Seis consejos para elegir qué objetos de casa nos quedamos y cuáles desechamos

Una casa con muchos objetos decorativos

Cristian Vázquez

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Casi todos caemos en la tentación (algunos más, otros menos) de guardar cosas que “quizá sirvan” en el futuro. Lo cierto es que, la mayoría de las veces, esos objetos terminan perdidos en cajones y armarios y nunca más recurrimos a ellos. Y si acaso alguna vez los recordamos y creemos que nos pueden ser útiles, no sabemos dónde están, de modo que tampoco los llegamos a usar. Por otra parte, también se suelen guardar muchas cosas por su valor emocional y no por el real: regalos, recuerdos, objetos heredados, etc.

Sobrecargados y desordenados

Todo esto da como resultado que nuestras casas estén sobrecargadas de cosas. Cuantas más cosas hay, más probable resulta que estén desordenadas. Y el desorden repercute de forma directa sobre nuestro estado de ánimo. No solo porque la mera contemplación de un ambiente mal organizado suele generar inquietud, sino también por aspectos prácticos: chocar o derribar cosas al moverse de un sitio a otro, buscar algo y no saber dónde está, pérdidas de tiempo, irritabilidad, ansiedad, discusiones, malestar.

Es como si, de algún modo, nos quisiéramos cargar de compromisos. Existe una especie de “obsesión por tener armarios para guardar cosas”, pero a mayor cantidad de ropa, “más para limpiar, planchar y guardar”, señala Ane Valverde, diseñadora de interiores y especializada en coaching deco, disciplina que conecta el interiorismo con la psicología.

En la misma línea, la organizadora profesional Pilar Quintana apunta que “el mayor peligro viene cuando tenemos mucho espacio, porque tendemos a guardar cosas que, si no cupiesen, no habríamos conservado”. 

El problema es que, al igual que cada zona de almacenaje tiene una capacidad limitada, también cada persona “está preparada para mantener organizadas un número de cosas sin tener que pelearse con el orden”, apunta la también organizadora Cristina Muñoz. El objetivo, añade, debiera ser que “las cosas no se expandan y llenen el espacio hasta el último milímetro”. 

Consejos para sentirse más a gusto con los objetos en casa

A continuación se enumeran algunos consejos de las especialistas para lograr esa coherencia y sentirse más a gusto con las cosas que hay en nuestras casas:

1. Priorizar el presente. Es clave que cada persona identifique, explica Lucía Terol, también organizadora profesional, “cuáles son las prioridades de su vida, qué es lo realmente importante, para, desde ahí, revisar sus objetos con visión en el presente. Muchas veces nuestras casas y objetos hablan más de la persona que éramos hace unos años que de la que somos ahora”. Un objeto que fue importante en el pasado puede ya no serlo, y lo más conveniente quizá sea que se vaya para abrir espacio a las cosas de la actualidad.

2. Imaginar la casa “ideal”. La mayoría de las personas están tan habituadas al lugar donde viven que prácticamente “no lo ven”. Cristina Muñoz recomienda “salir de casa y volver a entrar con ojos de visita”. Esto ayuda a tomar consciencia del espacio, da otra perspectiva del lugar y permite imaginar o visualizar posibles cambios. Puede ser el punto de partida para una nueva organización.

3. Poner objetivos concretos y alcanzables. Cambiar los hábitos de acumulación y la cantidad de cosas que hay en la casa es una tarea que puede llevar bastante tiempo. Proponerse lograrlo de un día para el otro puede conducir a la frustración. Como explica Pilar Quintana, “la organización implica un proceso, no es ponerse a tirar a lo loco y sin criterio. Hay que estar muy seguro de que queremos hacer ese cambio en nuestra vida”.

4. Elegir, no descartar. Si el plan es reducir la cantidad de objetos, Muñoz destaca la importancia de “poner orden desde el punto de vista de lo que vamos a conservar, no de lo que vamos a descartar”. Esto se debe a que descartar tiene connotaciones negativas, que pueden teñir la tarea de una sensación desagradable. Seleccionar cosas para quedarse con lo mejor, en cambio, es una forma positiva de afrontar el proceso. 

5. No menospreciar el apego por los objetos. Quintana subraya que, para alguien que tiene muchas cosas, la tarea de poner orden puede incluir decisiones difíciles. Sobre todo, en el momento de plantearse qué hacer con objetos cargados de valor emocional. Su consejo para esos casos es el siguiente: “Piensa sinceramente si te hace feliz tenerlo. Si realmente te compensa, mételo en el cajón. Pero si en el fondo sabes que va a ser un trasto que no vas a volver a sacar, tíralo ya. Busca una ONG o una asociación a la cual donarlo, para darle una nueva vida con alguien que realmente lo pueda necesitar”.

6. Recordar el valor del orden. “No es tanto una cuestión de cantidad sino de cómo usas y guardas las cosas con las que convives”, asegura Ane Valverde. Tener pocos objetos pero desordenados también puede ser una fuente de inquietud y malestar. “Creo que alguien que fue siempre desordenado es porque no sabe lo satisfactorio que es el orden -arriesga Valverde-. Poner orden es un ejercicio de lo más terapéutico”.

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