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“La cultura debe gestionarse con profesionales y no desde la ignorancia y el sectarismo”

FOTO: Javier Naval

Raquel Gamo

Ángel Ruiz es uno de los actores más polifacéticos de nuestro panorama cultural. De alma malagueña, este apasionado del teatro se sube a las tablas del Festival de La Espiga de Oro en la localidad de Azuqueca de Henares (Guadalajara) para encarnar al gran desconocido de la copla española, Miguel Molina, en la obra 'Miguel Molina, al desnudo'.

Un monólogo de autor que ahonda en la personalidad de un artista olvidado, que sufrió la represión del franquismo por sus ideas y su 'abierta homosexualidad', cuya historia le conmovió. Ganador del Premio Max en 2016 al mejor actor protagonista, Ruiz conversa en una entrevista con eldiarioclm.es sobre la obra que este domingo lleva a Azuqueca, su proyecto más personal; su dilatada trayectoria en teatro, cine y televisión; y el desprecio que, según afirma, persiste en España hacia los artistas y los científicos.

¿Cómo surgió el proyecto de interpretar el papel protagonista de ‘Miguel Molina, al desnudo’?

Descubrí a Miguel Molina a raíz de otro espectáculo y sentí el impulso de contar su historia desde una óptica diferente porque su figura está rodeada de una gran injusticia. Esta obra es una lectura dramatizada propia con la que trato de huir del enfoque tradicional que se ha desarrollado sobre Molina como justificación de la copla. Ha sido un reto, porque no quería que este espectáculo se quedara en un homenaje a Miguel de Molina. El objetivo era contar mi percepción de este artista que me conmovió y creo que conmueve también al público. Para ello me centro en el aspecto dramático, ahondando en las contradicciones del personaje y lo acompaño de música, un aliciente también esencial en su vida.

La obra teatral se presenta como una sugerente mezcla entre vanguardia y tradición, ¿a qué se refiere exactamente?

Miguel de Molina es heredero de las vanguardias de su tiempo, los años 30. Innovó en el mundo del espectáculo y fue el primer hombre que cantó copla, un género que se identificaba con la mujer hasta entonces. Era un provocador y un seguidor de la obra de Lorca que introdujo todas las corrientes de innovación que ensalzaban el arte popular con un aire fresco y moderno en la escena.

¿Cuál es el mensaje que se pretende transmitir al espectador a través de esta obra homenaje a Miguel Molina?

La idea es que no olvidemos nuestro pasado y que debemos hacer memoria permanente de nuestra historia para evitar que se repitan los mismos errores. Ningunear, maltratar y olvidar solo provocan dolor. A partir de la interpretación de la figura de Miguel de Molina establezco un puente con el presente para intentar acercar su vivencia. La lucha por la libertad y la búsqueda de la verdad que él defendió perviven hoy en día.

Miguel Molina fue un conocido artista español de copla de los años 30, homosexual, defensor de las ideas republicanas y represaliado por el franquismo ¿Cuáles de los valores humanos que encarnó Molina siguen vigentes en la sociedad actual?

Molina fue un representante absoluto de la libertad y la tolerancia. Un hombre valiente que en los años treinta se subió a los escenarios, no ocultó su homosexualidad y la vivía con naturalidad. Además tenía una gran capacidad de supervivencia. Procedía de una familia humilde, se marchó de casa a los 14 años y vivó en la pobreza. Pero siempre lograba salir adelante en los peores momentos y reinventarse a sí mismo. Este carácter resistente, de resignación, de defender aquello en lo que crees discretamente es muy propio de los españoles.

En alguna ocasión ha afirmado que el hecho de que no ocultara en ningún momento su homosexualidad resulta de lo más moderno. ¿Qué aportó el coplista a la causa homosexual? ¿Cree que se ha superado la homofobia dentro y fuera de los escenarios?

Aportó un referente para muchos hombres homosexuales de su época. Fue audaz al mostrar su identidad sexual públicamente, conectaba mucho con su público y esa actitud contribuyó a normalizar la homosexualidad. Se sumó a una serie de intelectuales homosexuales conocidos en todo el mundo como Lorca o Jacinto Benavente que, a través de su historia ayudaron a que la vida de los homosexuales fuera un poco más sencilla y se aceptara socialmente durante los años de la República. Después todo se truncó con la Guerra Civil y el franquismo.

Hoy en día, la homosexualidad está más normalizada, existen leyes, pero continúa habiendo resquicios de rechazo social y homofobia. En el mundo de la televisión, por ejemplo, si alguien se declara abiertamente gay, eso supone que te bajen las oportunidades profesionales, porque los productores consideran que no es creíble que esa persona pueda interpretar a un padre o a un heterosexual. En el mundo de la música, un cantante que se dirige a un público joven no puede admitir que es gay, porque se le caen el público y las ventas. De hecho, las discográficas les hacen firmar cláusulas con las que se comprometen a no declarar su condición sexual.

Este drama forma también parte del cartel del Festival de la Espiga de Oro, que se celebra en Azuqueca de Henares desde hace más de tres décadas en noviembre, ¿cómo se dio la oportunidad de participar en este festival?

La organización del Festival se interesó por el espectáculo y nos contactaron para pedirnos que formáramos parte del cartel de este año. Hace 18 años participé en la décima edición de la Espiga de Oro con la obra ‘Canciones Animadas’, un espectáculo musical y de humor y lo recuerdo como una experiencia que me dejó buen sabor de boca. El público era muy agradecido y le encantó la función. Es un festival popular, que arranca de la gente y ese ambiente se nota mucho. Tiene mucho mérito organizar este festival teniendo en cuenta que los recursos y los espacios son limitados.

¿Cómo valora que este tipo de festivales teatrales se organicen en ciudades como Azuqueca?

No entiendo cómo no se celebra un festival en cada población española. Es necesario y una actividad sana, porque mucha gente no puede acceder a la oferta cultural de ciudades grandes como Madrid. Además siempre han existido iniciativas como la Red de Teatros de Castilla-La Mancha, pero con la crisis las subvenciones para este tipo de proyectos teatrales se hundieron. Solo resistieron los festivales tradicionales sufragados por los ayuntamientos como la Espiga de Oro. Sería maravilloso que todas las ciudades pudieran disfrutar de una semana al año dedicada al teatro.

El Festival Clásico de Almagro ha cumplido cuarenta años con homenajes a actores como Joaquín Notario o Arturo Querejeta, éxito de público y el relevo en la dirección. ¿Qué significa Almagro para un actor y para el teatro español?

Hacer teatro en Almagro es reencontrarte con tus raíces. Es lo máximo. El Festival de Almagro significa enriquecer, divulgar y mantener vivo el teatro clásico del Siglo de Oro. Es una fiesta de la cultura que debemos preservar. Interpreté allí la obra de Moliere ‘Los Enredos de Escapín’ en el año 2002.

En algunos países europeos como Francia la cultura es una cuestión de estado, que une a la sociedad y se protege. En alguna ocasión ha asegurado que en España se desprecia el talento de nuestros artistas y científicos. ¿Por qué existe en cambio ese desprecio hacia nuestro patrimonio cultural?

Ese desprecio hacia la cultura existe, porque en nuestro país la Ilustración no se desarrolló como en Francia. El poder que siempre ha ostentado la Iglesia y, particularmente durante el franquismo en la educación y en las artes ha influido también en esa denostación hacia la ciencia y los artistas, porque somos molestos. El problema como afirmaban los intelectuales de la Generación del 98 es la ignorancia supina de los españoles y de ahí la importancia de la educación para que un país sea grande. Esos prejuicios persisten, se da esa persecución contra los artistas y todavía escuchamos comentarios como que los actores estamos subvencionados.

Usted ha reconocido que Miguel de Molina es uno de los artistas que perdió este país, algo muy triste, porque es un referente artístico. ¿El mundo de la cultura ha reconocido la figura y trayectoria de Molina?

Creo que no porque como él mismo dijo se convirtió en ‘un botín de guerra’, usado por los vencidos y utilizado por los sublevados. Molina fue un exiliado desconocido que marchó de España con una contradicción entre el deseo de sentirse español y un dolor y un resentimiento hacia lo español. Ese conflicto es el eje sobre el que gira la obra. Reivindica el éxito que este artista cosechó en Argentina frente al fracaso. No hay nada más doloroso que el olvido.

¿Qué Gobierno ha sido el más dañino para la industria cultural y sus creadores?

Todos los gobiernos han aportado su dosis, aunque la persecución del PP con la subida del IVA ha destrozado a la industria cultural y ha provocado menos recaudación y que muchas compañías hayan quebrado. Soy crítico con la política cultural de base de los nuevos partidos. La cultura no puede ser gratis, sino asequible para todos los públicos, pero ofreciendo una programación potente. Tratan a la cultura desde la ignorancia y con cierto sectarismo. Es fundamental que la cultura sea gestionada por profesionales, gestores culturales que conozcan la industria a fondo y sepan cómo conciliar lo público con lo privado.

¿Qué significa para usted haber recibido el Premio Max al mejor actor protagonista?

Supone un acicate para seguir adelante y un espaldarazo al buen trabajo, a una carrera de 27 años. Sientes satisfacción. No siempre es fácil lograr ese reconocimiento porque en mi caso no se me considera un actor de televisión y si el público no te conoce, no va a verte, aunque hayas hecho un producto de calidad. En ese sentido, el premio y su repercusión mediática hacen justicia.

Durante su carrera como actor, además de hacer teatro, ha trabajado en cine, en series de televisión como ‘El Ministerio del Tiempo’, en cabaret, canto... ¿Con qué arte se identifica más?

En el teatro me siento libre y cómodo. Es un arte versátil en el que el actor crea, canta, hace mímica. En cambio en cine y televisión dependes y trabajas a las órdenes de una cámara.

¿Qué le ha aportado como profesional su intervención en la serie del Ministerio del Tiempo?

Reconocimiento por parte de la profesión gracias al Premio de la Unión de Actores y un punto de inflexión en el que el espectador descubrió una faceta mía nueva, porque comprobó que era capaz de hacer audiovisual y drama.

Trabajó con Mario Gas en el musical Follies, ¿Cómo califica esta experiencia?

Como un antes y un después en mi carrera por lo que esta experiencia me aportó vitalmente. Trabajar dirigido por Mario Gas en este musical junto a actores de luz como Victoria Peña, Carlos Hipólito o Asunción Balaguer en el Teatro Español fue algo maravilloso.

¿Cuáles son sus proyectos profesionales inmediatos?

Voy a continuar con la gira de Miguel de Molina y trabajaré en la zarzuela ‘la Tabernera del Puerto’ a las órdenes de Mario Gas y acompañado de Victoria Peña en el Teatro de la Zarzuela en abril.

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