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La idea de la renta básica no es un subsidio, sino un derecho

Imagen correspondiente a la campaña europea  "Initiative for a Basic Income in Europe".

Francisca Bravo Miranda

La charla-debate dirigida por el presidente de ATTAC Castilla-La Mancha, Fernando del Olmo, el profesor de Filosofía del Derecho de la UCLM, Miguel Ángel Pacheco, junto a la intervención de Gonzalo Domínguez, del Frente Cívico de Toledo, presentó las ideas básicas de una idea que cada vez tiene más espacio en los programas de diferentes iniciativas, como EQUO, Izquierda Unida o Podemos, y de asociaciones sociales y sindicales, pero que sufre del desconocimiento general de la población: la renta básica.

Más allá de las consideraciones utópicas que se generan alrededor de la idea, el planteamiento hecho por los ponentes fue de corte más bien urgente. La implantación de esta medida sería básica para prevenir la situación dramática por la que están pasando muchas familias. Sólo en Castilla-La Mancha se estima que 1 de cada 3 personas viven por debajo del umbral de la pobreza, que afecta de manera especial a los niños.

Tal como señaló del Olmo, y en lo que Pacheco coincidió, la renta básica debe tener cuatro características: ser universal, individual, incondicional y suficiente. Este ingreso, que sería pagado por el Estado, le correspondería a cada ciudadano, sin peros, ni condiciones, y no se trataría de un subsidio temporal, sino de un derecho que perduraría durante toda la adultez. “Es un ingreso monetario que los poderes públicos dan a los ciudadanos sin condiciones, sólo por existir. Así de simple y chocante”, afirma del Olmo.

Es fundamental que la renta supere el umbral de pobreza. En España este cifra se sitúa alrededor de los 7.000 euros al año, lo que haría que, por mes, los ciudadanos recibirían una cifra en torno a los 580 euros al mes. Como contraste, en Suiza se calcula que la renta básica rondaría los 2.000 euros mensuales. Estos números son los que provocan la reticencia por parte de los poderes ejecutivos, aseguran los ponentes, ya que, en total, implantar la renta básica en España costaría, en cifras aproximadas, 253 mil millones de euros, es decir, la cuarta parte de lo que se produce actualmente a nivel nacional. Desde las administraciones se ha proclamado que el objetivo es difícil de conseguir, debido a la dificultad de movilizar estas cantidades de dinero.

Ahora bien, según se plantea del Olmo, se deben tener en cuenta distintos factores que suavizan estas cifras: un 9% de la población, que recibe actualmente algún tipo de ayuda, ya sea de desempleo o jubilación, entre otras, se excluiría de esto, ciudadanos que hoy en día llegan al 9%. Por otro lado, es fundamental tener en cuenta el fraude fiscal, que si se controlase en España a niveles europeos se podría recaudar un 4% más del PIB. Por otro lado, aumentar la presión fiscal, que en España llega sólo al 30%, mientras que en el resto de los países europeos se acerca más al 40% lograría ayudar a solventar estas ayudas. La presión fiscal se refiere principalmente a quienes deberían pagar impuestos y no lo hacen.

Entre los muchos beneficios que se plantean los partidarios de la renta básica, es lograr una igualdad real entre los ciudadanos. La desigualdad en España, según se señala por Intermon Oxfam, se retrata en que las 20 familias más ricas del país tienen la misma riqueza que los 10 millones más pobres. De este modo, la desigualdad no sólo es consecuencia de la actual crisis económica, sino que plantea un círculo vicioso, a través de la demanda y los recortes, que sólo ayuda a multiplicar las situaciones económicas críticas.

Del Olmo señaló finalmente que, el mecanismo técnico-teórico para aplicar esta renta consistiría en un impuesto negativo sobre la renta, lo que implicaría que, si un ciudadano está por encima a la hora de liquidar con el fisco, se le restaría la cantidad que le corresponde como renta básica y sólo haría falta entregar cheques a quienes no llegan al umbral.

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