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La quinta parte de los mayores de capitales castellano-manchegas habita en viviendas muy deficientes

Los gerontólogos avisan que también hay ancianos acompañados que se sienten solos

Alicia Avilés Pozo

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En Castilla-La Mancha, cuatro de sus cinco capitales de provincia tienen una población de entre 50.000 y 100.000 habitantes. Son ciudades de tamaño medio y donde hasta una quinta parte de las personas mayores habita en viviendas con condiciones “muy deficientes”. Así lo desvela un informe del Observatorio Social de “la Caixa”, que precisa que en este tipo de ciudades, el 21,5% de los mayores no dispone de viviendas aptas. Es lo que llaman “vulnerabilidad residencial extrema” por acumulación de problemas graves en el inmueble.

Albacete es la única excepción en este análisis, puesto que cuenta con una población de más 170.000 habitantes. En este caso, el porcentaje se reduce hasta el 19,5%, por debajo de la media nacional, que se sitúa en el 20%. El resto de municipios de Castilla-La Mancha se encuentran en su mayoría en la franja de entre 5.000 y 10.000 habitantes: en estos casos el porcentaje es del 19,7%. Y en los más pequeños sigue reduciéndose hasta el 16,6%, para pueblos de menos de 2.000 habitantes.

La conclusión que extrae el estudio es que los mayores que residen en ciudades medianas son los que sufren mayor vulnerabilidad residencial en España. En todo el país, el 20,1% de las personas mayores de 65 años en España (1.596.675 personas) reside en este tipo de viviendas. La vulnerabilidad residencial extrema surge de la acumulación de problemas en una vivienda, que va mermando la calidad de vida.

De esta forma, precisa cómo los extremos (vivir en un pueblo de menos de 10.000 habitantes, pero especialmente en aquellos más pequeños, o en una ciudad de más de 500.000 habitantes) ofrecen una mayor protección a las personas mayores. Esto es así porque, por un lado, las ciudades de gran tamaño se han visto beneficiadas por medidas de control y recursos públicos para luchar contra la infravivienda, mientras que los municipios rurales más pequeños se valen de un mayor rango de formas solidarias de acceso a la vivienda y de un ahorro en los precios de los terrenos que redunda en una mejor calidad de las construcciones. 

Los problemas más frecuentes, en tanto que inciden sobre un mayor número de personas mayores, son los de accesibilidad, la falta de calefacción o de aparatos para calentar su vivienda, edificio de más de tres plantas sin ascensor y hacinamiento. Otra carencia detectada es la falta de acceso a agua corriente.

El informe también pone el foco en la necesidad de corregir estos problemas para garantizar una vejez autónoma y de calidad, así como integrada en la sociedad, lo cual pasa por cubrir las necesidades básicas en las viviendas. El 96,4 % de las personas mayores decide permanecer en su vivienda durante la vejez, frente al 3,6 % que vive en residencias o instituciones de otro tipo. “La evidencia disponible muestra que envejecer en casa beneficia la salud y el bienestar de los mayores, siempre que la vivienda favorezca un envejecimiento de calidad y no exponga a los mayores a situaciones de vulnerabilidad”.

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