Los 'comerciales de la luz' vuelven a las calles tras las subidas de la semana pasada

Foto: ConsumoClaro

Jordi Sabaté

  • Los agentes subcontratados que actúan por cuenta de las comercializadoras de energía salen a la calle tras las subidas de la semana pasada para conseguir clientes que se pasen al mercado libre.

Estos días, aprovechando el 'subidón' de la semana pasada, los agentes comerciales que trabajan puerta a puerta para las distintas comercializadoras de energía están recorriendo numerosas escaleras vecinales en horario laboral.

Su objetivo es conseguir cambios de contratos con tarifas de último recurso en el mercado regulado, a otros del mercado libre con una tarifa fija que se suele revisar anualmente. Pueden ser agentes de la misma empresa con que se tiene el contrato o de otras compañías, con lo que consiguen clientes de la competencia.

Su argumento es que el contrato que tenemos en el mercado regulado acaba saliendo más caro que los contratos que ofrece su comercializadora en el mercado libre, tal como -dicen- vendría a demostrar la alarma mediática por las pronunciadas subidas del precio de la luz la semana pasada.

Es posible que el cambio de contrato pueda interesar a determinados perfiles de consumidor, pero a tenor de las 270 denuncias que Facua presentó en febrero de 2016 ante la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC), parece que algunos de estos agentes son capaces de recurrir a triquiñuelas y argucias deshonestas para conseguir la firma del cliente.

De hecho el portavoz de esta organización dedica todo un capítulo de su libro 'Timocracia' a las irregulares prácticas de estos profesionales. Incluso algunos de ellos han reconocido públicamente que su fin no es la mejora del contrato del cliente sino cerrar el máximo número de contratos posible para optimizar sus comisiones, tal como exponía un antiguo trabajador del sector en un reportaje de eldiario.es hace un año.

Cobrar por volumen de contratos

En el mismo, el profesional explicaba que la comercializadora, o en su defecto la empresa que subcontrata esta, les ofrece una lista de clientes de otras empresas sobre los que trabajar y su dirección para que vayan a visitarlos y consigan contratos, sin importar si para ello utilizan o no engaños, algo que, aseguraba, emplean con frecuencia.

“Su objetivo es conseguir el número de contrato del usuario y otros datos que les permitan tramitar un cambio de empresa o de tipo de contrato; también la firma del cliente para que rubrique el cambio, aunque no sepa lo que está firmando realmente”, explica Jaime Muñoz, abogado de una firma especializada en derechos del consumidor.

“Lo importante es que si obtienen la firma sobre el documento adecuado y los datos para completar la petición de cambio, pueden tramitar el mismo y han conseguido un nuevo contrato que les dará otra comisión”, añade Muñoz, que explica que este tipo de comercial vive casi exclusivamente de las comisiones y estas son muy bajas, por lo que precisan cerrar un número importante de contratos al mes.

A por los más vulnerables

Para ello buscan siempre las horas en las que en las casas estén los miembros más vulnerables de la familia: personas mayores o niños, que son los que más fácilmente pueden manipular. La guía Consumo responsable con mayor seguridad, editada por la Dirección General de Protección de Consumidores y Usuarios del Gobierno de Aragón, recoge estas prácticas entre los abusos más frecuentes que sufren los colectivos vulnerables de dicha comunidad.

Roser, una socia de eldiario.es que escribió a ConsumoClaro pidiendo que abordáramos este tema, relata precisamente la experiencia de dos miembros vulnerables de su familia con agentes de una comercializadora: “Hace unos meses dos personas se presentaron en el domicilio de mi madre, una persona de 75 años, y le hicieron firmar un documento que ella creía [que era] el visto bueno para que aplicaran un descuento de 25 euros en la factura de la luz”.

A pesar de que su madre no era la titular del contrato, y se lo había hecho saber a los comerciales, estos tramitaron igual el cambio de compañía con su firma tras acceder al número de contrato en vigor.

“El resultado de este proceder tan vergonzoso fue que la titular, en este caso yo, llamé a la empresa de los comerciales para comunicar que no hicieran el cambio y poner una reclamación; también llamé a la otra compañía para que no autorizaran el cambio y por último presenté una reclamación ante la Generalitat”, explica Roser.

Sin embargo, la mala experiencia ha vuelto a repetirse con la misma empresa recientemente, esta vez con su sobrina, menor de edad, de quien no consiguieron la firma pero sí su teléfono. A los pocos días recibió un SMS que le comunicaba que se tramitaba el cambio de compañía, sin más.

“Llamé otra vez, muy cabreada: me dicen que me llamarán en 10 días para tramitar mi queja. He vuelto a llamar a la otra compañía para que no autoricen nada y mi intención es volver a poner una reclamación ante la Generalitat, aunque con una nula e impotente sensación de que no sirve absolutamente para nada”, termina Roser.

Infinidad de trucos sucios

El abanico de prácticas engañosas que algunos de estos agentes utilizan para conseguir firmas o teléfonos que les permitan hacer los cambios de contrato casi a la carta, es tan grande como su ingenio. En ciertos foros se relatan algunos de los más comunes, entre ellos decir que la compañía a la que pertenece el usuario se lleva el dinero a Cataluña o viceversa: que se lo lleva de Cataluña. En ambas direcciones funciona según en la comunidad donde se resida.

Otros, según denuncia la OCU, que asegura que la confusión de siglas y empresas que reina en el mercado de la energía opera en favor de los timos de estos comerciales, pasarían por decir que con en el mercado libre no se pagan peajes, lo cual no es cierto ya que lo que ocurre es que el tipo de factura de este mercado no los especifica.

Finalmente algunas prácticas podrían alcanzar la categoría de timos, tal como también denuncia Facua, e implicarían decir que ha habido un error de lectura a favor de la compañía, que ahora quiere repararlo devolviendo el dinero al cliente, para lo cual este tiene que estampar su firma en un documento.

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