El pacto de la burla
Los excesos sin precedentes cometidos por los diferentes gobiernos del Partido Popular en la Comunidad Valenciana han hipotecado sobremanera al actual ejecutivo de Alberto Fabra. Su intento desesperado de transmitir una imagen de renovación o de ruptura con el pasado, es totalmente inocuo al sentir de las y los valencianos.
Los nuevos recortes anunciados por el Consell lastran por completo su credibilidad hacia la ciudadanía. Ya no es posible hacernos creer que quiénes gobiernan están al servicio de las personas y no por la defensa de sus intereses particulares.
Esta última semana hemos asistido a una nueva puesta en escena del folclore y boato típico al que nos tiene acostumbrados el Gobierno de la Generalitat: la escenificación de un “gran pacto” social entre agentes sociales con el objetivo de transmitir la imagen de ideario común a la hora de aunar fuerzas para remontar esta sanguinaria crisis que estamos sufriendo. Dicho así, incluso suena bien. Ahora, nada más lejos de la realidad.
Cabe preguntarse: ¿estaban todas las entidades sociales en el acto? ¿quiénes eran los que estaban presentes y quiénes eran los no presentes? ¿se trataba de un acto que pretendía aunar a todas y todos lo valencianos con la idea de luchar juntos contra la crisis? ¿o por el contrario no se trató más que de otra pomposa escenificación a la que nos tiene acostumbrados el Gobierno de la Generalitat para marcar y conceder el derecho de valencianía?
Sobre esta última cuestión es importante poner el foco, ya que no es la primera ni la última vez, en la que quiénes más responsabilidad y sentido de gobierno deben de demostrar, dedican todos sus esfuerzos a la división, a la confrontación, a decidir quién es más o menos valenciano y quién no lo es. A pintar una realidad que no es la que es, sino la que les interesa vender a través del “populacheo” obsceno y la siembra del odio entre las personas.
No es casualidad, que cuando las cosas no van del todo bien, el Partido Popular saca el fantasma del catalanismo como recurso para amedrentar a las personas. En esto no es que tengan la patente, ya se dedicaban en buena manera algunos gobiernos ultraconservadores estadounidenses apelando al miedo comunista como una manera de mantener prietas a las filas.
Y lo bien cierto es que el Gobierno de Alberto Fabra, un ejecutivo repleto de tensiones a nivel interno, pues es consciente de que se acaba el cafetín, se bate a la desesperada por aferrarse a un sillón en el que los valencianos y las valencianas, por mucho que trate de maquillarlo con ridículos actos pomposos, ya no le reconocen. Porque se mire por donde se mire la mayoría de esta sociedad, ya no traga. Ya no confía en un gobierno que habla de salir de la crisis, cuando es este Gobierno el responsable en gran medida de habernos metido en el pozo en el que nos encontramos.
Por mi parte no me atreveré a decir que cualquier alternativa de gobierno será impoluta, mágica y ejemplar, no creo que en las hadas, aunque sin duda es y será lo exigible. Pero lo que sí que es cierto, que la menos buena de las alternativas, sin duda será mucho mejor que la actual.
Por mucho que traten de engañarnos, de amedrantarnos, de generar el miedo y confusión, las y los valencianos no estamos por un gobierno en el que su único interés es el de mantenerse aferrado al sillón. I que com va dir algú, “diguem no, nosaltres no som d’eixe món!”
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