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El testamento de Artur Mas

Artur Mas junto a David Fernàndez, presidente de la comisión parlamentaria

Siscu Baiges

Muchas horas de comparecencia y ninguna noticia. Una expectación como en los días “históricos” del Parlamento que no se ha correspondido con las novedades que ha aportado el paso del presidente de la Generalitat, Artur Mas, por la Comisión de Investigación del Fraude y la Evasión Fiscales y las Prácticas de Corrupción Política. Al acabar la sesión, muchas diputadas y diputados se preguntaban si había valido la pena tanta insistencia para llevar a Mas a la Comisión. Ha acabado cansado –ha pedido un kit-kat a media tarde– pero sin despeinarse.

Quizás la única información desconocida que se ha sabido hoy es que Artur Mas también ha hecho testamento. Y, según ha explicado, lo ha hecho sin comunicar a sus hijos el contenido de este documento. Curiosa visión la que tiene de las obligaciones familiares. Una visión que tiene puntos de contacto con la de Jordi Pujol. El ex-presidente de la Generalitat confesó, el 25 de julio, que su padre hizo un testamento B, que llevó dinero a un paraíso fiscal a nombre de su yerna, Marta Ferrusola, y sus hijos. Pero no le explicó nada a su otra hija, Maria Pujol.

El padre de Artur Mas también llevó dinero a una cuenta de un paraíso fiscal. En este caso, Liechtenstein. Pero Mas ha dicho, esta tarde, que él desconocía los detalles: “Mi padre tuvo una causa judicial abierta. No lo seguí porque no me afectaba a mí”. “Mi madre fue la única beneficiaria de aquel testamento y ni ella ni mis hermanos han sido nunca testaferros míos”, ha añadido. Algunos diputados querían saber cómo fue a parar una fotocopia del DNI de Artur Mas a la cuenta liechtensteniana donde estaba depositado este dinero. Pero se han quedado con las ganas.

Ahora Mas y su esposa hacen un testamento del cual no dan detalles a sus hijos. Podría interpretarse como la traducción convergente del dicho que pide que “la mano derecha no sepa lo que hace la izquierda”. “Que los hijos no sepan qué hacen los padres con su dinero” y “que los padres no sepan qué hacen los hijos con los suyos”. Artur Mas ha remachado el clavo: “Yo tengo tres hijos y no puedo fiscalizar que no trabajen en empresas que contraten con las administraciones” (gobernadas por CiU, se entiende).

La oposición ha intentado acercar las familias Pujol y Mas y el presidente, alejarlas. “Sólo he ido una vez a casa de Jordi Pujol Ferrusola y nunca hemos comido las dos parejas juntas”, ha explicado después de que la presidenta del PP catalán, Alícia Sánchez Camacho, lo presentara como “el octavo hijo de la familia Pujol-Ferrusola”.

La comparecencia ha ido perdiendo gancho e interés a medida que pasaban las horas y se repetían preguntas y respuestas, sin ninguna sorpresa. Sólo se ha animado un poco cuando el portavoz del Gobierno, Francesc Homs, ha hecho algo de ruido y el presidente de la Comisión, David Fernàndez, ha pedido al “Gol Sur” que callara.

Fernández lucía esta tarde una camiseta con el lema “Punk’s not dead”. “El punk no está muerto”. Mas ha salido bien vive de su comparecencia. El testamento personal ya lo ha hecho. El testamento político todavía no ha llegado la hora de llevarlo al notario.

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