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José Luis Cuerda: “No quiero que gobierne la derecha porque el rico de este país es muy cerril”

El cineasta albaceteño José Luis Cuerda / Foto: Julio López Espeso

Alicia Avilés Pozo / Julio López Espeso

Es uno de los grandes maestros de nuestro cine. Albaceteño hasta la médula, es también, por sus propios méritos y por todos los que le permitieron hacer lo que le dio la gana, el mayor exponente del cine español del absurdo, iniciado con ‘Total’ (1983) y elevado a los altares del cultismo más apasionado con ‘Amanece, que no es poco’ (1989). ‘El bosque animado’, ‘La lengua de las mariposas’, ‘Los girasoles ciegos’ y su mecenazgo al ahora internacional Alejandro Amenábar son solo una muestra de su profunda marca en el séptimo arte español. Afable, abuelo debutante, cercano y gran conversador, José Luis Cuerda no solo tiene centenares de anécdotas sobre su vida, su trabajo y su cine, sino que se ha convertido en los últimos años en una estrella de Twitter, debido a sus incisivos y críticos tuits bajo la marca @Cuerda1936. Progresista y comprometido, recibe a eldiario.es/clm para charlar sobre cine, sociedad y política y concluir que “el mundo es de chiste”.

A continuación, el vídeo de la entrevista y seguidamente el texto sobre la misma:

Has recibido recientemente el Premio Florián Rey del Festival de La Almunia. Uno más. ¿Te siguen gustando los premios?

Yo soy de la calle Albarderos de Albacete, de donde no hay ningún otro director. Uno nunca se imaginó que iba a ser algo de tanto brío. Los premios están muy bien. (Rafael) Azcona siempre decía, cuando a alguien le daban un premio: “¿pero está dotado?”. Él quería que se cuantificase aquello de alguna manera. Me hubiese gustado mucho que este año me hubieran dado un Goya. Cuando estábamos David Trueba, Álex de la Iglesia y yo para entregar el premio al mejor director, me llega un whatsapp de mi hija diciendo que me ha hecho abuelo por primera vez. Y digo: “pues ahora salgo y digo que me den el Goya al mejor abuelo debutante”. Y David me animó, pero le dije “no, que le jorobamos el premio al mejor director y se acuerda ya de nosotros toda su vida”.

Con el paso de tiempo, ¿cómo interpretas ahora tu deriva hacia el humor absurdo después de haber formado parte del circuito madrileño de comedia más popular junto a Fernando Trueba o Fernando Colomo?

Se debió a cosas muy concretas, pero yo no tenía pensando hacer comedia nunca. Era un hombre muy sesudo con 15 años. Quería ser filósofo y un amigo me hizo leer ‘Rojo y negro’ y con esa novela aprendí mucha más filosofía, sociología, psicología y cualquier ‘gía’ que todo lo leído hasta entonces. Yo lo tenía ya todo muy meditado, pero las cosas más importantes de la vida las haces sin pensarlas demasiado, porque si no, no las haces. El caso es que la primera comedia que hice me la produjo mi amigo Félix Tusell, que heredó la productora de su padre y quería una comedia. Quería de alguna manera que continuara con lo hecho por Trueba y Colomo. Le dije que yo no quería hacer una película sentimentalona y de ahí salió ‘Pares y Nones’. Cuando después de eso, me plantean en TVE hacer otra película de humor, ahí ya me cabreo, y me digo “la voy a hacer, pero de mi humor”, y de ahí salió ‘Total’. La crítica me pegó un palo de narices, pero la premiaron en el Festival de Montecarlo y, mientras por ahí fui profeta, aquí era un imbécil sin remedio. Ya nadie se fiaba de mí, y cuando hice ‘Amanece, que no es poco’ ya dijeron “este sigue con la tontería, no se le pasa”.

‘El bosque animado’, escrita con Rafael Azcona, no obstante, salió de un encargo…

Es que eso pasa mucho. Hay productores que son muy listos. Se ha dado el caso, de hecho, de productores que saben lo que hacen. Me pegué un susto cuando me llamó Eduardo Ducay y me preguntó si había leído la novela (‘El bosque animado’, de Wenceslao Fernández Flórez). Le dije que sí, pero no me la había leído. Lo hice esa misma tarde, y cuando luego quedé con él me presenté con la duda de si quería que hiciese dibujos animados, porque como allí hablaban los animales y los postes de telégrafo, pues claro. Pero a vuela página puede mirar el guion de Azcona y vi que no, que era abordable. Dije que sí enseguida.

¿Qué papel tiene esta película en tu vida?

Pues a partir de ahí, hice lo que me dio la gana. Es más, hice ‘Amanece, que no es poco’, y después pasó lo que pasó, que todavía no sé lo que es (Risas).

“Hago tan a gusto una comedia o un drama, porque creo que la vida da para todo”

¿Elegirías alguna película tuya por encima de las otras?

Yo tengo la cabeza muy gorda y me cabe de todo. Hago tan a gusto una comedia, un tragedión y un drama, porque creo que la vida da para todo. En todas mis películas hay cosas que considero que son las mejores que he hecho. Pero en ‘Total’ hay dos momentos que son para mí fundamentales: un letrero con una aldeíta que hay el fondo, con un cartel donde pone ‘Londres’, que vemos que es mentira objetivamente. Y baja la cámara y Agustín González sale señalando a unas ovejas que apacienta y dice “ovejas”. Yo ahí lo que quería dejar programáticamente claro es que voy a hacer una película que va de lo más realista a lo más absurdo, y que en ese arco me voy a mover y que lo voy a estar evidenciando continuamente. Y ahí se mueve toda mi carrera, por llamarlo de alguna manera.

En el libro sobre ‘Amanece, que no es poco’ relatas muchas anécdotas, como el caso de la calabaza, que al principio iba a ser una coliflor. ¿Hasta qué punto puede ser importante el azar?

Puede ser determinante. Si te cae un rayo se acabó el rodaje (Risas). Tienes que recoger los muertos como dios te dé a entender y ponerte a otra cosa (más risas). Más que improvisación o azar, es estar preparado, casi de oficio, para responder a problemas que se te plantean. Por ejemplo, ‘Amanece, que no es poco’ la hicimos con pocos medios y era cara porque había muchos actores. Improvisar a mí no me gusta demasiado. Si surge algo, y lo ves, sí. Pero me parece que es un asunto muy serio, hay muchas personas en una película trabajando por darte a ti el capricho de hacer lo que te dé la gana y no hay que frustrar su trabajo.

En su momento no fue una película taquillera, pero hoy es considerada de culto, ¿qué pasó?

Yo lo achaco a una cosa que pasó dos o tres días después del pase de la película. En el cine Proyecciones de la calle Fuencarral, fui a la salida del primer pase y había una señora que salía del cine y fue diciéndole a todos lo de la cola “no entren ustedes a ver esto que es una tontería”. Y eso debió correr la voz. Hombre, a lo mejor no gustó. A lo mejor resultó un poco cutre de imagen. Por ejemplo, en la escena en la que Nge Ndomo hacía de perfil estampas con unas cabras, pues esas cabras no se iban a estar quietas, así que se me ocurrió utilizar cabras muertas y disecarlas. En el momento del rodaje plantaron allí las cabras, y me dijeron que las habían congelado, y a lo largo del rodaje se fueron descongelando y, si te fijas bien, están con la barriga por el suelo, arqueadas. En definitiva, ¿ventajas de una película como esta? Pues que esas cosas tampoco quedan mal. Yo también quería que los sudamericanos volasen, pero al final solo hice volar al personaje de Manuel Alexandre, porque era carísimo hacer eso por entonces.

¿Te gusta el movimiento Amanecistas?

Yo de entrada, siempre les digo “estáis locos, esto se cura, id a un médico” (Risas). Siempre les he dicho que yo no voy a impedir nunca que hagan nada ni usar ninguno de los derechos que me pertenezcan para eso. Hombre, si quieren plagiar el guion, pues me opongo, que es mío. Y que no me pidan que les apoye en todo o que me haga cómplice suyo en todo, porque hacen cosas que me gustan y otras que no, y no voy a estar vigilando a ver qué me gusta. Allá ellos, que son mayorcitos ya todos.

¿Y qué significó toda esa fase de humor absurdo cinematográfico para ti?

Para mí ‘Total’, ‘Amanece, que no es poco’ y ‘Así en el cielo como en la tierra’ son películas cultas, son un comentario a las películas que más me han gustado del cine español, que han sido las de García Berlanga, la de Fernando Fernán Gómez como director, las de Marco Ferreri y las de Azcona como guionista. No soy inocente y cuando las veo me queda un sedimento de las cosas de la vida que a mí me pueden emocionar: el patetismo y la picaresca.

¿Lo patético se aloja también en el poder político a base del enriquecimiento?

Esa gentuza son detestables, los que luchan no solo por ser millonarios, sino ‘milmillonarios’, y demuestran ser absolutamente estúpidos, porque se van a morir. Hay que hacer el cálculo de lo que necesitas para vivir como tú quieres. Y excepto que quieras tener 17 ferraris, con lo cual en el enunciado está hasta donde llega tu gilipollez… Es que hay que ser muy bruto. Los animales más tontos de la creación son los ‘milmillonarios’. Y si la evolución del mono se hubiese detenido en los bonobos, sería mucho mejor. Los bonobos, cuando ven que arrecia el conflicto, se ofrecen sexualmente, y con eso lo solucionan. Lo demás es ambición sumada a ambición, que es una de las posiciones más estúpidas y patéticas del ser humano: querer ser más cuantitativamente y olvidarse de que lo cualitativo, que da satisfacciones mucho más satisfactorias.

¿Es lo que ha pasado en España?

No te quepa duda. Todos somos cifra ya. Y todo es cifra. Todo es cuantitativo.

Es un diagnóstico triste…

Yo no sé verlo de otra manera.

¿Por eso empezaste a escribir tuits?

Sí. Yo he escrito desde los 12 años. Empecé en verso, como la lengua castellana. Y desde entonces me he dedicado a escribir todos los días: cosas cortas, cosas más largas. Cosas cortas, pero nunca de la medida de los caracteres de Twitter. Y a mí me vino de miedo lo de Twitter porque abro la gatera y suelto por ahí lo que me da la gana. Además, con lo que yo me enrollo me viene bien automedirme y sintetizar. Ahí ha habido varios que han tenido mucho éxito como uno que escribí que decía “cuando salíamos Marilyn Monroe y yo, lo que más nos gustaba era irnos al parque de Albacete, sentarnos en un banco y hablar de nuestras cosas” y al segundo me contestó uno “¿tu es que eres gilipollas?”. No entendía que nos gustase sentarnos en un banco a hablar de nuestras cosas (Risas). La gente es muy estrecha, ¿eh? No admite la amplitud de miras. Hay otros más enjundiosos y más filosóficos y críticos. Espero que los que antes pierdan actualidad inmediatamente sean los políticos, que también arreo todo lo que sale de las narices.

¿Qué dirías ahora sobre los que nos gobiernan de forma crítica y sin esa restricción de caracteres?

Que nunca he oído tanta mentira junta como las promesas que ha hecho el Gobierno desde su campaña electoral hasta el último día. Que no he conocido un político más mentiroso, más audaz en sus mentiras, y que además lo haga con una cara más fingidamente inocente que Rajoy. Que insulte tanto a las personas como ha hecho él, como negarse a comparecer en público, comparecer por medio de una pantalla de plasma. Es un payaso, es insostenible en una democracia. Y lo ha hecho y lo sigue haciendo. Esa mayoría absoluta que le regaló el noble pueblo español no te legitima. Hay que tener vergüenza absoluta, eso sí, pero la mayoría absoluta no te legitima.

“Nadie dice desde el poder las cosas por lo que significan sino que las vierte sobre la ciudadanía con un sentido oculto”

¿Algo (o todo) está fallando entonces con nuestra política a gran escala?

Hay que considerar a los políticos como nuestros empleados. Que les pagamos el sueldo con nuestro dinero. Y por lo tanto ellos tienen que hacer lo que digamos nosotros, y no nosotros lo que digan ellos. Si esto no se tiene claro, el ejercicio del poder va a ser siempre unilateral. Pero es que además es tan vergonzoso el asunto, que no ejercen su poder, le facilitan el paso a los que ejercen el poder, que son realmente los financieros. La palabra es un tesoro devaluado también porque nadie dice desde el poder las cosas por lo que significan sino que las vierte sobre la ciudadanía con un sentido oculto

¿Es un engaño permitido por todos?

Permitido por todos nosotros, pero es que a alguien que está en el paro, dile que deje lo poquito que pueda arañar… Pero es que cada vez que te dicen que el paro ha disminuido, dime, con más paro y contratos indefinidos de ocho horas diarias, ¿cuántas horas de trabajo se producirían con la gente que está trabajando? Porque ese volumen, esa cuantificación no se hace y esa es la que definiría cuál es la situación laboral en España. Se está contratando a gente por seis horas a la semana. ¿Y eso es un parado que ha dejado de ser parado para trabajar?

¿Tienes esa misma visión de la política castellano-manchega?

Traslada todo lo que he dicho a (María Dolores) Cospedal y saca la síntesis.

Si tuvieras una conversación con ella, ¿qué le dirías?

No sería agradable. “Anda, que lo tuyo…”. Algo así y ya está. Es que no se puede, no se puede... Con personas así no quiero discutir. No me parecen razonables. No creo que les vaya a importar nada lo que diga. Se va a reír y va a decir “no me imaginaba que quedasen rojos de estos”. Una cosa de ese tipo. Sí me han contado cosas de El Bonillo (pueblo de origen de la familia de Cospedal). El cura de El Bonillo es tío de mi padre, y a mí me contaban que la misa no empezaba hasta que no llegaba la familia Cospedal. Tenían su reclinatorio en primera fila. No sé si es verdad o no. Pero eso no es significativo ni sintomático, sino cómo se está gobernando España en sus diferentes partes. Aquello que dijo de simulación en diferido: como simulación ya es jodido, pero que además te la simulen en diferido ya me parece una cobardía.

¿Tu cine ha hablado de Castilla-La Mancha?

Mi homenaje a Castilla-La Mancha lo he hecho con todo mi cine. A mí en el momento en que me dijeron “haz lo que te dé la gana” hice ‘Amanece, que no es poco’. Bien es verdad que algunos pensaron que lo que estaba haciendo era reírme de mi tierra. Yo digo no es mi intención en absoluto. Lo mismo que cuando me dicen que ahora no la haría porque es misógina o racista. Yo digo: los personajes son así, yo no.

Pero, ¿es Castilla-la Mancha absurda?

¿Absurda? Mucho. Mira, en el parque de Albacete, además de ir yo con Marilyn, en el Templete se ponían sillas de anea todos los veranos. Yo me acuerdo que una noche estaba sentado en la primera fila un hombre, y antes de que empezase la música, se le acercó otro, le pegó un bofetón y lo tiró al suelo. Inmediatamente le tendió la mano y le dijo “no, no, perdona, si lo único que me pasa contigo es que vienes aquí todos los días y no te aguanto”. ¿Por qué? Pues pregúntaselo a él (Risas).

¿Qué te gustaría que pasara en las siguientes elecciones del 24 de mayo?

Está todo confuso, pero las posibilidades son dos o tres. Yo lo que creo es que en este país, o la izquierda deja de hacer el tonto, o no va ir a ningún lado nunca, porque se tienen que unir. Yo he votado siempre por que no ganase la derecha, porque yo ya la había experimentado durante siglos, y digo bien siglos. Yo no quiero que gobierne la derecha porque el rico de este país es un rico muy cerril. Y el rico quiere mandar, y si quiere mandar, los que mandan le van a dejar mandar. Se trabaja para las finanzas y para la gran industria. Si es que se está gobernando para ellos. Entonces, o se parte de esa idea o a mí no me va a gustar nada el resultado.

Es lo mismo que cuando me hablan de los antisistema o de los prosistema. A mí lo que me daría vergüenza es ser del sistema. ¿Qué buena persona puede defender este sistema? Que es un sistema genocida, que todos los días produce miles de muertos en todo el mundo, miles de desahuciados, miles de desterrados, miles de desesperados que cogen una patera con tal de cambiar de vida. O decir lo feo que queda una persona durmiendo por la calle. A esa persona (en referencia a Esperanza Aguirre) hay que ponerle una inyección cuando tenga una idea. De eso tiene que haber, la ciencia tiene que avanzar, que cuando uno vaya a decir una gilipollez enorme, no te deje mover la lengua.

Al final, el mundo es de chiste, hay que reírse. Yo he elegido el humor porque es que si no…

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