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La Policía Judicial afirma tener “constancia” de ADN de Morate en el Seat Ibiza

Imagen de agentes de Policia en el garaje de la casa de Morate. Foto: Saúl García

Las Noticias de Cuenca / M.Jiménez

El inspector jefe de la Policía Judicial de Cuenca ha admitido este martes tener “constancia” de la presencia de ADN de Morate en la palanca de cambios y el volante del Seat Ibiza rojo que, presuntamente, utilizó para trasladar hasta Palomera los cadáveres de Laura y Marina, así como en el cuello de una botella de agua de la Virgen de Lourdes de la que supuestamente bebió y que apareció a los pies de los cadáveres. No así en el pico y la pala o la linterna encontrados junto a la fosa que cavó en el paraje El Bodegón, en el nacimiento del río Huécar en Palomera para enterrar los cuerpos y donde fueron hallados el 12 de agosto de 2015, aunque se han relacionado con el acusado por una pala que apareció en su vehículo y unas pilas encontradas en el registro de la finca de Chillarón.

Durante su extensa declaración en la Audiencia Provincial de Cuenca por el caso Morate, que se ha prolongado durante más de dos horas y cuarenta minutos, también ha admitido que, sin embargo, no tiene “constancia” de la existencia de ningún resto que determine la presencia de Laura del Hoyo o Marina Okarinska en el Seat Ibiza rojo ni en el Seat Ibiza verde que habría utilizado para emprender la huida a Rumanía después de cometer los crímenes.

Asimismo, ha reconocido restos de ADN de Marina Okarynska en la vivienda de la calle río Gritos de la urbanización de Ars Natura, donde hay “presencia suya por todos sitios”. En relación a la presencia de este inspector en el traslado de Morate a Cuenca, cuestionada por la defensa del acusado porque ya “hay GEO encargados de traerlo de Rumanía a Madrid y del aeropuerto a Cuenca”. “Usted, que está investigando, a qué se presenta allí, debería presentarse con el abogado”, ha espetado.

A este respecto, el investigador ha contestado que él dirigió la investigación “desde el minuto cero y como director” era él quien se “ponía los servicios y lo que tenía o no que hacer”. “Si yo soy el que dispone en ese momento que me voy a por el señor Morate a Torrejón, no me lo tiene que decir nadie”, ha añadido. A continuación, ha aclarado que deseaba tener “de primera mano la información de todo lo que estaba ocurriendo y controlarlo todo desde el principio” y que no quería que nadie se lo contase.

Por ello, junto a un compañero de la Comisaría General de la Policía Judicial, acudió a Torrejón de Ardoz encabezando la caravana de traslado y gestionando la llegada a Cuenca, porque, además, Morate les dijo “que no quería que le dejasen solo”. Tras admitir que no practicó ninguna diligencia en el momento de conversar con él, ha asegurado que de inmediato lo puso en conocimiento del juez de instrucción de la causa y, dos meses después, lo declaró en sede judicial con presencia de todas las partes, por lo que, “más garantías de eso hay pocas”.

La defensa de Sergio Morate, que le ha afeado que situara su móvil en el lugar del enterramiento en la noche del día 6 cuando los repetidores recogen las comunicaciones realizadas a varios kilómetros, ya solicitó en marzo de 2016 la nulidad de la prueba testifical practicada por el titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Cuenca a varios de los agentes del Cuerpo Nacional de Policía que participaron en la instrucción de la causa y que acompañaron al acusado en el traslado de Madrid a Cuenca.

Los policías de la brigada de Seguridad Ciudadana que localizaron, sobre las 20.20 horas del 12 de agosto de 2015, los cadáveres de Marina Okarynska y Laura del Hoyo, han informado de que estos estaban enterrados en medio de unos matorrales dispuestos en círculo y “cubiertos con una especie de polvo blanco”.

A su llegada al lugar junto a un subinspector de Policía para comprobar la veracidad de la llamada del requiriente que avisó para comunicar la presencia de los cadáveres y que se quedó al inicio del camino, este agente ha confirmado que se trata de un camino de hierba ubicado a unos quince o veinte metros de la fosa, que, asegura, no se veía desde allí.

Un camino que da acceso a esta zona de matorrales y al que, según su testimonio, accedieron “sin mucha dificultad”. De inmediato, acordonaron el lugar para proteger la zona hasta que llegó la Comisión Judicial y la Policía Científica hasta el que, posteriormente, acudió la Guardia Civil y hasta donde también acudió otro agente adscrito a la brigada de Extranjería y Fronteras, que acompañó a la brigada de Seguridad Ciudadana, que fue la primera en llegar.

Morate, a los policías: “No quería que subieran las dos juntas, porque lo que tenía preparado era para Marina”

El inspector jefe de la brigada de Policía Judicial de Cuenca, primer instructor de las pesquisas en torno al caso Morate, a quien acompañó en la tarde noche del día 5 de septiembre en el trayecto desde la base de Torrejón de Ardoz hasta Cuenca y ya en el interior de la aeronave después de su llegada a España tras ser extraditado desde Rumanía, ha asegurado que el acusado de los asesinatos de su exnovia Marina Okarynska y la amiga de esta, Laura del Hoyo, les aseguró que el día de los hechos había discutido con Marina “porque no quería que subieran las dos juntas, ya que lo que tenía preparado era solo para ella”, por lo que le dijo “que no tenía preparada la ropa” que su exnovia pensaba recoger.

“Una vez que Marina insiste, las dejó subir, cerró la puerta y ya no contó más”, según el investigador, que, no obstante, ha explicado que, aunque no les dijo expresamente que las había matado, sí les confesó que a Marina “no soportaba verle la cara y la tuvo que tapar con otra bolsa de basura”, y que en la compra de la cal viva “estuvo torpe”, así como que, si hubiera tenido más tiempo, no le habrían pillado.

Además, les confesó que, cuando bajaba los cuerpos al garaje “se cagó porque escuchó un ruido”. Pensó que algún vecino podría descubrirle, por lo que preguntó a los investigadores si habían hablado con todos sus vecinos y les admitió, con respecto a los cadáveres, que “primero bajó a una y luego a otra y a una la metió en el maletero y a otra, entre los asientos del vehículo” así como que en los días previos “se levantaba con la idea obsesiva de que tenía que hacerlo y luego pensaba en la familia” y abandonaba la idea de darle muerte a su exnovia.

En relación a esa noche del día 6 de agosto de 2015, les aseguró que no había descansado “por la adrenalina de lo que había hecho y por la huida”. “Que no podía dormir, que era imposible”, ha agregado el investigador, indicando que, al ver el resultado de “aquello”, después de varias horas “picando piedra” para enterrar los cadáveres, aparcó el coche y estuvo consultando el móvil de Marina “obsesionado”, aunque al final lo tiró.

A lo largo de las diversas conversaciones que mantuvieron en el avisión, durante el traslado a Cuenca y de ahí a Estremera, les dijo que él había “dado todo a Marina” y que estaba “obsesionado” con la posibilidad de que esta tuviera pareja, así como que todo “lo que había pedido lo había tenido, que quería que fuera la madre de sus hijos y estaba completamente enamorado y loco por ella”. Se mostró “arrepentido” de haber cometido el asesinato de la “pobre Laura”, pero, cuando hablaba de Marina, “se envalentonaba, todo lo contrario a cuando hablaba de Laura”. “Suicidarme, nada, antes de suicidarme íbamos los dos para adelante”, espetaba a los agentes, en este sentido, a quienes preguntó si tenían fotos de la boda de Marina, de la que había oído durante su huida en Rumanía.

Asimismo, dirigiéndose a un policía que conocía de Cuenca y al que reconoció a su llegada a Madrid confesando que se había portado muy bien con su madre, le dijo que la había liado “gorda” y la había “jodido”, “más que en el caso de Bretón”, que había “detenido a un famoso”, vanagloriándose de haber viajado en el avión de los ministros y haber salido en “todas las televisiones”.

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