado es la de convocar elecciones, aunque el expresident insiste en que deben ser constituyentes. En este sentido, en la ronda con los consellers que Puigdemont ha hecho este viernes, uno de ellos, el titular de Empresa, Santi Vila, le ha insistido también en que la mejor salida es ir a elecciones.

Divergencias en la ANC

Tampoco en una de las entidades soberanistas, la ANC, están tranquilos. Este viernes, la cúpula pidió en una reunión extraordinaria y urgente convocada el mismo día que se levantara la suspensión a la DUI. Pese a la premura de la cita, la reunión de su principal órgano de dirección contó con unas sesenta personas de las 75 que forman este órgano.

Había inquietud y desorientación por la falta de explicaciones y de información. Pero uno de los máximos conocedores de cómo se produjo la declaración de Puigdemont estaba ausente: Jordi Sànchez, el presidente de la entidad no asistió a la reunión. El comunicado “Levantemos la suspensión” difiere en mucho del que proponía el mismo presidente de la ANC. Al final, el secretariado decidió que se mandaban las dos comunicaciones.

La primera, una carta de Sánchez, titulada “La hora de la verdad” se dirige a los socios y simpatizantes para señalar que la decisión de suspender la declaración fue “una apuesta arriesgada pero honesta” y que en ningún caso representa “una renuncia a la proclamación de la República”. La segunda es un comunicado en el que instan al presidente de la Generalitat a levantar la suspensión de la declaración. Fuentes presentes en la reunión señalan que no querían que se entendiera “como una enmienda a la totalidad a Puigdemont”. Aunque visto desde fuera, puede parecerlo.

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