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Las 10 grandes tentaciones del agosto que los puros de dieta deben resistir

Foto: Diluvi

Jordi Sabaté

Ya sea por lasitud, por comodidad o simplemente porque disfrutamos con ellos, existen ciertos hábitos que en agosto se acentúan hasta convertirse en peligrosos desde el punto de vista nutricional. El calor de la canícula tiene que ver mucho con ello, ya que nos empuja a relajar las costumbres y a la búsqueda del placer sensorial.

Pero el principal problema es que dichos hábitos no siempre son saludables y algunos de ellos pueden alterar nuestra proporción de grasa corporal, de modo que ingresemos en septiembre con dos tallas más de cintura. O bien que a mitad de las vacaciones notemos que los tirantes del bikini nos dejan marca y la elástica del bañador nos dibuja en la panza una banda similar a un código de barras interminable.

Por lo tanto, es imperativo señalar cuáles son los diez principales hábitos peligrosos a los que veraneante de agosto debe resistirse o, por lo menos, luchar titánicamente para mantenerlos a raya.

Los diez pecados capitales de la dieta en agosto

  1. Los zumos: pensamos que son una buena y sana alternativa a las bebidas gaseosas o a los pelotazos de calimocho, incluso la mejor manera sana de comenzar un día de playa o monte. Pero no es así: tanto si son naturales como si no, contienen un alto nivel de azúcar y carecen de fibra vegetal cuando están tamizados. Te lo explicamos en Zumos de fruta naturales: ¿opción sana o dulce veneno? Hay que tener claro que no es lo mismo fruta que zumo.
  2. Los helados: son muy veraniegos y están deliciosos, pero están básicamente hechos de azúcar, leche y espesantes entre otras cosas, cuando no grasas hidrogenadas, como en en caso de los helados mantecados. Te lo explicamos en ¿Son los helados realmente tan insanos como la gente dice? Engordan muchísimo.
  3. El gazpacho: vale que es sanísimo y parte de nuestra cultura ancestral. Pero no debemos olvidar que con cada vaso (250 mililitros) de gazpacho de 'tretabrik' nos metemos entre pecho y espalda 1,5 gramos de sal, casi 10 gramos de hidratos de carbono y siete gramos de azúcares. Un solo vaso de gazpacho está bien pero si vamos a por el litro entero, cuadruplicamos la ingesta. Y si el gazpacho es casero, tener en cuenta que entre sus ingredientes se encuentra el pan blanco, el aceite de oliva, la sal y seguramente lo colamos, de modo que le metemos harinas refinadas pero le quitamos la fibra.
  4. Las cañas: no es cierto que la cerveza sustituya al agua cuando el calor aprieta. Ya te explicamos en Diez curiosidades de la cerveza que te sorprenderán que esta bebida está considerada un alimento por su aporte nutritivo y su alto poder calórico. Si la usamos de comodín para la sed, estaremos metiendo muchas calorías dentro de nuestro cuerpo que irán a presionar las elásticas del bikini o el bañador hawaiano.
  5. La limonada: ¿Somos de comer con vino el resto del año pero rechazamos en verano el blanco y el rosado? ¿Sentimos que en agosto hace demasiado calor para el tinto? En tal caso probablemente nos daremos a las célebres claras o directamente agarraremos por la Fanta de limón sin cerveza. Es decir que nos metemos en vena la clásica bebida dulce nada recomendable, que nos dispara la glucosa en sangre y nos lleva a acumular grasa.
  6. La fritura: ya sea el pollo al chilindrón, las rabas, las patatas bravas con su buena salsa ajonjolí, las romanas, la merluza en rebozo o las tortitas de camarón: todo un chute de calorías extra, tanto por el aceite como por las capas de huevo e hidratos de carbono de las harinas refinadas. Vale que son perfectas para el verano, pero la clave está en no abusar.
  7. Los aperitivos del bolsa: a la cañita del aperitivo, para que no nos suba el alcohol, la acompañamos de patatasd fritas, tortitas de maíz, queso expandido en forma de conos, etc. Es decir snacks engordan un montón. Si tenemos por costumbre tomar un a caña a medio día, mejor optamos por las anchoas, boquerones, cebollas encurtidas o las gildas. Tienen mucha menos sal y grasas y quitan mejor la sed.
  8. La tortilla de patatas: está de chuparse los dedos y nos soluciona la cena o la comida en la playa, ya que se transporta fácil, es fácil de comer y no genera demasiados residuos. Ahora bien, además de sabrosa también es una bomba atómica de calorías que ríete tú de Chernobyl.
  9. Las ensaladas de pasta: es cierto que los niños la queman en un pispásporque no paran de moverse en la playa, el campo de fútbol, la bicicleta, etc. Pero para nosotros, que no quemamos comparativamente la mitad de energía que ellos, son un potosí de calorías vacúas. Cuidado no adoptemos la costumbre de comer ensalada de pasta o arroz tres o cuatro veces por semana, porque engordaremos.
  10. Los gin tonic: puede ser el premio merecido tras un día de calor y ejercer de padres de hijos menores, algo agotador, o simplemente porque estamos de vacaciones y nos apetece para bajar la cena. El caso es que si nos preparamos cada noche un gin tonic, ingeriremos una insana combinación de alcohol destilado (la ginebra) y bebida azucarada artificialmente (la tónica) que engorda una locura.
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