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La explotación de los acuíferos disparó el terremoto de Lorca

Este es el único edifició que sufrió un colapso completo en el terremoto, pero decenas tuvieron que ser derribados en los días siguientes.  Foto: M.A.C.

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Miguel Ángel Criado —

Los nueve muertos, más de 300 heridos y los dueños de miles de hogares del terremoto de Lorca de 2011 ya tienen a quien culpar: al ser humano. Un equipo de expertos ha relacionado la explotación de los acuíferos de la vega lorquina con el seísmo. En un artículo publicado en Nature Geoscience, los investigadores sugieren que la extracción del agua alteró el frágil equilibrio de fuerzas bajo la superficie terrestre. La magnitud del movimiento telúrico, que se habría producido de todas formas, y sus desastrosas consecuencias también fueron obra humana.

“El estudio demuestra por primera vez que una variación del peso (descarga) sobre la corteza terrestre puede controlar las características de un terremoto tectónico, en este caso debido a una disminución de carga por la extracción de agua subterránea”, explica el investigador español de la Universidad de Western Ontario (Canadá), Pablo González, que, junto a sismólogos canadienses, italianos y otro experto español del CSIC, han estudiado a fondo las características del terremoto que sacudió Lorca en la tarde del 11 de mayo de 2011.

Usando complejos sistemas de medición y teledetección, como la interferometría por radar de apertura sintética, instalados en dos satélites Envisat, y datos de estaciones GPS, pudieron medir la deformación del terreno provocada por el terremoto. La mayor parte de la destructiva descarga de tensión se produjo en una pequeña zona de dos a tres kilómetros cuadrados, con un desplazamiento de unos 20 centímetros. Lo más revelador es la superficialidad del estallido, su hipocentro estaba situado a no más de tres kilómetros de profundidad.

Desde el primer momento, a los no expertos les soprendió que un terremoto de magnitud 5,1 provocara tanto destrozo, dañando al 80% de las viviendas. Los que sí eran expertos señalaron la inusitada cercanía del hipocentro de la superficie como la causa. Pero la gran mayoría de los terremotos tectónicos como el de Lorca, provocados por la liberación de energía desde las profundidades de una falla fruto del choque de las placas tectónicas, se desatan mucho más abajo de esos tres kilómetros. ¿Por qué fue tan superficial?

“Nuestras investigaciones indican que la posición y orientación de la falla con respecto a la del acuífero es muy importante para promover o reducir los esfuerzos de ruptura”, explica González. La falla de Alhama, que pasa a centenares de metros del norte de Lorca y recorre parte de la provincia de Murcia de norte a sur durante 100 kilómetros acabando en Cuevas del Almanzora, ya en Almería, limita con una zona de aguas subterráneas que ha sufrido un descenso de la capa freática de 250 metros desde 1960 debido a la extracción para regadío y consumo humano.

Lorca se hunde

Ahora encajan mejor las piezas. En octubre de 2011, medio año después del terremoto, investigadores del CSIC comprobaron que la ciudad de Lorca se estaba hundiendo a razón de 10 centímetros cada año. ¿La causa? La sobreexplotación de los acuíferos que está creando un vacío bajo los pies. Los autores de ese trabajo fueron dos de los autores del estudio publicado ahora: Pablo González y el investigador del Instituto de Geociencias del CSIC, José Fernández. Ya entonces buscaban la conexión entre la extracción del agua y el seísmo. Aunque el centro de la región deprimida corresponde al municipio lorquino, la extensión de la superficie es de unos 690 kilómetros cuadrados e incluye las localidades de Puerto Lumbreras, Totana y Alhama de Murcia.

“Ese terremoto iba a ocurrir tarde o temprano, es más, en el pasado Lorca ha sufrido seísmos similares, y nuestras estimaciones indican que la energía liberada en este era la esperada para un terremoto tectónico. Pero es la coincidencia en la zona de ruptura (deslizamiento de la falla) y la zona de máximos esfuerzos por descarga de la corteza, lo que nos ha llevado a la conclusión de que esta descarga por extracción de agua influyó en las características del terremoto (qué zona de la falla se activó)”, sostiene González.

Las fallas son como imanes para un terremoto de origen tectónico. La energía provocada por el choque de la placa nubia con la euroasiática busca las grietas de la superficie para escapar y la zona de cizalla de Trans-Alborán, a la que pertenece la falla de Alhama, es una buena vía de escape. La alteración del nivel de la capa freática habría añadido un extra de tensión a una zona ya condenada a sufrir un terremoto de mediana intensidad cada cierto tiempo.

“Lo que hemos probado es una correlación positiva entre ambas variables. Hoy por hoy, no sabemos los umbrales de cantidad de esfuerzos necesarios para disparar un terremoto. Por lo que hemos sugerido que se adelantó un terremoto inevitable”. La naturaleza decide qué, pero el hombre, al menos en este caso, habría elegido cuándo y cómo.

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