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Tintes de pelo: ¿qué debes tener en cuenta si te los pones habitualmente?

Tintes para pelo.

Jordi Sabaté

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Teñirse no es solo cuestión de cubrir canas. Hace tiempo que el tinte y las mechas son, sobre todo, una cuestión de juego o placer estético. Una costumbre que, ligada a una mayor conciencia sobre la salud y los efectos que los productos de consumo pueden tener en ella, hace que quienes se tiñen habitualmente cuestionen la composición del tinte con el que lo hacen.

Según un documento de la Comisión Europea, entre las mujeres europeas el 60% se tiñe el pelo varias veces al año, mientras que entre los hombres el porcentaje baja al 10% y, en total, aproximadamente el 70% de los ciudadanos comunitarios se ha teñido el pelo en alguna ocasión. 

Respecto a la preocupación por la posible toxicidad de estos tintes, el documento asegura que “la Comisión Europea encarga a su Comité Científico de Seguridad de los Consumidores (SCCS) la realización de evaluaciones del riesgo sobre varios tipos de productos de consumo, entre los que se encuentran los tintes capilares y otros cosméticos. Estas evaluaciones se llevan a cabo sobre la base de estudios realizados con arreglo a estrictas normas científicas”. Ante el desconocimiento sobre posibles riesgos en todo tipo de ingredientes, la comisión realiza estrictas revisiones periódicas, incluso en ingredientes aprobados para su uso comercial que, de descubrirse algún riesgo, podrían ser automáticamente prohibidos.

¿Qué contienen los tintes?

Los tintes modernos para el cabello se clasifican como permanentes, semipermanentes y temporales. Los tintes permanentes logran el color del cabello mediante una oxidación y representan aproximadamente el 80% de los productos que se comercializan actualmente.

Tienen la ventaja de que son más estables y duraderos, pero de aplicación más compleja. Consisten a grandes rasgos en dos grupos de reactivos denominados “intermedios de tinte, incoloros” y “acopladores de tinte”.

En presencia de peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) los intermedios y los acopladores reaccionan unos con otros para formar moléculas pigmentadas por oxidación.

Normalmente viene cada componente en botes separados y se aplican progresivamente con un cepillo sobre el pelo y sobre la base oxidativa de agua oxigenada para que se produzca la reacción colorante. Los colores más oscuros se forman usando concentraciones más altas de compuestos intermedios.

Los tintes semipermanentes y los temporales son no oxidativos e incluyen compuestos de color que tiñen el cabello directamente, pero van perdiendo fuerza a medida que pasa el tiempo.

Además de las sustancias reactivas y colorantes, existen otras en el tinte que tienen distintas funciones, como fijar el color, estabilizarlo o permitir que penetre en el pelo. Se calculan más de 5.000 sustancias químicas diferentes en los tintes. Algunos de los compuestos más comunes son:

  • Parafenilendiamina (PPD): es el intermedio por antonomasia. Se trata de una amina aromática. Se utiliza como un medio de contraste para los tonos de colores oscuros y está hecho de alquitrán de hulla, un producto químico derivado del petróleo.
  • Peróxido de hidrógeno: es la base oxidativa, que se aplica sobre el cabello para que reaccionen el resto de los compuestos en alta presencia de oxígeno. Es agua oxigenada y por tanto tiene adicionalmente una acción clarificadora sobre el pelo.
  • Amoníaco: se usa para abrir la cutícula del cabello y facilitar así la coloración.
  • Hidantoína DMDM: es un conservante desinfectante que libera formaldehído y protege el cuero ante pequeñas heridas que pueda haber causado una aplicación demasiado agresiva del tinte.
  • Parabenos: al igual que en champús o cremas hidratantes, se los usa como conservantes.
  • Acetato de plomo: se emplea en tintes de cabello oscuro; su uso en cosmética está prohibido en Europa, pero puede existir en alguna partida comprada a través de internet en terceros países. 
  • Resorcinol: es un alcohol derivado del benzeno que se emplea como antiséptico dérmico.

¿Pueden contener componentes tóxicos?

En principio ninguno de los componentes de un tinte es tóxico, al menos no están considerados como tal por la estricta legislación europea, que es la que nos atañe.

Los parabenos son una de la sustancias más polémicas por su supuesta acción como disruptores endocrinos, pero lo cierto es que los que están permitidos son periódicamente sometidos a revisiones y por el momento no hay indicios de que sean problemáticos. En 1984, la Cosmetic Ingredient Review (CIR), un panel independiente de expertos científicos y médicos, establecía que su uso en cosméticos no supone riesgos en cantidades del 25% y en 2012 aseguraba de nuevo que eran seguros.

La FDA (Food and Drugs Administration) asegura que no hay razón para que los consumidores se preocupen por el uso de cosméticos con parabenos. En la UE, la máxima concentración total permitida es de 8 gramos por kilo de producto cosmético, siempre que ningún parabeno individual esté presente en una concentración mayor a 4 gr/kg.

El agua oxigenada puede ser agresiva para el cuero cabelludo e incluso hacer más frágil el cabello, pero no provoca alergias. Tampoco el amoníaco, del cual se recomienda evitar el contacto con la piel y no respirarlo, por lo que es necesario aplicarlo bien.

Respecto al DMDM, que desprende formol, conviene evitar respirarlo pero no consta que afecte a la piel ni permanezca en el pelo tras un lavado. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) lo considera seguro.

está constatado, en cambio, el poder potencialmente alérgeno –provoca alergias– del PPD. De hecho es un producto prohibido para tintes de pelo en algunos países de nuestro entorno, como Alemania, Francia y Suecia desde que a mediados de los años 70 se lo relacionara con una supuesto elemento cancerígeno.

No obstante, no está prohibido en España ni en la Unión Europea en general, que sí aplica la Directiva 76/768/CEE del Consejo de 27 de julio de 1976, según la cual su presencia en los tintes no podrá superar el 6%.

¿Hay relación entre el PPD y el cáncer?

El PPD puede ser además sensibilizador, es decir que una vez que ha provocado una reacción alérgica en la piel por el exceso de aplicación, puede volver a hacerlo con una cantidad mínima en la próxima ocasión. Es por ello que la legislación europea obliga a hacer figurar en la etiqueta que “puede provocar reacciones alérgicas” y “no utilizar para teñir pestañas o cejas”.

En cuanto a una potencial acción cancerígena de esta sustancia, el Instituto Nacional del Cáncer, dependiente de el Gobierno de los Estados Unidos, lo declara como un compuesto que genera preocupación, aunque reconoce que por el momento los estudios sobre la materia son contradictorios.

De hecho la International Agency for Research on Cancer (IARC) cree que “posiblemente aumente el riesgo de cáncer” –los más probables son linfático, de mama y de vejiga– en trabajadores y trabajadoras de peluquerías y salones de belleza, si bien las evidencias más claras se tienen en experimentos con animales. En cuanto a las revisiones de datos obtenidos en humanos los resultados son contradictorios.

En el ámbito doméstico, siempre según el IARC, no se puede de momento concluir que los tintes tengan incidencia en algún tipo de cáncer. De hecho, el mayor estudio realizado hasta la fecha, en 2020, con una importante corte de 117.200 mujeres norteamericanas a lo largo de 36 años, no mostró evidencias de una relación fuerte entre estas sustancias y el incremento de ningún tipo de cáncer.

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