Encima del escenario y en movimiento los bailarines parecen pertenecer a una raza superior, más grácil y ligera que el resto de los humanos, como si por sus venas corriera sangre de hadas o de elfos. Pero cuando ponen los pies en el suelo su realidad es mucho más prosaica. Prosaica, precaria y de gran inseguridad laboral. Posiblemente, son los artistas más afectados por la crisis debido a sus particulares circunstancias, sumadas al hecho de que la danza es un espectáculo minoritario en este país. En contraste, se trata de una de las disciplinas más duras que exige un entrenamiento diario, una constante tensión cuerpo-mente y, como les ocurre a los atletas o futbolistas, su carrera tiene una fecha de caducidad muy ajustada.
La Asociación de Profesionales de la Danza de la Comunidad Valenciana (APDCV), entidad que aúna a más de un centenar de bailarines, coreógrafos, docentes, junto a las asociaciones y sindicatos agrupados en la Confederación de Artistas-Trabajadores del Espectáculo (Conarte), denuncian esta situación de precariedad y el hecho de que no se les abonen las horas extras a los miembros de las compañías públicas de carácter nacional.
“Queremos denunciar la precariedad y difícil situación que atraviesa el sector de la danza en estos momentos”, dice Miguel Tornero, presidente de APDCV. “Los sueldos de los bailarines de los distintos elencos artísticos públicos apenas superan los 900€ al mes. Una precariedad que vive el sector tras una larga y dura formación como profesionales de esta disciplina, cuya carrera en el escenario termina a los pocos años de cumplir los cuarenta, incluso antes”.
Condiciones laborales
La APDCV ha puesto en marcha el primer estudio sobre las condiciones laborales de los profesionales de la danza en la Comunidad Valenciana en colaboración con el Máster Oficial Interuniversitario en Gestión Cultural de la Universitat de València. Los resultados se harán públicos este año con el objetivo de elaborar un diagnóstico fidedigno de la situación actual.
“El estudio reflejará cuál es la actividad de los profesionales de la danza (intérpretes, docentes, coreógrafos, gestores, asesores de movimiento, repetidores, etcétera) y la realidad del conjunto del sector a través de entrevistas y encuestas”, explica Tornero.
La precariedad económica se suma a una difusa situación laboral, pues no existe un Convenio Colectivo para la danza a nivel nacional. “En numerosos casos se toma como referencia uno de la Comunidad de Madrid que marca mínimos muy mínimos”, comenta Tornero. Tampoco están incluidos en el Instituto Nacional de Cualificaciones que permite el reciclaje laboral o la transición profesional a otros oficios y profesiones. De hecho, ni siquiera sus estudios profesionales de danza tienen reconocimiento académico de ningún tipo y los estudios superiores siguen, en la práctica, en una situación difusa respecto a su equivalencia total a los estudios universitarios.
Artista Intermitente
En cuanto a las prestaciones del paro, debido a que sus contratos suelen ser de corta duración resultan muy exiguas. “En el Régimen de Artistas un día cotiza más o menos por uno y medio”, indica Tornero. “Pero ese régimen, digamos privilegiado, no siempre se aplica durante las producciones de espectáculos”. En Francia existe la figura del Artista Intermitente por la cual estos profesionales reciben una consideración y protección laboral acorde con su actividad.
El mundo de la danza es por naturaleza variado y caótico. Si bien hoy por hoy los sueldos de los bailarines son exiguos en general, siempre ha habido diferencias significativas en función del sector en el que se trabajara; televisión, musicales, etcétera. Por ejemplo, en el caso de las compañías privadas no es habitual que se contemple en el sueldo las horas extras. En el plano docente sucede lo mismo, y así encontramos que mientras los de conservatorios públicos disfrutan de un régimen similar al de los maestros de Educación Primaria o secundaria, los de las escuelas privadas se rigen por el mismo convenio que aúna a peluqueros y monitores de centros deportivos.
Sin cobrar las horas extras
Lo que se podría considerar la elite de la danza, los miembros de los entes públicos tampoco salen de miseria. En la Compañía Nacional de Danza (CND) y el Ballet Nacional de España (BNE), reciben sueldos ínfimos, teniendo en cuenta su grado de preparación, y a partir del pasado mes se les niega el cobro de las horas extras. Estos profesionales no percibirán las horas extras que les pertenecen si han superado las 60 anuales, lo que la mayoría ya ha hecho. Estas horas serán remuneradas con días de libranza, criterio establecido sin ningún tipo de diálogo previo.
“Consideramos que la medida impuesta y aparentemente 'compensatoria' es injusta e inaceptable y supone un claro atropello y recorte a los derechos laborales de los profesionales de las compañías públicas que representan la cultura española por todo el mundo”, señala Tornero. “Además de interferir y no poder garantizar los compromisos y giras de los bailarines, no resulta factible en una profesión que, como la danza, requiere de entrenamiento y ensayos diarios para poder realizar las actuaciones, lo que supone horas complementarias de trabajo, por lo que la sustitución de horas extras a cambio de libranzas resulta inviable”, concluye.