Babis Plaïtakis asegura que “El Greco fue un emigrante que mantuvo siempre la dignidad”

El escritor griego Babis Plaïtakis, que acaba de publicar en España “El Greco y el Gran Inquisidor”, defiende en una entrevista con Efe que el pintor Doménicos Teotocópulos fue “un emigrante que, a pesar de las dificultades con las que se encontró, mantuvo siempre la dignidad y su libertad”.

Plaïtakis, que ha dirigido varias películas y documentales relacionados con las artes plásticas, comenta que la figura de El Greco aparece pronto en su vida, puesto que ambos nacieron en la misma ciudad, Heraklión, y ya de adulto quiso indagar en los vacíos que hay sobre su vida.

En esta novela histórica, que en castellano publica Milenio y que se ha traducido al inglés, francés, italiano y chino, rastrea su peripecia vital, desde su juventud en Creta, hasta su estancia en Italia, primero en Venecia y después en Roma, y se detiene en Toledo, la ciudad a la que llegó con 36 años, y donde se enfrentó con el Gran Inquisidor, un hombre que quería demostrar que su obra era herética.

Su primera idea fue escribir un guión cinematográfico, pero con todos los documentos que consultó y lo que fue descubriendo llegó a la conclusión de que debía armar una novela.

“En su vida hay vacíos importantes, de los que no hay testimonios. Sabemos que cuando marchó de Creta con 26 años ya era considerado el mejor artista de la isla y que en Venecia unió la técnica de la tradición bizantina con el nuevo arte del Renacimiento, pero lo perdemos de vista durante cuatro años”.

En este período, según Plaïtakis, estuvo viajando por Italia, viendo las obras de los grandes artistas del momento, hasta que en Roma conoció en el círculo del Cardenal Farnese a un español, Luis de Castilla.

Plaïtakis ficciona este encuentro y lo muestra como la espoleta que le llevó hasta Toledo, la ciudad, donde murió a los 73 años y donde “encontró el amor y desarrolló en todo su esplendor su estilo”.

La novela se centra en esos años, da cuenta de sus relaciones amorosas con Jerónima, la hija del propietario de una posada, con la que tuvo un hijo, aunque nunca se casó con ella, y no obvia los problemas que tuvo con la Inquisición y con El Gran Inquisidor, quien sería “su peor enemigo” y el artífice de macabras ceremonias públicas que siempre le provocaron “repulsión”.

A pesar de las “difíciles condiciones de vida, con una gran crisis azotando España y la constante presencia de la Inquisición, El Greco creó en Toledo un estilo propio y abrió nuevos caminos a la pintura que tenía que llegar”, apunta.

El escritor también sostiene que aunque acabó desestimándose un gran proyecto suyo para El Escorial, su pintura “El entierro del Conde de Orgaz”, prevista para una pequeña iglesia, acabó convirtiéndose “en la obra más importante de la pintura española del momento”.

Además, considera Plaïtakis que aquella obra supuso “un punto de inflexión” para la pintura en España. “El Greco -prosigue- es el creador de una obra propia, inigualable, precursora de la pintura moderna, como queda claro con 'Visión del Apocalipsis', un lienzo que inspiró a Picasso para su obra 'Las señoritas de Aviñón”.

Recuerda el novelista que Salvador Dalí también decía de El Greco que era “el patriarca universal ecuménico de la pintura”.

Estudiante de medicina, historia del arte y arqueología en Francia, Babis Plaïtakis reside actualmente en Atenas y ha escrito otras novelas históricas como “Alcibíades, el niño terrible”.

Actualmente, está trabajando en una obra en la que es central la figura de la filósofa Hipatia, representante máxima de la Escuela neoplatónica de Alejandría a inicios del siglo V.