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¿Se pueden lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible con investigadores precarios?

El laberinto de la carrera científica y el árbol del conocimiento

Manuel Rodríguez de la Cruz

Responsable de Medio Ambiente de IU-CLM —

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Tengo amigos investigadores doctores que van a trabajar a diario a sus centros de investigación y no cobran un duro por ello. O tienen que conformarse con lo poco que les ofrece la prestación o el subsidio de desempleo tras haber cotizado una miseria, pues muchas veces trabajan 10 horas al día cuando en realidad tienen contratos a media jornada y con sueldos mileuristas. Deben seguir trabajando en esas condiciones porque en su ámbito laboral estar unos meses “parados” (sin publicar artículos, sin participar en congresos y seminarios, sin preparar proyectos, etc.) supone perder el tren de forma definitiva. Su esperanza es que, tras un par de décadas trabajando en esas condiciones logren, alrededor de los 47 años, según la media que se maneja actualmente, un contrato indefinido en un centro de investigación español.

Para muchos, la “Convocatoria de ayudas para proyectos de investigación científica y transferencia tecnológica” de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha es una opción para seguir trabajando en sus respectivos campos.

Sin embargo, estas ayudas, que en el 2019 se tuvieron que presentar en febrero, no se resuelven hasta octubre. Se pueden imaginar la incertidumbre y angustia de los investigadores que optan a esas ayudas al no saber si van a poder trabajar a partir de octubre o si tienen que volver a reinventar su futuro, que conlleva en muchas ocasiones cambiar de profesión y/o de país. Los que toman las decisiones de aprobar o no esas ayudas deberían tener en cuenta esto. También que, durante los ochos meses que transcurren hasta que se publica la resolución, muchos investigadores están trabajando sin cobrar un sueldo. La mayoría, ya por encima de los 35 años, no se plantea tener familia. Lo contrario sería descabellado.

Uno de los proyectos que concurren a esas ayudas y que he tenido la posibilidad de leer se titula: ¿Es posible reducir los daños en cultivos causados por conejos mediante el fomento de la depredación por aves rapaces? El investigador principal es un doctor en Ciencias Ambientales en situación de desempleo y el proyecto, de ser financiado, se llevaría a cabo a través del IREC (Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos), un organismo dependiente del CSIC, la JCCM y la UCLM, situado en Ciudad Real.

El proyecto pretende, a través de la instalación de cajas nido en zonas de cultivo, que rapaces diurnas o nocturnas se instalen en ellas y ejerzan un control biológico, mediante depredación, de las poblaciones de conejo en parcelas agrícolas donde suponen o puedan suponer una plaga. Considerando que Castilla-La Mancha tiene declarados casi 300 municipios en todas sus provincias como comarca de emergencia cinegética temporal por daños de conejo de monte (Resolución de 26/03/2019, de la Dirección General de Política Forestal y Espacios Naturales) el proyecto parece más que oportuno.

Un sector empleador

Este tipo de proyectos, además de su interés puramente científico presentan otras ventajas: producen un beneficio para la sociedad (en este caso, evitando las pérdidas en cosechas y, por tanto, económicas para los agricultores o la utilización de medidas no respetuosas con el medio ambiente para controlar las plagas), generan puestos de trabajo y posibilitan la colaboración entre instituciones científicas y ONGs (en este caso, participa GREFA, Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat). Además, los resultados que se obtiene en estos estudios y otros no son sólo aplicables a nuestra comunidad autónoma, sino que son extrapolables a nivel global. Si tenemos en cuenta que, según datos de la ONU, “el sector de la agricultura es el mayor empleador del mundo y proporciona medios de vida al 40% de la población mundial actual y es la mayor fuente de ingresos y empleos para los hogares rurales pobres” y que el problema que suponen las plagas de conejos y otros animales es algo que se puede acentuar con el cambio climático, estamos hablando de que si queremos avanzar en el logro de los Objetivos de Desarrollo  Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 “Fin de la Pobreza” y “Hambre Cero” tenemos que seguir investigando en esa dirección.

Los ODS son un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible que firmaron los líderes mundiales en el contexto de la ONU. Estos objetivos se deben cumplir para el 2030, de ahí que se les incluya en la Agenda 2030 de desarrollo sostenible. El logo de los ODS está cada vez más presente en los medios de comunicación. Por ejemplo, cuando sale a dar una rueda de prensa el presidente en funciones de la nación, el Sr. Sánchez, o alguno de sus ministros, el logo aparece detrás del atril en pantallas de televisión colocadas sobre las paredes. No sé si todo el mundo que ve ese logo lo reconoce, pues en realidad poca información recibimos habitualmente sobre los ODS. Espero que eso no signifique que desde las instituciones no se les da la importancia que merecen, pues el 2030 llegará antes de que nos demos cuenta y creo que, a día de hoy, no hay visos de conseguir cumplir con ninguno de ellos. 

A  pesar de lo dicho, no se debería responsabilizar únicamente a las administraciones. Las ONG tienen mucho que aportar para el cumplimiento de los ODS. Me gustaría que algunas de las más importantes a nivel mundial, como Cruz Roja, WWF o Greenpeace, apoyaran más la investigación en temas importantes, como es, sin duda, la seguridad alimentaria, ayudando a financiar proyectos que se pretenden hacer en nuestra región como el que he ejemplificado. Además, la participación en proyectos de investigación está reflejada en sus estatutos. Estoy seguro de que sus presupuestos anuales son mucho mayores que el de GREFA. Y sin embargo, esta colabora en proyectos de investigación dentro de sus posibilidades.

Si queremos abordar los ODS de la Agenda 2030 de una forma sería, toda ayuda, mucha o poca, es necesaria. Y los investigadores de nuestra región y nuestras ONG pueden alcanzar grandes logros si trabajan conjuntamente. Y, de paso, aliviar un poco la precariedad laboral en ambos sectores. 

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