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Alcaldes veteranos de Guadalajara: 40 años con el bastón de mando

Paulino Collada, aldalde de El Recuenco

Raquel Gamo

Valdarachas es un pequeño y recoleto municipio ubicado en la comarca de La Alcarria, a pocos kilómetros de Yebes y Horche, bien comunicado con la capital de la provincia de Guadalajara. La estampa verde primaveral se funde con la recia fisonomía de su caserío. En la fachada del Ayuntamiento cuelga una placa que reza lo siguiente: “Con todo el cariño de su pueblo a Mauricio Martínez Machón por su trabajo y dedicación como Alcalde de Valdarachas desde 1972”.

A más de cien kilómetros siguiendo la ruta hacia Cuenca, en un valle rodeado de pinares y serpenteado por una sinuosa carretera yace El Recuenco, una localidad situada entre las comarcas de las Alcarrias y el Alto-Tajo. El sosiego que acompaña habitualmente a la plaza de Nuestra Señora de la Bienvenida en la que se ubica el Consistorio, es interrumpido por las cámaras de los periodistas que se acercan hasta el municipio en esta soleada mañana de mayo con un firme objetivo: entrevistar al Alcalde.

En la provincia de Guadalajara, 288 municipios eligen a sus alcaldes o alcaldesas en las elecciones del próximo 26 de mayo. Muchos de los aspirantes optan por primera vez a los comicios municipales. Sin embargo, entre los veteranos sobresalen tres que han permanecido al frente de sus respectivas alcaldías de forma ininterrumpida desde los años 70, es decir, antes incluso de la recuperación de las libertades y de las primeras elecciones municipales en democracia.

Paulino Collada, Mauricio Martínez e Ignacio Gordon son alcaldes, respectivamente, de El Recuenco, Valdarachas y Matillas desde los albores de la década de los 70. Y los tres del PP, aunque el primero estuvo antes con UCD y el PSOE. Llevan más de 40 años al frente de tres pequeñas poblaciones de la provincia de Guadalajara desde las que han sido testigos de cómo la sangría de la despoblación ha mermado no solo su censo, sino también servicios esenciales como la escuela, el médico o la farmacia. También han vivido las etapas más cruciales de la historia reciente de España como las postrimerías del franquismo, la transición a la democracia o el desarrollo de la autonomía de Castilla-La Mancha. Una apasionante historia que no se detiene en plena campaña las elecciones municipales y continuará durante la próxima legislatura para los tres candidatos, que aspiran a revalidar el bastón de mando de sus respectivas alcaldías.

       

“Había pensado no seguir, pero los vecinos me convencieron y creo que ganaré otra vez”, asevera Mauricio Martínez, de 87 años y alcalde de Valdarachas desde 1972, cuando el entonces Gobernador Civil de Guadalajara le nombró regidor del pueblo. Un hecho que alteró su vida pegada a la tierra como agricultor en La Alcarria y, que recuerda con emoción portando en sus manos el documento oficial de la época: “Que me nombraran alcalde fue una sorpresa y todavía no sé porque se fijaron en mi”, asevera a eldiarioclm.es.

En otra zona de la provincia, rayana con la Serranía y a escasa distancia de la localidad de Jadraque, Ignacio Gordón, de 78 años, es alcalde de Matillas desde 1971. Con un acento suave que delata su origen andaluz, reconoce que “entré en política por curiosidad, después se convirtió en un entretenimiento y un vicio hasta hoy”. Además, tras cuatro décadas al frente del ayuntamiento en representación del PP, asegura a cerca de los comicios: “Tengo 78 años y esta vez lo viviré de manera especial, porque he prometido que será la última legislatura”.  También sopesa su futuro el alcalde de El Recuenco durante casi medio siglo, Paulino Collada, quien se muestra “muy agradecido al pueblo por todos estos años de apoyo y que todavía me sigan apoyando”.

En referencia a su aterrizaje en los ayuntamientos, los tres coinciden en subrayar las deficiencias de servicios básicos que arrastraban sus poblaciones, teniendo en cuenta que coincidió con el éxodo rural a las ciudades. Entonces, Valdarachas contaba con casi 200 vecinos y, según rememora Martínez, “lo primero que hice como alcalde fue conducir el agua a las casas, en 1973. También pavimenté los caminos aún de tierra y piedras e iluminé las calles”. Por su parte, Gordon se encontró a Matillas “sin asfaltar, con escasez de agua y sin televisión”. Una década después alcanzaría el millar de habitantes debido, en buena medida, a la fábrica de cementos que funcionaba a pleno rendimiento y aportó mucho empleo a la población alcarreña.

“Los políticos de mi generación nos negamos a cobrar”

Ese trabajo incansable desde cero para que sus municipios prosperasen y contaran poco a poco con los servicios necesarios es una de las máximas que les ha empujado a continuar como alcaldes durante tantos años. En el caso de Martínez y Gordon, su carrera política siempre ha estado ligada al Partido Popular. Según mantiene Este último, “los políticos de mi generación nos negamos a cobrar, nos guiábamos por el sentido común y siempre mirando por el bien de nuestros pueblos por encima de las siglas y partidos”.

En la misma línea se manifiesta Martínez, quien explica que “siempre he querido ayudar a mis vecinos y entenderme con todo el mundo, por encima de los partidos”. Esta relación de cordialidad que han cultivado estos alcaldes veteranos con las diferentes formaciones políticas  se hace especialmente elocuente en el caso de Paulino Collada. A lo largo de su trayectoria ha gobernado en representación de un mosaico de formaciones políticas, que escenifica a la perfección los cambios de la democracia española. Primero gobernó por la UCD de Adolfo Suárez en la primera legislatura (1979-1983), después por Alianza Popular, más tarde el PSOE durante cuatro legislaturas y, por último, de la mano del PP hasta la actualidad. Una alternancia de colores que él mismo explica: “He gobernado El Recuenco con aquel que ayudara a mi pueblo cuando lo necesitaba, como cuando el PSOE me dio el dinero para arreglar el Ayuntamiento, que estaba hundido o para construir un bar, hoy aún abierto”. 

Aunque los mencionados ediles tomaron posesión durante el franquismo, se muestran convencidos de los efectos beneficiosos que ha tenido para sus respectivos pueblos la etapa democrática. No hay duda al respecto. “En democracia ya podías ir a Toledo y pedir ayudas para hacer cosas por la población”, matiza el primer edil de Valdarachas. En el mismo sentido se expresa Gordon: “Estás para servir al pueblo en lo que necesite y vas a Guadalajara a pedir las veces que hagan falta”.

Asimismo, Martínez guarda buen recuerdo de políticos como Antonio Fernández-Galiano Fernández, presidente preautonómico de Castilla-La Mancha; del ex presidente de la Junta, José Bono; y de los ex presidentes de la Diputación de Guadalajara, Francisco Tomey (PP) y María Antonia Pérez León (PSOE). “Mantuve una buena relación con ellos y se preocuparon por mi pueblo”. Otro de los personajes ilustres que rememora con afecto Collada es al escritor Camilo José Cela: “Era un buen hombre, nos hicimos amigos cuando visitó El Recuenco y por eso por eso le dediqué una calle”.

Fruto de ese compromiso sincero, sus poblaciones han progresado de forma notable en estos años. Paradójicamente, dieron la bienvenida a las comodidades en sus plazas y casas cuando muchos de sus paisanos ya habían marchado a la ciudad. Así, medio siglo después de sus primeros pasos como regidores, las poblaciones de Matillas, Valdarachas y el Recuenco son una radiografía de la ‘España Vaciada’ de la que tanto se debate en los medios de comunicación y de la que se hacen eco los políticos con promesas de planes contra la despoblación en tiempo electoral.  

Ellos mejor que nadie han experimentado en primera línea ese declive que consideran, por lo general, “difícil” de revertir. En Valdarachas, por ejemplo, donde hoy viven 40 personas durante todo el año, la escuela lleva décadas cerrada, el médico pasa consulta cada 15 días y solo queda una tienda de ultramarinos, que regenta una familia de la población. “El Ayuntamiento acogió la escuela donde estudié, pero la gente se marchó y, aunque quedan cinco niños, los llevan cada día a la escuela de Horche”, un municipio situado a escasos kilómetros.

Lo mismo sucede en El Recuenco. Allí, donde en los años 70 vivían 700 personas, apenas habitan, en la actualidad, 20 vecinos durante todo el año. En el Recuenco antes había tres maestros, un médico y un veterinario, pero “hoy no hay actividad”, explica Collada. Y, agrega: “la gente te pide cosas cuando vienen en verano y yo les contesto que no hay gente; hay que ser razonable y hacer lo que se pueda, dialogando y sin tirar el dinero”.

“Muchos jóvenes querrían venir a vivir aquí”

Por el contrario, Gordon asume también que “los pueblos están mal”, pero no se resigna a pensar en que todo esté perdido para el medio rural: “Existe solución y queremos hechos y no solo palabras, afirma. Además, cree que ”muchos jóvenes querrían venir a vivir aquí, pero necesitan trabajo y, por eso tenemos que cambiar la mentalidad de las pequeñas empresas para que se instalen en el medio rural“.

Matillas, que acogió el millar de población en los años 80, en un momento en que la fábrica de cementos de la localidad estaba a pleno rendimiento, hace años que cerró la escuela y los niños del pueblo se desplazan ahora a diario a Sigüenza. El médico, que antes venía a diario, ahora  pasa consulta a los vecinos tres días a la semana. Pero, con todo, es un municipio multicultural que acoge una población de más de un centenar de personas entre alcarreños, senegaleses y marroquíes, “la torre de babel”, que llama el alcalde, y mantiene abierto un restaurante, un hostal, una serrería y una peluquería. En su opinión, “la Diputación ha sido la tabla de salvación de la provincia ante cualquier problema o avería. Si no, estaríamos abandonados”.

En cualquier caso, a pesar de las adversidades, la entrega incondicional a sus pueblos les ha granjeado el cariño y reconocimiento de sus vecinos en este tiempo. “Estoy muy agradecido a los vecinos”, recalca Collada. “Siempre he tenido claro que estaba para servir a mi pueblo y han sido gratificantes todos estos años de alcalde”, agrega Gordon.

Ese respaldo pétreo es el que les lleva a presentarse nuevamente a las elecciones con la misma ilusión de los comienzos puesta en sumar a sus pueblos y hacer lo posible para que revivan: “Me gustaría rehabilitar el cuartel de la Guardia Civil como vivienda para atraer a alguna familia”, asevera Collada. Por su parte, Martínez centra su preocupación en “limpiar los arroyos, porque si no se desbordarán pronto y en dar asfalto a las calles en mal estado”. A pocos días de las elecciones municipales, relajados y sin mítines de campaña a la vista -“todos nos conocemos desde hace mucho”, señala Collada-, los tres candidatos se muestran convencidos de que se alzarán con el bastón de mando otros cuatro años más.

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