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El 'bachiller' de la Universidad de Alcalá formado en Almadén que descubrió el vanadio

Andrés Manuel del Río descubrió el vanadio. Se graduó con bachiller en la Universidad de Alcalá y estudió en la Academia de Minas de Almadén

Carmen Bachiller

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¿Sabías que uno de los 118 elementos que conforman la Tabla Periódica de los Elementos Químicos fue descubierto por un graduado en la Universidad de Alcalá que también se formó en la Academia de Minas de Almadén (Ciudad Real)?

Andrés Manuel del Río (Madrid, 1764- México 1849) descubrió el vanadio (V), el elemento atómico número 23 de la Tabla Periódica que cumple 150 años. Se trata de un metal que se encuentra en la corteza terrestre en forma del mineral.

Su descubridor se había formado en los Reales Estudios de San Isidro (actual Colegio San Isidro de Madrid), se graduó como bachiller en la entonces Real Universidad de Alcalá y en 1872 también optó por formarse en mineralogía y química en la Academia de Minas de Almadén, la tercera de Europa en la época. Y todo eso teniendo en cuenta que las universidades en aquel momento vivían al margen de la revolución científica.

El vanadio fue descubierto en el año 1801 por este madrileño al que la Universidad de Alcalá dedicó el Instituto de Investigación Química ‘Andrés M. del Río’ que dirige el catedrático en Química Orgánica, Ernesto de Jesús Alcañiz.

Lo hizo después de formarse en varias ciudades europeas. “Fue un largo periplo de nueve. En ese momento se pensionaba en España a jóvenes para que se formasen en el extranjero. Pasó por ejemplo por París donde coincidió con Lavoisier y las nuevas teorías químicas”, explica el catedrático. “Muchos de estos viajes tenían también la función de espionaje puro y duro de las técnicas de otros países”.

Del Río lo descubrió mientras examinaba minerales en México y lo bautizó como ‘pancromio’ (o lo que es lo mismo ‘todos los colores’). Más tarde lo denominó ‘eritronio’ (de color rojo). Su propuesta no cuajó porque los referentes científicos de la época, el naturalista Alexander Von Humboldt o el químico francés Collet-Descotils, no consideraron que era un nuevo elemento químico ya que pensaron que se trataba de muestras impuras de cromo (Cr), que por cierto ocupa el puesto 24 en la Tabla Periódica.

Sin embargo, en 1831, el químico sueco Nils Gabriel Sefström lo redescubrió y lo llamó vanadio en honor a la diosa de la belleza Vanadis, de la mitología escandinava. Al año siguiente, Friedrich Wöhler -químico alemán conocido entre otras cosas por ser el primero en aislar el aluminio metálico- confirmó que se trataba del mismo elemento que ya había encontrado el científico español en 1801.

¿Por qué costó tanto reconocer el descubrimiento de Andrés Manuel del Río? El catedrático de la Universidad de Alcalá lo atribuye a dos razones. Por un lado, porque España vivía un momento de guerras con Inglaterra y las noticias entre el América y una Europa que se erigía en cuna de la ciencia, no fluían con facilidad y, apunta, “los descubrimientos necesitan divulgación”.

Por otro lado, “se produjo un error por parte de Von Humboldt al considerar que se trataba de cromo. La confusión es fácil porque tienen propiedades parecidas como sus características coloraciones que tienen las disoluciones del metal. Son muy espectaculares y similares”. A eso se sumó que los análisis de Collet-Descotils “que no son como los de hoy en día, fueron también erróneos”.

Andrés Manuel del Río falleció en 1849 en Ciudad de México. Su influencia en este país en el ámbitos como el de la minería fue tal que en el año 1964 se creó el ‘Premio Nacional de Química ‘Andrés Manuel del Río’ que entrega la Sociedad Química de México, A. C.

¿Para qué sirve el vanadio?

Las principales aplicaciones del vanadio tienen que ver con la fabricación de acero. “El vanadio es uno de los elementos de su aleación”, explica el catedrático quien detalla que, también, es el catalizador principal para crear ácido sulfúrico y las últimas investigaciones apuntan a su aplicación en fármacos.

Es uno de los más abundantes elementos de la Tabla Periódica, aunque en nuestro país no existe minería relacionada con el vanadio.

La Tabla Periódica cumple 150 años y este 2019 fue declarado como Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos. La ONU ha querido reconocer la necesidad de desarrollar una creciente conciencia global sobre el papel clave que juega la química en el Desarrollo Sostenible al proporcionar importantes soluciones a desafíos globales tales como la energía, la alimentación, la salud o la educación.

Los tres “periodos de plata” de la ciencia española

El momento del descubrimiento del vanadio forma parte de lo que Ernesto de Jesús denomina como “los tres periodos de plata, que no de oro” de la ciencia en España y que corresponde a la etapa entre la Ilustración hasta la llegada del Absolutismo.

Después vendría otro a partir del “desastre” de Cuba con “movimientos renovadores” como la creación de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas en 1907, hasta la llegada del franquismo “y todo lo que supuso”.

El tercer periodo de eclosión científica no llega hasta 1985 con la Ley de Ciencia y se ha prolongado hasta la actualidad en la que, “con sus crisis”, ha permitido situar a la ciencia española en primera línea.

El catedrático destaca que en los tres periodos “la ciencia se ha generado de la misma manera. No es una cuestión de que seamos más o menos hábiles sino de poner los medios”. En los tres periodos, explica, se pensionó a jóvenes para formarse en el extranjero, se crearon centros de alto nivel, “como el Seminario Patriótico de Vergara donde se descubrió el wolframio” y la llegada de investigadores extranjeros relevantes como Joseph Proust que formuló la ley de proporciones definidas, una de las bases de la teoría atómica.

El papel de la química en el desarrollo sostenible

De Jesús sostiene que “la Química, como cualquier ciencia, contribuye al conocimiento. Y este es un arma de doble filo porque su evolución ha posibilitado que quemásemos masivamente combustibles fósiles, y a la vez puede permitir sentar las bases tecnológicas para un cambio de paradigma”.

Pero para conseguirlo, recuerda, “la ciencia no puede hacer nada por sí sola. Los poderes económicos y políticos son fundamentales y las decisiones también las deben tomar y asumir los propios ciudadanos. No esperemos que la ciencia nos salve de los problemas” y, en este sentido, añade, “no podemos seguir en la sociedad de crecimiento infinito y pensar que vamos a salvar el planeta. Eso es incompatible”.

En cualquier caso, desde el Instituto de Investigación Química ‘Andrés M. del Río’ de la Universidad de Alcalá que dirige Ernesto de Jesús se busca fomentar la colaboración entre los grupos de investigación con dos grandes finalidades. “La primera pasa por los aspectos de la sostenibilidad tanto en la Química como en el ámbito de la Energía. La segunda está relacionada con la salud y los alimentos”.

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