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“Todo el cine es educativo, para bien y para mal”

Escena de 'El desconcierto', de Javier Rodríguez Espinosa, uno de los cortos a competición

Alicia Avilés Pozo

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Falta justo un mes para que arranque la edición número 17 del Festival de Cine Solidario de Guadalajara (FESCIGU), una cita cultural que aúna los cortometrajes y las temáticas sociales de toda índole, y que ha conseguido convertirse en un referente cultural de primer orden en la capital alcarreña. Del 1 al 5 de octubre abrirá de nuevo sus puertas el Teatro Buero Vallejo para ofrecer una selección de los más de 1.000 cortos que este año han llegado a la organización del festival, cuyos premios no se conocerán hasta el último día.

Con motivo de este recorrido hablamos con el director, Luis Moreno, quien recuerda que aunque cada año este evento socio-cultural se centra en un tema principal, sigue manteniendo secciones paralelas para no dejar de lado otras temáticas. Este año, a la hora de seleccionar los cortometrajes, la organización ha apostado por tener en cuenta su vertiente educativa “en su aspecto más amplio”. “No hablamos solo de la educación académica o en las aulas, sino de todo lo que aprendemos desde que nacemos hasta que morimos. Hemos intentado que esa gran visión pueda llegar a los espectadores del festival”, precisa.

La educación no solo dispone de una sección propia, denominada ‘Qué bien educado’ y de otra directamente relacionada como ‘Me resulta familiar’. También en la Sección Oficial y en la de Requetecortos habrá numerosas cintas que versan sobre el tema. “Es la forma de ver todo aquello que nos influye a los seres humanos durante toda nuestra vida, cómo nos va formando en cuanto a nuestra personalidad, nuestras habilidades sociales y en ocasiones también cómo nos deforma”.

Y de igual forma la mayoría de las actividades paralelas, como el hall solidario -donde participan Ecologistas en Acción, El Rincón Lento, La Camada, Actia Social, Cineclub Alcarreño o Abriendo Fronteras, entre otros- están “impregnadas” de toda esta temática.

“Partimos del hecho de que nos estamos educando constantemente. Desde que nacemos hasta que morimos seguimos un proceso de crecimiento interior y personal, y aunque es verdad que en las edades tempranas es cuando más influye lo que nos llega, es interesante resaltar que la educación no solo es cosa de niños, sino una cuestión de todos”, afirma el director del FESCIGU.

El potencial del cine como herramienta es “tremendo” en este sentido. “El cine siempre educa, es cien por cien pedagógico, a veces para bien y otras veces para mal. No es lo mismo una película en la que los conflictos se resuelven a base de peleas o bombas que aquella donde se abordan mediante la inteligencia emocional. Pero todo influye, todos nos toca de alguna manera y ahí está el público para decidir”.

Luis Moreno elogia también la gran ventaja que aportan los cortometrajes respecto a las películas de más duración, ya que los primeros no están “sujetos a las tendencias del mercado”. Subraya que un largometraje tiene que sacar beneficios “o al menos intentarlo” mientras que el director de un corto ya sabe que su recorrido “va a ser otro”. “Por eso estas obras son mucho más honestas: hacen aquello que quieren hacer, no lo que el mercado les pide, no hay productor por encima que les imponga criterios, actores o cómo tiene que ser el final. Son trabajos que no están supeditados a los resultados en taquilla”.

Una programación de calidad “en el contenido y en la forma”

La prueba de ello no es solo que la organización del FESCIGU haya recibido más de 1.000 cortos este año, sino que además la mayoría de ellos son “de muchísima calidad y con una gran imaginación y creatividad”. Es el motivo por el que “todos los años nos seguimos sorprendiendo y conseguimos una programación de muy buena calidad tanto en el contenido como en la forma”.

El Festival de Cine Solidario de Guadalajara mantiene también este año su compromiso  con otras áreas temáticas como ‘En femenino’, dedicada a la mujer, o ‘Cine que entiende’, centrada en el colectivo LGTBI. Igualmente, mantiene su apuesta por el cine destinado a los más pequeños y a la juventud en sus secciones ‘Infancine’ y ‘Juvecine’, y dedica otra a las películas de amor (‘Deshojar la margarita’) o a las enfermedades (‘Culito de rana’). Este año, además, el festival volverá a contar con servicio de guardería gracias a la colaboración del Patronato Municipal de Cultura del Ayuntamiento.

El director del certamen considera que los cortometrajes para niños y jóvenes siempre son muy importantes, pero este año adquirirán mayor protagonista debido a ese eje central de la educación. “Los chavales están recibiendo impactos educativos desde las redes sociales que les crean modelos de conducta que no son los más sanos y creo que hacerles reflexionar a través del cine es muy bueno.  No debemos olvidar que ellos son los futuros espectadores”.

Con carácter general, ensalza el “gran esfuerzo” que la organización ha hecho para que el festival siga creciendo. “Se ha notado mucho a nivel interno, hemos acumulado experiencia y hemos aprendido de errores”, asegura, pero sobre todo pone el acento en el problema de falta de presupuesto que siempre ha tenido el festival.

“No ha habido desde las instituciones un apoyo y nos hemos encontrado con que hemos estado haciendo algo muy grande pero con calderilla. Eso ha hecho que no se haya podido lucir todo lo que se tiene que lucir”. Pero con los cambios en los equipos de gobierno en el Ayuntamiento y en la Diputación, ha mostrado su confianza en que haya un cambio: “Ojalá se note un antes y un después y tengamos un festival a la altura de lo que nos gustaría”.

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