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Cuando los ríos de Madrid están mal, el Tajo está peor

Vertido en el río Tajo en Talavera de la Reina. Plataforma en Defensa del río Tajo.

Francisca Bravo Miranda

Uno de los principales problemas del curso medio del río Tajo es la insuficiente calidad de las aguas que acarrea. Esta parte del río comienza en Madrid, pasa por Aranjuez y sigue por la provincia de Toledo, para entrar en Cáceres y terminar, finalmente, en la frontera con Portugal. Raúl Urquiaga, portavoz del colectivo ecologista Grupo de Acción para el Medio Ambiente (GRAMA) participó en el ciclo “Investigando el Tajo” con la intervención “Implicaciones de la situación de los ríos madrileños en la calidad del agua del Tajo a su paso por Toledo”. Y es que el bajo nivel de las aguas del cauce que se observan en localidades como Toledo y Talavera de la Reina tiene causas directamente relacionadas con la calidad de los ríos madrileños.

No sólo sufre el Tajo por la falta de caudales que trae consigo el trasvase Tajo-Segura en sus embalses de cabecera, sino que ríos como el Jarama, el Guadarrama y el Manzanares inciden de forma especialmente importante en los niveles de contaminación de las aguas del cauce. “Que haya seis millones y medio de personas en Madrid usando esa agua genera que el estado final de esos ríos no sea el mejor de los posibles. Realmente, es lamentable”, señaló Urquiaga. De hecho, la misma Confederación Hidrográfica del Tajo señala en el plan hidrológico vigente del Tajo que el estado de los afluentes es “peor que bueno”, según indicó el ecologista, quien también criticó que la CHT use “muchos eufemismos para ocultar la realidad, cuando la realidad es que es malo”. Este estado “peor que bueno” afecta a dos terceras partes del río Jarama, el Guadarrama y el Tajuña, entre otros. “No es el estado más adecuado”, afirmó el activista.

Además, Urquiaga describió que tanto el estado ecológico, como el estado químico de estos afluentes no es el mejor, y de hecho no llega a una calificación buena. Entre estos indicadores se encuentran los indicadores biológicos, entre los que se cuenta la fauna asociada, en especial los macroinvertebrados, o los indicadores fisicoquímicos como la calidad del agua y también los indicadores hidromorfológicos, el estado de la ribera y la vegetación. El Guadarrama es el único río que muestra un estado que se califica de “moderado a bueno”, según la información entregada por el portavoz de GRAMA. En este sentido, Urquiaga señaló que cauces como el Jarama presentan sustancias como el lindano con características cancerígenas y “muy peligrosas”, que vienen de malas prácticas en la agricultura durante los años 70’. El cromo también se puede encontrar en este afluente, y su alta concentración en estas aguas ha sido señalada por entrañar un “importante riesgo para la salud humana”.

Otro de los problemas que ha señalado Urquiaga son los vertidos en la cuenca del Tajo, incluso hablando sólo de aquellos que son autorizados, que son suficientes para explicar los contaminantes de los ríos. Como es de esperar, los vertidos urbanos se concentran en el área de Madrid: el 47% de los vertidos que recibe el Tajo en un año provienen de Madrid y superan los mil millones de metros cúbicos al año, según la información de la Confederación Hidrográfica del Tajo en 2012. Cáceres es la segunda provincia que más vertidos “aporta” al Tajo, y la razón principal es la central nuclear de Almaraz. Sin embargo Madrid ocupa el 14% del territorio del río Tajo y aporta casi la mitad del total de los vertidos.

Urquiaga apuntó también que los regantes de la Comunidad de Madrid “usan todo el agua que pueden” y convierten sus cultivos de maíz en “piscinas” ya que pagan el agua por superficie. Incluso, aquellos de la zona de Borox, que también deben regar con aguas del canal del Jarama se han manifestado en contra de los regantes de las zonas de Ciempozuelos y San Marín de la Vega que se quedaba, literalmente, con toda el agua. De este modo, el afluente queda “prácticamente seco, a pesar de tener que llevar suficiente agua con los aportes de las depuradoras de Madrid”. Este cultivo, apunta el activista, se lleva dos terceras partes del agua que debería llegar al Tajo y además, aporta productos fitosanitarios que son contaminantes para el afluente.

Dentro de las conclusiones de Urquiaga cobra especial importancia la movilización ciudadana, como la que ha llevado el colectivo GRAMA, pero también otros colectivos como la Plataforma en Defensa del Tajo en Toledo y sus homólogos en Talavera de la Reina y Aranjuez. “Estas experiencias ciudadanas tienen un efecto relativamente importante en las decisiones que toman las administraciones públicas”, señalaba el activista, quien puntualizó que, a pesar de “no conseguir demasiado”, si no existieran “los ríos estarían aún peor”. De este modo, Urquiaga llamó a seguir con la lucha ciudadana por los caudales, en especial por aquello que viene ya determinado por las legislaciones hidrológicas. “La fuerza de los hombres radica en la unión”, finiquitó el ecologista.

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