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Sobre este blog

Este blog se dedicará a hablar de uno de los fenómenos más incipientes de la actualidad: el mundo seriéfilo. Recomendará, analizará y traerá curiosidades de series de televisión estadounidenses, británicas, europeas y de otros países del mundo.

 

‘Twin Peaks’ (2017): una experiencia extraordinariamente mágica y única

Foto: loslunesseriefilos.com

Mario Cerdeño

A David Lynch hay que aceptarlo tal y como es y no lo digo con un significado oculto peyorativo. Es un genio y uno de los mayores iconos de la historia del cine. Su obra cinematográfica ha dejado una huella imborrable en la memoria: ‘Una historia verdadera’, ‘Mulholland Drive’, ‘El hombre elefante’, ‘Carretera Perdida’, ‘Cabeza Borradora’ o ‘Terciopelo Azul’, entre otras. Un tipo de cine icónico y, a veces, un tanto inaccesible y especial. Se podría decir que su cine -y televisión- es, como aquella canción de Enrique Iglesias, una experiencia religiosa.

El fenómeno de ‘Twin Peaks’ empezó en abril de 1990, decayó después del descubrimiento del asesino de Laura Palmer y, volvió a resurgir en los dos últimos episodios de la segunda temporada con Lynch al mando. Todo se “cerró” en 1992 con la película ‘Twin Peaks: Fuego camina conmigo’, una suerte de precuela de la serie. Sin embargo, la historia iba a deparar una gran sorpresa: ‘Twin Peaks II’. Mark Frost y David Lynch, 25 años después de despedirse, como si alguna fuerza cósmica y caprichosa cumpliera aquellas palabras que Laura Palmer dijo a Dale Cooper en cuarto rojo: “I'll see you again in 25 years”. Un déjà vu que vió la luz el pasado 21 de mayo.

Después de 25 años todo ha cambiado en forma y sustancia, tanto en la realidad como en la ficción, por todos ha pasado el inevitable paso del tiempo: los actores de antaño son más viejos, algunos han muerto y otros se negaron a participar; mientras, la magia de la historia de ‘Twin Peaks’ sobrevive con su impertérrita naturaleza, su Doble RR Diner convertido en franquicia, su Roadhouse alma de la música en vivo, sus “fantasmagóricos” semáforos colgantes, en la diversidad de sus personajes y en la capacidad de Lynch y Frost de transportarnos a un mundo que se mueve entre añoranza del pasado y el ruidoso presente; entre el bien y el mal; entre la realidad y la ensoñación; o, entre la vida y la muerte.

Quien conoce de sobra el cine de David e, incluso, quien solo ha visto unas pocas películas -incluido ‘Twin Peaks’-, sabe de su idiosincrasia a la hora de narrar historias. En ‘Twin Peaks 2017’ vuelve a ser un titiritero, un extraordinario jugador de póker que juega con todas las cartas que hay encima de la mesa. Desde el primer minuto somos marionetas movidas por unos finos hilos narrativos. Víctimas de su capacidad conceptual, del poder sus imágenes y del refinado silencio de la pausa y de la reflexión. Una serie que ha retorcido los esquemas narrativos para escribir historia televisiva; lejos queda ya aquel gran plano secuencia de ‘True Detective’ que maravilló a medio mundo. Hoy Lynch y Frost han aprovechado al cien por cien la extrema libertad que les concedió la cadena Showtime que ha dado lugar a una obra magna diga de exponer en las mejores galerías de arte.

Recuerdo la grandísima ovación a Lynch en el Festival de Cannes tras mostrar los primeros episodios de ‘Twin Peaks II’; minutos de aplausos que sonaron a justicia divina. Incluso, recuerdo una frase en una crítica de un importante opinador televisivo: “Twin Peaks: art of television”. Una definición muy efectiva que indica lo que ha supuesto estos dieciocho capítulos. Muchos pensarán que es una verdadera exageración y, quizás, tengan razón o no. Sin embargo, hay algo muy especial y magnético -como ya lo fue ‘Twin Peaks en aquellos años- que solo David Lynch y Mark Frost han llegado a conseguir: una capacidad inigualable y extraordinaria de contar una historia que ha vuelto a retumbar 25 años después. Un logro que está alcance de muy pocos creadores y directores de cine.

Todo el entramado simbólico y mitológico construido a lo largo de estas dos décadas a alrededor de ‘Twin Peaks’ llega a su culmen en esta nueva temporada. Indescriptible y cripta, sin duda, Lynch y Frost han dado al espectador un espectáculo fabuloso y una experiencia religiosa. Dieciocho capítulos que son un flechazo; un amor a primera vista. Poco importa que juegen con nuestra mente a través del uso narrativo de la antitrama para logra romper con lo convencional, la lógica y lo preestablecido. Un genio adelantado a su época; como ya lo hizo en los noventa.

‘Twin Peaks 2017’ es un poema donde el tiempo se contrae y dilata, lo viejo y lo nuevo se funde y donde las fuerzas de lo extraño se anteponen a las reales. Versos que confirman que el mito de Laura Palmer convive con nosotros después de 25 años. Somos parte de la misma obsesión de Dale Cooper por salvar a una joven que murió aquella noche en ese fatídico vagón y, de la misma obsesión que tiene David Lynch y Mark Frost, de enseñar su mundo, su obra maestra y su forma de concebir una historia que quiere decir tanto. Nada puede ser tan verdadero como cada uno de los personajes que pululan el universo de ‘Twin Peaks’: Harry, Lady Leño, Shelly, Audrey, James Benjamin Horne o Norma.

Sin embargo, lo mejor de ‘Twin Peaks 2017’ es volver a embriagarse de los paisajes lynchianos, de su composición y de todos los personajes que en ellos viven. Se parte de una experiencia que regala momentos únicos y mágicos que ya forman parte de la historia de la televisión moderna. Solo Lynch es capaz de dejar una huella imborrable en una época donde se realizan más de 400 series al año. Porque en nuestra imaginación volveremos a ver a Audrey bailar, la habitación roja, a Dougie Jones, al Doppelgänger o a Diane. En definitiva, Lynch ha vuelto a grabar a fuego en nuestra mente sus complejos y sofisticados mundos.

Esta nueva y última temporada ha vuelto a ser otra extraordinaria experiencia como ya sería la de los noventa. Sin duda, yo invitaría a bucear por los mundos de ‘Twin Peaks’ a todos aquellos que no lo han hecho todavía y, a los que lo han hecho, una segunda revisión más tranquila a lo largo del tiempo porque esta serie lo merece de verdad. Ni mis humildes letras hacen justicia a la obra maestra de Lynch y Frost. En España se puede ver a través de Movistar+.

Laura Palmer nunca estuvo más viva como ahora.

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