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Sobre este blog

Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

El gobierno extremista de Netanyahu

Xavier Abu Eid

Cuando muchos creían que ya no se podía ir más allá que tener un colono como ministro de Relaciones Exteriores, Benjamin Netanyahu se ha superado y ha nombrado ministra de Justicia a una auténtica activista del genocidio. En efecto, tal y como apuntaban los pronósticos, Netanyahu ha logrado batir su propio récord y formar el gobierno más extremista de la historia de Israel.

Con este nuevo gobierno israelí se confirman dos realidades. Por un lado, que tanto Netanyahu como la gran mayoría de los israelíes no están preocupados por la reacción internacional a sus acciones. Por otro, que la comunidad internacional -aun sin creer en Netanyahu- confirma el análisis israelí al no reaccionar de forma enérgica frente a la constitución de un gobierno que no puede estar más alejado de la solución de los dos Estados. De hecho, las posiciones predominantes en ese gobierno apuntan a la anexión de más territorio palestino ocupado, al desplazamiento forzado de población y, en definitiva, al genocidio del pueblo palestino.

Este gobierno israelí también ha decidido cambiar la persona a cargo de la mal llamada “Administración Civil”, es decir, el régimen militar que controla las vidas de los palestinos. El rabino y parlamentario Eli Ben Dahan -un colono ilegal de la colonia de Har Homa (Jabal Abu Ghneim)- es el nuevo encargado de esta entidad gubernamental. Se trata de un hombre reconocido por sus posturas racistas. La persona a cargo de dar permisos a los palestinos para ir a los hospitales, reunificarse familiarmente o construir sus hogares y carreteras ha dicho que “los palestinos son bestias, no son seres humanos”. Más aun, Ben Dahan señala que el “alma de un judío siempre será más alta que la de un no-judío, aunque el judío sea homosexual”. Ni siquiera alguien como Jose María Aznar, con todos los esfuerzos que ha realizado para defender el apartheid israelí, podría ser considerado un ser con igualdad de derechos frente a los judíos por este personaje.

El ministerio de Agricultura estará controlado por otro colono, Uri Ariel, quien fuese ministro de Vivienda y responsable de la expansión de colonias. Su nombre, que probablemente ya se encuentra en el dossier de la investigación preliminar iniciada por la Corte Penal Internacional sobre posibles crímenes cometidos en Palestina desde el 13 de junio de 2014, es reconocido como uno de los representantes del ala más radical de los colonos. Viviendo en la colonia ilegal de Beit El, Ariel estará a cargo de la planificación de tierras, lo que probablemente significará preparar el terreno para la construcción de más colonias israelíes.

Pero, sin lugar a dudas, quien se lleva hoy toda la atención es Ayelet Shaked, la nueva ministra de Justicia. Siendo una de las mayores figuras en la campaña que sacó a miles de personas a las calles para detener la inmigración de africanos no-judíos a Israel, su llamamiento realizado durante la última agresión israelí a Gaza a masacrar a todo el pueblo palestino, nombrando particularmente a las madres palestinas, pone a Shaked en el pedestal entre los más racistas del gobierno israelí. Esa clara incitación al genocidio, que también debería ser parte del dossier de la Corte Penal Internacional, refleja la naturaleza del nuevo gobierno israelí.

Esta coalición de gobierno cuenta con 61 parlamentarios, literalmente la mitad más uno del parlamento. En una situación de esas características, Netanyahu ha de comprometerse aún más con los principios en favor de la colonización y a no llevar a cabo ninguna acción que se vea que eventualmente pueda acercar a Israel a la solución de los dos Estados. Esta opción, asumida por la mayoría de los israelíes que premiaron la agenda racista de Netanyahu y sus aliados, podría marcar un punto de inflexión en la lucha del pueblo palestino por su libertad. Con independencia de que la gran mayoría de la comunidad internacional no muestre signos de querer actuar, esta tampoco muestra mucho entusiasmo por el nuevo gobierno israelí: una verdadera coalición nacional por el apartheid y las colonias.

Piénsese en lo que sucedería si Palestina tuviese un gobierno con ministros que llamaran al genocidio de los judíos y se comprometiese con la violación sistemática del Derecho internacional. Probablemente tal gobierno no sería felicitado sino boicoteado por la comunidad internacional. Así las cosas, quienes crean que las negociaciones son posibles con un gobierno donde la palabra paz no tiene cabida, simplemente se convierten en cómplices de la actual situación. Una vez más Israel proporciona al mundo otra oportunidad para abrir los ojos y actuar.

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