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La “catástrofe” de perder el autobús que dejaría “incomunicados” a muchos pueblos

Uno de los autobuses de Monbús en la estación de Albacete.

Lourdes Cifuentes

Unos 80 municipios de toda Castilla-La Mancha temen que el el próximo 25 de noviembre puedan quedarse sin los autobuses que les comunican, en muchos casos, con otras localidades mayores o las propias capitales donde se trasladan para cuestiones tan necesarias como una consulta médica. El desencuentro entre el Ministerio de Fomento (quien tiene las competencias en las líneas de autobús que unen municipios de Cuenca, Ciudad Real, Albacete y Valencia) con el Gobierno de Castilla-La Mancha a cuenta de los trayectos que se quedan dentro del territorio tiene, por ahora en el próximo 25 de noviembre, en apenas unos días, su próxima cita. Es la fecha que ha dado el Ministerio a la Junta para que se haga cargo de las líneas sólo de la región, algo que también ha comunicado a la empresa concesionaria Monbus.

Por segunda vez en un mes hay vecinos en esta región, especialmente del entorno rural, que no saben si en unos días habrán perdido el único medio de transporte que les conecta con otros puntos de Castilla-La Mancha. Estas líneas de autobús son, en el caso de localidades como Belmonte, en Cuenca, el nexo con el exterior y el último reducto contra la despoblación, también de los núcleos rurales de su entorno.

“¿Qué solución se va a dar a los mayores cuando tengan que trasladarse a Cuenca, que está a 100 kilómetros, para ir al Hospital y no haya autobús?”, pregunta Angustias Alcázar, alcaldesa de Belmonte (Cuenca), municipio que tiene ahora mismo dispone de cuatro líneas: la que les une con Alcázar de San Juan, en Ciudad Real, con Albacete, Valencia y con su capital, Cuenca.  “No da igual de quien sea competencia”, insiste, porque lo que quiere es que sus ciudadanos tengan un servicio “al que tienen derecho”.

La alcaldesa de Belmonte denuncia además que la decisión del Ministerio de Fomento que puede dejarles sin autobús en poco menos de una semana “choca con los discursos de que hay que hacer que los pueblos vivan” y ha pedido “respeto” a los ayuntamientos como el suyo que “siempre somos los perjudicados”.

Muy preocupada está también Verónica Gómez, alcaldesa de El Bonillo, localidad de Albacete. Su censo ronda los 440 vecinos y la población está envejeciendo. “El 33% son mayores y usan el autobús para ir al Hospital de Albacete de médicos”. Para ellos, además, es el único autobús que les comunica con el exterior y sin él se quedan completamente aislados. “Hasta los jóvenes lo usan para ir a sacarse el cané de conducir”, añade la alcaldesa que asegura que perder el autobús sería “una catátrofe”. “Vale que a lo mejor todos los días no tienesna tres viajeros pero ¿y cuando haga falta?”, dice. De hecho tal es su necesidad del autobús que este verano, tras recibir un aviso de Monbus diciendo que cesaría el servicio, se manifestaron en la plaza del pueblo e iniciaron una recogida de firmas para evitarlo.  

Un servicio que ya estaba “en precario”

Con más población pero también pendiente de qué pasa con el autobús está Casas Ibáñez, también en Albacete. Para ellos no es un problema reciente el que tienen con las líneas del Ministerio gestionadas por Monbus. “Desde hace años nos están dando el servicio en precario”, explica Carmen Navalón, la alcaldesa, que relata que desde hace años Monbus les modifica horarios “sin avisar” e incluso obliga a hacer transbordo en viajes que no lo tenían y cuyos usuarios son personas mayores. Tanto es así que incluso han llegado a mandar, años atrás resoluciones plenarias pidiendo mejoras al Ministerio que no llegaron.

Ahora la situación que ellos bien conocen se ha extendido por toda la región agravada por la posibilidad de que a 25 de noviembre el autobús finalmente no llegue. “Nos dejan como ciudadanos de segunda”, denuncia Navalón y cuenta que a sus 4500 habitantes hay que sumar a los municipios de alrededor como Jorquera o Alcalá del Júcar y algunas pedanías que necesitan del autobús y añade: “sin comunicación no hay zonas rurales”.

También afectado está el municipio conquense de Villar de Olalla aunque su situación no es tan preocupante como la de otras localidades de la región.  Su cercanía con Cuenca capital, a apenas 7 kilómetros de distancia, hace que sean muy pocos los vecinos, según dice el alcalde, Santiago Valverde, los que cogen el autobús a diario. Aún así no quiere que se pierda un servicio que les puede ser necesario en momentos puntuales y menos aún si supone que otros pueblos de la provincia, donde es imprescindible, lo pierdan.

La necesidad y dependencia que muchos pueblos de la región tienen del autobús para que sus vecinos puedan seguir con sus vida se demostró el pasado 2 de noviembre cuando, ante el anuncio de que el autobús no pasaría por su pueblo, el ayuntamiento de Fuensanta, en Albacete, había preparado un vehículo municipal para poder ofrecer transporte a los vecinos que tenían que viajar a Albacete capital por trabajo o para ir al Hospital. Finalmente no fue necesario porque ese día el autobús llegó.

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