¿Cómo de seguras son las patatas y cacahuetes que nos sirven en el bar?

Foto: Tnarik Innael

Marta Chavarrías

Con la llegada del buen tiempo y el inicio de las vacaciones (para algunos afortunados) los bares se llenan cada vez más de gente dispuesta a disfrutar de un refresco o una cervecita bien fresca que ayude a calmar la sed y sofocar el calor. En ocasiones, la bebida puede ir acompañada de un cuenco o plato de aceitunas, patatas o frutos secos. La cerveza y los cacahuetes se convierten en un maridaje clásico en ciertos locales.

En algunos casos van más allá de los simples cacahuetes; a medida que las tendencias del movimiento slow food evolucionan, encontramos cada vez más mezclas de frutos secos que podrían calificarse de gourmet, que también se sirven de forma gratuita. Los clientes suelen agradecer este gesto, pero es importante pensar qué tipo de producto es mejor ofrecer, cómo se presenta y de qué manera se gestionan los alimentos que el cliente no suele acabarse.

Los riesgos de un simple gesto

Aparentemente es un gesto que se repite de forma espontánea; tomamos en un puñado los cacahuetes del cuenco que nos han ofrecido y nos lo introducimos en la boca. Este gesto puede convertirse en un problema. Uno de los riesgos es la presencia de enterobacterias que, aunque en general son inofensivas, pueden causar trastornos gastrointestinales. Su concurso implica que puede haber contaminación con otras bacterias y virus que sí pueden ser dañinos.

Los coliformes son una familia de bacterias que se encuentran en muchas superficies. En la mayoría de los casos, la contaminación puede proceder de los dedos y las manos sucias de las personas que los comen. En este tipo de servicio, suelen concurrir también con una serie de circunstancias que pueden hacer que el alimento se contamine, como temperaturas elevadas, un continuo ir y venir de manos (tanto de clientes como de los camareros), la presencia de insectos o toser y estornudar sin cubrirse la boca y la nariz.

Cómo ofrecer tapas de forma segura

A la hora de ofrecer un cuenco con algo para picar y acompañar la bebida, debe tenerse en cuenta que en la mayoría de los casos estos permanecerán a temperatura ambiente durante un tiempo, por tanto, evitaremos ofrecer alimentos que puedan estropearse. Los alimentos salados son un ambiente hostil para la mayoría de virus y bacterias, por lo que es preferible optar por este tipo de alimento, preferentemente en cantidades pequeñas para evitar tener que tirar comida.

Lo que los clientes no se terminen debe descartarse siempre, no debe aprovecharse ni volver a introducirse de nuevo en el envase. Los cuencos y platos en los que se sirven deben lavarse después de cada servicio y antes de servir a un nuevo cliente. Rellenarlo sin lavarlos antes es un error, aunque se vuelva a rellenar con el mismo producto. Lo más recomendable es utilizar un cuenco o plato nuevo para cada cliente. Intentar aprovechar la comida para ahorrar puede acabar dando problemas.

Por otro lado, ofrecer este tipo de producto en mesas individuales reduce el riesgo de contaminación por E.coli, ya que solo está expuesto a las manos de las personas que lo comen en ese momento, lo que reduce las posibilidades de que la comida se contamine.

Cuatro lugares u objetos a los que también prestar atención

  1. La barra. Es la gran protagonista de este tipo de locales. En ella se desarrolla una importante actividad, es como la autopista para los coches. En ella confluyen tanto camareros como clientes, vasos, platos e incluso utensilios como llaves o teléfonos. Por tanto, la higiene en esta zona del local es fundamental. La limpieza de esta zona es fundamental. Para ello, deben retirarse las sobras de comida que hayan podido quedar, sobre todo en esquinas y uniones, y enjuagar con agua y secar con un trapo seco y limpio.
  2. Saleros, vinagreras y aceiteras. A menudo son también los grandes olvidados, en forma de grasa y suciedad. Por tanto, deberán lavarse con frecuencia antes de ponerlos en las mesas y en la barra.
  3. Los cubitos de hielo. Aunque no es en sí un alimento de especial riesgo sanitario, sí debe prestarse atención a la manipulación, como no tocarlos con los dedos, sino utilizar unas pinzas única y exclusivamente para ellos. También debe prestarse atención al agua utilizada para su elaboración, que no esté contaminada. Si bien los microorganismos permanecen latentes durante la congelación, cuando el hielo recupera la forma líquida, pueden volver a multiplicarse.
  4. Las rodajas de limón que se añaden a ciertas bebidas. En un estudio de 2007 publicado en la revista Journal of Environmental Health, se encontró que el 70% de las rodajas de fruta de restaurantes analizadas albergaban gérmenes causantes de enfermedades como E.coli, así como bacterias fecales. Según los expertos, si la fruta no se lava bien, puede estar contaminada. Además, en ocasiones suelen dejarse trozos de limón en la barra, donde están expuestos a distintos tipos de contaminación.

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