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“Este señor por el que usted me pregunta”

Josep Moreno

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Ya conocen ustedes las razones para decir “no” de Pedro Sanchez. Tienen que ver con la decencia en la política. Tienen también que ver con el futuro, o no, que tendrá lo que va quedando del partido que todavía hoy secretaría y generalea. Seguro que también hay algo de la propia supervivencia política y de las nefastas consecuencias que en su opinión, y la mía, tendría para este pais la reelección como presidente  del admirador de Rita, el enamorado de Rus y el jefe de  Luís Barcenas. Pero… ¿Cuáles son las razones para decir “no” de Mariano Rajoy?

A priori, cuesta entender que un sujeto que lleva todo el día la responsabilidad institucional en la boca no considere el más barato, rápido y sensato de los caminos que llevan al desbloqueo de la situación política de este país: apartarse. No tiene que pedir disculpas a nadie. Nada de actos de contrición. Solo tiene que encontrar a su amigo Paco Camps. No le será difícil. Lo debe tener al lado, delante o detrás. Él, con sumo gusto, le prestará los apuntes de su magnífico discurso de dimisión. Después se convoca a la prensa…  y ya está! A casa  por el bien del país, del PP y del registro de la propiedad de Santa Pola.

El problema es que Mariano Rajoy no tiene ni la más mínima intención de moverse. Y no es por ambición política, ni por amor a la patria, ni por responsabilidad, ni porque se lo haya prometido a su familia. Mariano Rajoy no se va porque es el presidente del partido procesado por corrupción, el jefe y máximo responsable de la llamada por un juez “organización criminal” implicada en el saqueo sistemático de un buen numero de instituciones. Mariano no se mueve porque sabe, solo con mirar a los ojos a Rita Barberá que la gravilla que separa la verja de la Moncloa del primer centímetro de asfalto de la calle  es la fina membrana que le protege del primer juez con ganas de pasar a la historia por ser el primero en encarcelar a un expresidente de este pais.

Mariano lo sabe, y lo sabe de primera mano. Mariano es consciente que en el mismo instante en que desfallezca, flaquee, o peor aún, tropiece accidentalmente con su conciencia  por un pasillo de Génova y se le ocurra poner su candidatura a disposición del partido, la patria o la parroquia, se iniciará un vía sin retorno en el que ya le esperan los mejores de sus amigos. Un camino frío y solitario que acaba con una rueda de prensa de Soraya Saenz de Santamaría refiriéndose al expresidente imputado como “Ese señor por el que usted me pregunta”

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