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Diez consejos higiénicos para mantener una segunda residencia

Interior de una minicasa.

Marta Chavarrías

Muchas personas iniciarán durante estos días, si no lo han hecho ya, sus tan ansiadas y esperadas vacaciones. Miles de destinos esperan la llegada de turistas y visitantes. Pero mucha gente pasará también unos días en el apartamento de la playa o de la montaña al que acude de forma esporádica y que suele tener de segunda residencia –o una casa en nuestro pueblo de origen–, especialmente en zonas como Andalucía, Catalunya, Illes Balears y la Comunitat Valenciana, donde estos sectores tienen un protagonismo destacado, según datos del informe Mercado Residencial en España. Situación actual y perspectivas, de la plataforma Servihabitat Trends.

Ventajas de la segunda residencia

Tener una segunda residencia –siempre que alguien se la pueda permitir– nos ofrece varias ventajas. Podemos disfrutar todo el año de pequeñas vacaciones durante los fines de semana y durante los puentes que nos regala el calendario. En unas horas, podemos pasar de la esclavitud de la rutina diaria a unos pocos días de descanso, ya sea cerca del mar o inmersos en la tranquilidad de la montaña.

En verano, disponer de una segunda residencia también nos permite ir de vacaciones siempre que queramos, cuando podamos y en el momento que decidamos. Sin tener que dar explicaciones a nadie ni tener que perder el tiempo buscando un alojamiento que nos ofrezca todo lo que buscamos. Pero también tendremos que atender a ciertas cosas y prestar atención a detalles si no queremos que nuestros días de descanso se conviertan en trabajo de más.

Siete consejos para cuando llegamos a la residencia

Encontrar la casa en buen estado significa que antes la hemos dejado en buenas condiciones. No olvidemos que una casa en desuso y, además, descuidada, puede pasar factura en el futuro. Pero si seguimos unas determinadas pautas, las sorpresas serán mínimas. Es complicado saber, de un simple golpe de vista, si está todo limpio puesto que lo más importante, los gérmenes patógenos, no se ven.

Como posiblemente habrán pasado unas semanas, e incluso meses, desde que fuimos por última vez, es recomendable en el momento en que llegamos:

Hacer una revisión rápida: abrir armarios y cajones, mirar detrás de las puertas, el cubo de la basura, el baño… esto nos dará una pista de cómo está la casa.

Ventilar la casa: es fundamental hacerlo en cuanto llegamos. Abrir ventanas y puertas permitirá que el aire interior se renueve. Controlar la humedad es prioritario ya que es una de las principales amenazas de una segunda residencia. Mantenerla a raya nos ahorrará problemas de humedades en las paredes y en determinadas zonas de la casa.

Lavar los textiles: las cortinas, alfombras y ropa de cama suelen acumular la humedad que se concentra en la casa por una mala ventilación. En la mayoría de los casos, son estos textiles los que desprenden el olor a humedad característico de casas las cerradas. Las alfombras no son muy recomendables en las segundas residencias porque suelen acumular polvo y son complicadas de lavar.

Elegir muebles sencillos y fáciles de limpiar: no se trata de pasarnos el día limpiando, así que es recomendable tener los mínimos muebles necesarios para no tener más trabajo de la cuenta.

Limpiar de forma regular: es una de las formas más eficaces de mantener en buenas condiciones una segunda residencia para evitar los malos olores y la aparición de plagas de hormigas y otros insectos. No es aconsejable que pasen más de cuatro meses entre una limpieza y otra.

Hacer revisiones anuales: es aconsejable revisar la casa al menos una vez al año para detectar pequeños imperfectos. Si se encuentran pronto, será más fácil arreglarlos. El objetivo es evitar que se acumulen las averías como un electrodoméstico que no funciona bien, una persiana estropeada o puertas que no cierran.

Revisar los electrodomésticos: debemos prestar atención a la nevera y a no dejar alimentos si nuestra ausencia es larga. Además, es importante también reducir tanto como podamos los gastos energéticos. Según un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), mantener una segunda residencia cuesta algo más que 1.700 euros anuales, y el gasto energético es uno de los que se lleva la mayor parte de esta factura. Es recomendable desenchufar los aparatos eléctricos para evitar el stand by, así como sustituir las bombillas por unas de bajo consumo. 

Y otros tres para cuando nos marchemos

Pasadas las vacaciones, llega la hora de decir adiós y de dejar la casa preparada para una futura vuelta. Lo fundamental es dejar la casa limpia, prestando especial atención a la cocina y el baño.

En la cocina: es importante no dejar comida en la casa, eliminar los restos de alimentos y líquidos y dejar los envases de alimentos vacíos y cerrados herméticamente. Debemos fijarnos sobre todo en el fregadero, la nevera, el microondas y la encimera. La nevera podemos dejarla a una temperatura alta para ahorrar energía; pero también podemos desenchufarla -aunque los expertos no lo aconsejan-, no sin tener en cuenta que es preferible dejarla con la puerta abierta para que no se forme moho ni aparezcan malos olores. Dejar agua estancada puede conllevar problemas de insectos y mosquitos. Debemos comprobar también la parte trasera de los electrodomésticos ya que los motores pueden convertirse en nidos de bichos

En el baño: esta habitación es, junto con la cocina, el lugar de mayor riesgo porque es una de las zonas más húmedas de la casa. Bastan unos pocos días fuera de casa para que se desarrollen focos de infección y plagas que generarían una situación de elevado riesgo higiénico. Es la parte de la casa donde más microbios pueden acumularse debido, sobre todo, a su función sanitaria. Para reducir los riesgos es fundamental retirar todos los productos de uso habitual del lavamanos y la bañera como jabones, cepillos de dientes, peines y esponjas. Deberán lavarse bien y guardarlos bien secos en un armario.

Cerrar el agua y la luz: es lo último que suele hacerse, pero no por ello lo menos importante. 

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