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El “boom” de la almendra en Castilla-La Mancha que el mercado debería regular

Almendros

Carmen Bachiller

Noche del lunes 5 de septiembre al martes. Se produce un nuevo robo de almendras en Granátula de Calatrava (Ciudad Real), una de las zonas de la región en la que prolifera este tipo de producto. El episodio no es nuevo. Los almendros se han convertido en cultivo ‘estrella’ en Castilla-La Mancha en los dos últimos años hasta el punto que muchos agricultores reconvierten sus campos de cereal. También ocurre en Andalucía, donde los naranjales han dejado paso al fruto seco. El motivo: los elevados precios que se han venido pagando por la almendra tras un ciclo de escasez por parte del mayor proveedor mundial, California (Estados Unidos).

Los propietarios de estos cultivos en Granátula se han visto obligados a organizar ‘patrullas’ para vigilar sus tierras. No es suficiente con la labor de los guardeses o de la Guardia Civil en terrenos extensos y muy dispersos. Lorenzo de la Muñoza es uno de los agricultores afectados por robos, dos este mismo verano. El tercer hurto, el que se producía hace una semana, le 'tocó' a otro vecino de la localidad. “Los han pillado. Eran extranjeros”, explica.

Pero él lleva ya perdidos más de 2.000 kilos de almendras valoradas en más de 4.000 euros, además de los daños a los árboles. “Si la almendra se roba es porque alguien la compra. ¿Por qué se roba cobre? Porque hay una mafia a la que le interesa. En el caso de la almendra es igual. Las partidas deberían llevar documentación pero no la llevan”.

Cree que el problema es “grave” y aunque la Guardia Civil les ha dado instrucciones, “la pauta es que tienes que andar de noche porque los guardias civiles no son suficientes”. Pide más “dureza” por parte de los jueces y legisladores para quienes roban, porque son detenidos pero terminan reincidiendo.

En condiciones normales, la cosecha de la almendra ya debería haber terminado en Ciudad Real, pero la sequía ha cambiado las cosas y las noches de vigilancia se tornan largas e intensas. “Intentamos ayudarnos unos a otros”, comenta de la Muñoza. Sobre todo a los que terminarán los últimos. Y es que a algunas variedades de almendras que se cultivan en la zona les quedan casi un mes para ser recogidas.

A eso se suman las expectativas con el precio que alcanzará el fruto seco. No son muy buenas. Este agricultor asegura que el pasado año se pagó a tres euros el kilo de ‘almendruco’ (la pieza entera, cáscara y pepita) y este año se habla de un euro. El descenso de los precios lo confirma Juan Miguel Requena, de Asaja Ciudad Real. “Han caído un 33%. Si el año pasado la pepita se pagaba a nueve euros este año hablamos de cinco”

90.000 hectáreas de almendros en Castilla-La Mancha

Los precios se han desinflado en buena medida porque en California han reaccionado. No solo ha terminado allí un largo proceso de sequía sino que han reestructurado el cultivo, eliminando los viejos árboles y la producción este año será “histórica” comenta Anselmo Martínez, de Asaja Albacete. Se llegará al millón de toneladas frente a las 50.000 de España o a las 6.000-7.000 que se recogen en Castilla-La Mancha, donde existen unas 90.000 hectáreas de almendros. Más de la mitad están en Albacete pero también proliferan en Ciudad Real y Toledo.

La almendra se destina, sobre todo, a la producción de harinas, leche y dulces como el turrón. Se ha experimentado “un aumento exagerado de las plantaciones. Debería haber algún tipo de regulación aunque eso debe marcarlo el mercado”, explica Requena. Y es que se prevé que la cosechas hasta 2018 o 2019 puedan llegar a triplicarse. “Hay un boom de la almendra. No creo que llegue a burbuja pero está próxima”.

No obstante, Anselmo Martínez cree que el cultivo -cuya plantación no se rentabiliza hasta los cinco años- tiene futuro en la región porque su consumo aumenta un 5% cada año pero, aclara, “no creo que debamos volvernos locos como ha ocurrido estos dos últimos años y poner todos los huevos en el mismo cesto”. Y es que, “los productos agrícolas son muy sensibles al exceso de producción”. No es partidario de aconsejar al agricultor que sustituya cultivos de cereal o viñedo por almendro porque “a lo mejor en cinco años todo ha dado la vuelta. Antes no era muy rentable y a lo mejor volvemos a ese escenario”. Por eso su apuesta a medio y largo plazo pasa por que este tipo de cultivo se convierta en “un complemento”, sobre todo para el secano.

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