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Los jóvenes reclaman un espacio propio en la lucha por la Dignidad

Jornadas de noviembre de las Marchas por la Dignidad

Francisca Bravo Miranda

62% de paro. Cerca de cinco mil jóvenes que abandonan el territorio autonómico durante 2014. Dos cifras que, no sólo asustan, sino que se encuentran en una situación de crecimiento exponencial. Las condiciones de la juventud no parecen mejorar, por mucho que señal el Gobierno de María Dolores de Cospedal que se esta trabajando, y que todo va mejorando. 66 millones para un Plan de Garantía Juvenil que todavía no llega, no parecen ser suficientes. Y esto es lo que creen también Daniel Mayoral y David Arellano, dos miembros del grupo de Juventud con Dignidad, en la asamblea que las Marchas de la Dignidad de Toledo.

El Manifiesto de la Juventud con Dignidad empieza con la famosa cita de Salvador Allende: 'Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica'. Pero, y es innegable, la participación juvenil en Castilla-La Mancha deja bastante que desear. ¿Por qué? “Si tuviéramos la respuesta, la fórmula mágica... La daríamos. Pero la indiferencia gana”, señala Mayoral. Reconocen que en las asambleas han logrado reunir entre veinte y treinta personas, a lo sumo, pero también señalan que las cosas han cambiado desde la convocatoria estatal del año pasado. Explican que, si antes venían cincuenta personas, participaban veinte. Pero ahora si vienen veinte, participan todos.

Siguiendo con el manifiesto, la Juventud con Dignidad señala que la falta de trabajo, junto a la precariedad laboral, han llevado a los jóvenes de España a abandonar “cualquier aspiración de futuro”. Los miembros del movimiento señalan como culpables a las reformas laborales, tanto del PP como del PSOE, por intentar convertir a los jóvenes en “meras máquinas de producción, sin derechos ni posibilidades de futuro”. Esta es una de las reivindicaciones más importantes de las Marchas de la Dignidad, pero los jóvenes sienten que su problema en particular se pierde entre el de la población general, pero que es más importante. “Este mensaje es nuestro. Tenemos que ser nosotros los que reivindicamos nuestros problemas”, afirma David Arellano. “Por ser joven te atacan dos veces, por tu juventud y por tu formación, eres una doble víctima”, completa también Mayoral.

Y la educación, por supuesto. Un punto que no pueden olvidar. David Mayoral señala que, por un lado, están seguros que el sistema educativo está hecho para evitar que los jóvenes se organicen para llevar a cabo este tipo de luchas. “¿Cómo lo haces si tienes clases por la mañana, prácticas por la tarde y, encima, algunos tenemos que trabajar?” se pregunta. El sistema, afirman, lo que intenta es reprimirlos, no sólo en las calles, sino también en sus clases, en los pocos trabajos que han podido conseguir. Y no es lo único: “Reformas como la LOMCE, como el 3+2, lo único que hacen es garantizar la educación a unos pocos, a los que no pertenecemos nosotros”, afirma Arellano. Y es lo mismo que reivindica su manifiesto: “el empeño por expulsar a los y las hijos e hijas de las clase obrera de la Universidad”.

Los jóvenes denuncian que no tienen trabajo, que se les está arrebatando la educación. Y no sólo eso, también ahora la represión que ya anuncian sufrir, se verá reflejada en los papeles de las “Leyes mordazas”, que se aprobarán previsiblemente esta próxima semana. Pero, lejos de estar asustados, están seguros que sólo reforzará su lucha. “Las Marchas por la Dignidad nacieron precisamente para denunciar este tipo de medidas del Gobierno. Y por eso, no nos van a callar, sino que nos seguiremos movilizando cada vez más. Las Marchas no van a parar por esto”, asegura Arellano.

Las próximas elecciones autonómicas y locales han tenido su efecto también en la organización de este nuevo evento estatal, y es algo que quieren denunciar. “El año pasado veíamos una reivindicación social, puramente social: genero, vivienda, sanidad, alimentación... Todas de carácter urgente”, señala Mayoral. Pero, en esta ocasión, asegura, ven como el motivo se ha convertido en “votar, votar, y votar”. De este modo, reivindican que el lema de la Dignidad no puede decaer en el discurso electoralista, sino que debe mantenerse en cómo nació: bebiendo única y exclusivamente de un poder popular.

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