“Tener mayor libertad sexual hoy en día, no implica necesariamente una mayor educación al respecto”

Foto: Elisabeth G. Iborra

Jordi Sabaté

Con 'Tenemos que hablar: el traductor imprescindible para entendernos entre géneros', los periodistas y escritores Elisabeth G. Iborra y Bruno Valente pretenden romper el tradicional 'teléfono roto' de las relaciones heterosexuales entre géneros, que a pesar de los tiempos que corren sigue siendo una constante. Y lo hacen desde un punto de vista fundamentalmente empírico, con poca teoría academicista y mucha experiencia vital propia.

Además, le añaden unas gotas de casticismo, el saber escribir, el buen humor, una visión abierta y positiva de la vida y, por supuesto, mucha sensatez. 'Tenemos que hablar' puede tomarse como un recuento de experiencias resueltas, como un manual de conflictos entre sexos, un consultorio o lo que de verdad es: un “hablar en plata”, a través de innumerables ejemplos, sobre cómo seguimos siendo unas y otros a pesar de lo mucho que hemos evolucionado en las últimas décadas.

¿Cómo nació la idea de escribir este libro junto a Bruno Valente?

Básicamente porque, como amigos, él necesitaba mi versión sobre lo que le pasaba con las mujeres y yo le consultaba su visión de lo que me pasaba con los hombres para entenderlos, y nos dimos cuenta de que a toda la gente que pide un Manual de Instrucciones para sus relaciones le ocurre exactamente lo mismo: no nos vale de nada la interpretación de nuestro propio género, que sólo nos da la razón, como a los locos, sino la del otro sexo, porque es la que nos permite entender qué pasa por la cabeza de la persona con la que nos estamos relacionando. Aunque a veces no nos guste escuchar lo que realmente significa.

¿Qué pretenden conseguir con él?

Pretendemos que las mujeres comprendan las situaciones que les pasan con los hombres y sepan cómo enfrentarse a ellas, por eso a las consultas femeninas responde Bruno. También que los hombres entiendan las situaciones que les ocurren con nosotras y sepan cómo resolverlas, por eso a sus consultas respondo yo, dándoles el punto de vista de una mujer y sin cortarme un pelo. Somos el Pepito Grillo de las relaciones.

El libro se declara un traductor entre mujeres y hombres ¿Cree que ha cambiado en las últimas décadas el lenguaje relacional entre sexos?

Más que el lenguaje, que seguimos hablando el mismo idioma y soltando los mismos tópicos, han cambiado las formas de relacionarse a raíz de la incorporación al mercado laboral y de la liberación sexual por parte de las mujeres. Eso ha llevado a que nosotras muchas veces no nos entendamos ni a nosotras mismas, con lo cual es complicado explicárselo al otro.

También a que ellos tampoco entiendan muy bien en qué lugar han quedado ni cómo han de actuar, ni mucho menos explicar lo que les sucede en muchas circunstancias. Como nosotros hemos analizado e investigado mucho sobre relaciones en nuestros libros y artículos, creemos que podemos explicar de forma divulgativa y divertida lo que hay detrás de las conductas femeninas y masculinas.

¿Están las mujeres hoy más liberadas en cuando a su rol de selectora pasiva de sus parejas? Por lo que cuenta el libro parece que aunque se avanza, seguimos ante los mismos dilemas de siempre.

Hay mujeres que están más liberadas en muchos aspectos y otras que no, ése es uno de los principales inconvenientes que tienen los hombres para entendernos, que ahora se encuentran con infinitos tipos de mujeres mientras que antes sólo existían dos: el de la mujer para casarse y el de la mujer liberada como amante para divertirse.

Ahora todas servimos para lo que nos da la gana y es difícil etiquetarnos, lo cual genera mucha confusión y, en muchos casos, retraimiento o huida por parte de esos hombres que se no saben a qué atenerse. En 'Tenemos que hablar' se lo aclaramos todo.

Y los hombres: ¿es un mito el hombre sensible y menos presionado para demostrar su hombría?

Consideramos que ser sensible no es una cuestión de ser hombre o mujer sino de desarrollar como personas completas la parte femenina y la masculina que tenemos todos. Bruno es justamente uno de los hombres más sensibles y feministas que yo conozco, y no por ello es menos hombre ni menos masculino, es que simplemente ha evolucionado y no necesita demostrarlo como un Homo Clinteastwoodiano, como llama él a los que se han quedado anclados en el macho cabrío que va de duro y no escucha ni respeta a la mujer.

'Tenemos que hablar' también refleja un mundo de personas más liberadas pero también más inseguras respecto al otro sexo, como si el precio de la libertad sexual fuera la falta de certezas en el amor.

El hecho de que tengamos mayor libertad sexual no implica que tengamos mayor educación al respecto. Seguimos enfrentándonos al sexo con las mismas (escasísimas) herramientas que cuando teníamos catorce años, sólo nos enseñaron que nos convenía ponernos un condón y que masturbarse era pecado.

Ahora ya sabemos que masturbarse es gloria bendita, pero en cambio mantenemos la rémora del pasado de que eso es algo íntimo que sólo se debe hacer si no tenemos pareja, porque el partenaire nos tiene que cubrir todas nuestras necesidades. Nos encargamos pormenorizadamente de desterrar todos esos mitos y tabúes, para alivio de todas las partes.

¿Cree que vivimos deseando amar o simplemente son las hormonas las que tiran de nosotros hacia el encuentro sexual con otras personas?

Por un lado, lo que mueve el mundo es el deseo sexual, porque como especie hemos venido a procrear, y mejorando la calidad y heterogeneidad genética lo máximo posible. Eso choca profundamente con el ideal del amor eterno y monógamo que se nos ha inculcado cultural y sociológicamente, porque la monogamia sirve para saber de quién son los hijos que criamos, pero no para perfeccionar la variedad de los ejemplares que traemos al mundo.

Como hemos adoptado el amor con una sola pareja pero tenemos las pulsiones del deseo sexual por otras personas, nos encontramos con conflictos morales con respecto a la infidelidad que nosotros resolvemos con un simple: “Haz lo que quieras, pero que tu pareja sepa lo que haces, de modo que pueda elegir libremente si quiere hacer lo mismo o vivir feliz sola y campando a sus anchas”.

¿Cómo han influido nuevas tecnologías en las relaciones heterosexuales: ayudan o complican las cosas?

Las redes sociales y, sobre todo, las de contactos han cambiado radicalmente las formas de conocernos y relacionarnos, hasta las de cortar, ya que hay gente que tiene la absoluta desconsideración de dejarlo por Whatsapp. Cuando una sale de una relación de pareja después de diez o veinte años casada y se encuentra el tecno-mercado carnal actual, se siente más perdida que los de Lost después del accidente.

Por eso la mayoría nos consulta cómo afrontarlo, cómo presentarse, cómo elegir a los candidatos y candidatas más adecuadas al propio perfil de Tinder, u otras aplicaciones, qué significan los emoticonos, etc. Damos consejos prácticos para salir airosos y airosas y saber aprovechar sus ventajas.

Con Tinder y similares: ¿hay más sexo hoy que antes?

Con esas redes de contactos lo que ocurre es que tienes a un clic decenas de miles de posibilidades a tu alcance. El problema es que ya no se liga en los bares, sino desde casa chateando con veinte personas a la vez, lo cual nos da la sensación de que ninguno de esos seres es real y tiene emociones; si no funciona con uno, se pasa al siguiente perfil, y todo se convierte en fast food con la que entretenerse.

Y de ahí deriva la pregunta: ¿Para qué me voy a comprometer con una persona cuando puede haber por ahí otra mejor o puedo tener a todas las que me dé la gana? Pues está pasando. También tenemos remedio para eso, por descontado, ¡hemos pensado en todo!

Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete a nuestros boletines

suscríbete a nuestros boletines

Etiquetas
stats