17 cosas que tu gato jamás debe comer

Si tu gato come feliz todo lo que le das, sea un yogur o un trozo de pizza, te sorprenderá saber que hay comidas que son tóxicas. Oímos a menudo lo peligroso que es el chocolate para los perros; pero poco que también es tóxico para tu gato. También hay frutas peligrosas para los gatos. Y no son, ni mucho menos, los únicos alimentos humanos que no debes compartir con tu amigo ronroneante.

Los mininos tienen reputación (cierta) de ser unos comensales peludos más exigentes que los perros. Este comportamiento tiene una explicación genética. Descendiente de un cazador solitario, el gato salvaje africano Felis silvestris lybica, tu compañero peludo no siente la urgencia (salvo contadas ocasiones, y los motivos son otros), de zamparse su comida de una sentada.

Al contrario de lo que ocurre con los animales de manada, como el perro y el lobo, tu minino no necesita engullir para asegurarse su ración. Este comportamiento gatuno heredado, y aún muy marcado en sus genes, lo protege. No se comerá un alimento nuevo sin pensar: antes lo olisqueará, lo probará muy poco, y se asegurará de que es de su agrado.

“Además, muchos gatos son neófobos alimentarios, es decir, sienten rechazo a los alimentos desconocidos, ya que normalmente se alimentan con la misma dieta desde pequeños”, explica Verónica Fernández, veterinaria experta en medicina felina. Hay excepciones peludas: algunos ronronean de felicidad con el melón, tus cereales del desayuno, o un yogur o un trozo de bizcocho.

Aun así, las intoxicaciones por alimentos humanos en gatos son poco frecuentes; muchos no sienten tanto interés hacia nuestra comida como los perros. “Los gatos son animales mucho más selectivos a la hora de comer, y es más difícil que se intoxiquen”, apunta el veterinario Pedro Mayo. Si a tu gato le gusta curiosear en la bolsa de la compra o hay niños en casa que puedan darle a escondidas un premio a su amigo, aumenta el riesgo de que tu gato coma algo que no debe. Y recuerda guardar las sobras de comida: cuanto menor sea la tentación peluda, mejor.

17 alimentos que no debes compartir con tu gato

1, 2 y 3. Chocolate, té y café

El chocolate no solo es peligroso para los perros; también para tu gato. De hecho, la teobromina, un alcaloide presente en el cacao, resulta tóxica para la mayoría de los animales. Según International Cat Care, organismo que engloba una división de veterinarios gatunos y expertos en comportamiento felino acreditados, la dosis letal para un gato común, de unos cuatro kilos, sería 560 gramos (g) en caso de ingerir chocolate puro; aunque con 140 g ya habría síntomas de envenenamiento (vómitos, beber mucha agua, letargo), y tu minino necesitaría acudir al veterinario.

Por suerte, las cerca de 470 papilas gustativas que se concentran en la lengua de tu minino carecen de receptores que reconozcan los dulces. De nuevo, el motivo está en sus genes: puesto que tu gato es un carnívoro obligado, no necesita detectar los azúcares, sobre todo presentes en las frutas y plantas. También por ello, “los gatos prefieren los alimentos con una composición rica en proteínas y grasas, como la que tendrían sus presas en la naturaleza”, explica Fernández. Y aleja de tu minino también alimentos con sustancias excitantes: tanto el té como el café hacen daño a tu amigo. “La cafeína puede producir alteraciones en el sistema nervioso central del gato”, advierte Mayo. Si sospechas que tu gato se ha intoxicado, llama a su veterinario o acude a la clínica cuanto antes.

4, 5 y 6. Cebolla, ajos, puerros

Ni cebolla ni ajo, ni otras verduras del genero Allium, como el puerro o la cebolleta, resultan sabrosas al paladar gatuno. Aun así, estos alimentos están presentes en guisos y comidas preparadas que sí pueden despertar los bigotes de tu amigo. Y cocinarlos no reduce su toxicidad. Algunos productos peligrosos incluyen las sopas, caldos, salsas, marinados, encurtidos, así como la inmensa mayoría de los alimentos precocinados. Sí, también tu pizza contiene cebolla. Por eso, mejor mantenla lejos de tu amigo.

“Como todos los tóxicos, influye mucho la cantidad ingerida; el ajo o el puerro pueden producir problemas gastrointestinales; pero si el gato ingiere una cantidad suficiente, dañan los glóbulos rojos y producen una anemia”, advierte Mayo. Un gato con anemia tendrá las mucosas pálidas, letargo, debilidad y una orina más oscura. Los efectos aparecen tanto por ingerir una dosis grande como por tomar raciones pequeñas pero repetidas. Hay que acudir pronto al veterinario: tu doctor felino te puede aconsejar que el gato beba mucha agua, aumentar la cantidad de proteínas del alimento y regresar a la clínica si aparecen nuevos síntomas.

7. Leche

La imagen idílica de un gato feliz que relame un cuenco de leche tiene trampa. “La mayoría de los gatos al llegar a la edad adulta pierden la capacidad de romper las moléculas de lactosa, volviéndose intolerantes a la leche”, apunta Fernández. Hace unos meses ya te contamos por qué no es buena idea darle leche al gato; y por qué este alimento y otros lácteos solo deben constituir premios ocasionales.

8. Cítricos

Las naranjas también son peligrosas para los gatos ya que contienen un compuesto llamado psoraleno, que es tóxico. Lo mismo ocurre con otros cítricos, como el limón, la lima o el pomelo: todas son frutas peligrosas para tu amigo ronroneante, y pueden causarle vómitos.

9. Aguacate

“El aguacate contiene mucha grasa y les produce trastornos digestivos”, anota el veterinario. Además, este alimento contiene persin, una sustancia tóxica que se origina en un hongo, y que resulta venenosa para muchos animales, entre ellos, tu minino. 

10. Alcohol

Aunque resulta evidente que el alcohol es malo para tu gato, los accidentes ocurren. Entre ellos, derrames de bebida en la mesa. Es peligroso: el etanol de la cerveza, del vino y de otros licores bloquean el funcionamiento normal del sistema nervioso central de tu gato, como nos ocurre a nosotros: los efectos de la intoxicación son bastante rápidos, y aparecen en una o dos horas. Es habitual que tu minino vomite, y huela a alcohol, sufra diarrea o se comporte de forma excitada.

También puedes verlo desorientado o que cabecea; aunque esto es difícil de valorar, ya que los gatos duermen más que nosotros. Ojo: el etanol también está presente en muchas de las soluciones hidroalcohólicas que tanto usamos ahora para mantener las manos limpias y evitar la propagación del coronavirus. Asegúrate de mantener estos productos lejos de tu gato. Y si tienes la menor sospecha de que tu amigo puede haber ingerido alcohol, llama a tu veterinario cuanto antes.

11. Uvas y sus versiones secas

Uvas y pasas pueden provocar un daño renal en el gato. Aunque este envenenamiento es más frecuente en perros, porque tu compañero perruno puede devorarlas sin pestañear, también afecta a tu minino. Los síntomas son vómitos, diarrea, anorexia o sangre en las heces. Recuerda guardar bien estos alimentos.

12. Frutos secos

“Los frutos secos, como cacahuetes o nueces pueden causar un fallo renal en los gatos, además de trastornos digestivos”, incide Mayo.

13 y 14. Carne cruda o pescado crudo

No son tóxicos, pero los alimentos no cocinados constituyen una fuente de infecciones bacterianas, como salmonelosis; tanto para gatos como para humanos. “ Además, la carne cruda puede ser fuente de toxoplasma y el pescado de anisakis, dos parásitos”, señala el veterinario. El pescado crudo también contiene tiaminasas, que destruyen la vitamina B1 de tu amigo.

15 y 16. Azúcar y picante

Obviamente quedan incluidos en esta lista los alimentos ricos en azúcar, sal y/o grasas, así como comidas picantes. Todos ellos son nefastos para tu amigo.

17. Comida mohosa

El moho que prolifera en algunas comidas en mal estado, como lácteos, frutas, pan o arroz, también es tóxico para los gatos (y para tu perrete). Mantenlo alejado del cubo de la basura, y también del compost. Puesto que los hongos crecen mejor con humedad cuando hace calor, hay que doblar la vigilancia en verano.

Ya sabes, la próxima vez que tu gato se acerque a tu pedazo de pizza con cebolla con esa cara tan irresistible, sé fuerte. Lo sé: más fácil de decir que de hacer.

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