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La urbanización del entorno del templo de la Sagrada Familia amenaza a 3.000 vecinos

Visat de la Sagrada Familia y de la zona afectada por la urbanización.

Cristina Palomar

Barcelona —

Hasta 3.000 vecinos podrían perder su casa como consecuencia de la urbanización del entorno del templo de la Sagrada Familia de Barcelona. El futuro paseo de 60 metros de ancho que ha de conectar la fachada principal de la Gloria con la avenida Diagonal atraviesa dos manzanas de casas del Ensanche barcelonés situadas en la parte sur del monumento. De llevarse a cabo la obra tal como figura en el Plan General Metropolitano de 1976, la urbanización afectaría a unos 1.200 pisos y locales situados entre las calles Mallorca y Aragón a la altura de Cerdeña y Marina, y obligaría a realojar a centenares de familias.

La fecha de finalización de la construcción del templo ha dejado de ser un chiste para los barceloneses. La velocidad con que avanzan las obras, y que hace prever que la basílica de la Sagrada Familia se haya acabado hacia el año 2026, ha disparado las alarmas entre los vecinos del barrio afectados directamente por esta obra monumental que amenaza con devorar todo lo que le rodea. Los quebraderos de cabeza también han empezado para el Ayuntamiento de Barcelona, y no sólo porque es el responsable de expropiar las fincas y de reubicar a todos los afectados, sino porque se enfrenta a la titánica misión de conseguir convencer a la Junta del templo para que financie toda la operación.

De llevarse a cabo tal y como está diseñada, el gran impacto que esta operación urbanística supondrá para una de las zonas turísticas más importantes de Barcelona durante seis años como mínimo ha llevado a la Asociación de Vecinos de Sagrada Familia a adelantarse al consistorio y a poner sobre la mesa un proyecto alternativo de urbanización que incorpora cuatro condiciones irrenunciables: que el templo corra con todos los gastos, reducir al mínimo las expropiaciones, realojar a los afectados en la misma zona del barrio y reducir la amplitud del paseo para salvar los edificios que dan a las calles Cerdeña y Marina.

El proyecto elaborado por la entidad propone que la futura rambla no tenga más de 40 metros de ancho en la manzana más cercana al templo y unos 30 metros en la manzana más alejada, y que incorpore una zona ajardinada y un aparcamiento subterráneo para uso del barrio en vez de ser solamente un acceso más para los más de ocho millones de turistas que se acercan hasta el templo cada año. Para alojar a los vecinos, la asociación exige al Ayuntamiento construir una parte de las viviendas en las mismas manzanas afectadas y en el solar de Aguas de Barcelona de la calle Mallorca, actualmente calificado como zona de equipamientos. Para compensar esta pérdida de suelo público, la asociación de vecinos propone la compra del cine Niza, cerrado desde hace más de diez años, y su conversión en ateneo popular a pesar de la negativa inicial del regidor del distrito del Eixample, Gerard Ardanuy.

El pasado 23 de julio se celebró la cuarta reunión de la comisión de trabajo entre Hábitat Urbano y los representantes vecinales donde se aceptaron casi todas las propuestas de la asociación y se acordó elaborar el preceptivo estudio técnico del futuro paseo. Entre los puntos más destacados del preacuerdo destacan el compromiso del ayuntamiento de que “el realojamiento no tendrá ningún coste para el propietario y el arrendador desplazado”. El consistorio también acepta la prohibición de aparcar autocares turísticos en el paseo, además de comprometerse a elaborar un plan de equipamientos y otros dos de espacio público y de movilidad para regular la fuerte presión turística que soporta el barrio. Como novedad se incluye la posibilidad de realojar a los vecinos en los pisos que se han de construir en el entorno de Glorias.

Sin embargo, las cosas no son tan fáciles como parecen porque la cuestión del dinero todavía no se ha abordado. Los vecinos exigen que sea el Patronato de la Sagrada Familia quien lo pague todo, pero hasta ahora ningún representante de la Junta ha querido participar en las reuniones, cosa que hace pensar que no tiene ninguna prisa ni ninguna intención de poner un euro. Según el responsable de urbanismo de la Asociación de Vecinos de Sagrada Familia, Joan Itxaso, el ayuntamiento ha aceptado la propuesta vecinal “para reducir gastos porque sabe que el templo no quiere pagar nada”. Para Itxaso no está nada claro que el proyecto llegue a buen término: “Si el templo no paga, creo que todo se quedará como está”.

De momento, los afectados se han constituido como plataforma. Recuerdan que hay cases de principios de siglo y de los años treinta, y que cualquier decisión que se tome se ha de hacer teniendo en cuenta, sobre todo, a los vecinos. “Es un tema muy delicado porque está afectada gente muy mayor, que vive en el barrio desde hace generaciones y que echarán de su casa, y si no hacen un traslado que les ilusione con unes condiciones mejores, será muy doloroso”, aseguran. Preguntados sobre quién ha de ser el responsable de pagar las obras, tienen muy claro que ha de ser el templo. “Lo que se quiere hacer aquí no es una obra que Barcelona necesite, sino una obra para beneficiar a una empresa privada que tiene mucho poder”, remarcan. Mientras tanto, la Sagrada Familia sigue creciendo a pesar de no tener licencia de obras.

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