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Sobre este blog

Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

Villar & Villar

Gorka Villar en una imagen de archivo.

Gonzalo Boye Tuset

La detención de Ángel María Villar, de su hijo Gorka y de otra serie de personas más, todas ellas relacionadas con el fútbol, no me ha sorprendido –de hecho lo esperaba desde hace mucho tiempo– pero creo que es pronto para entrar a analizar lo que realmente existe o no en dicho procedimiento; sin perjuicio de ello, hay temas que no son menores y que, como poco, resultan curiosos.

Padre e hijo vienen desempeñando un relevante, que no positivo, papel en el negocio del fútbol internacional desde hace ya mucho tiempo. Ángel María ha sido, hasta su detención, Vicepresidente de la FIFA y miembro del Consejo de la misma mientras que Gorka ha asesorado a Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol) en diversos asuntos, algunos aún  pendientes de enjuiciamiento en los Estados Unidos, y formó parte del Comité encargado de redactar los nuevos Estatutos de la FIFA.

Sí, por extraño que parezca, Gorka fue uno de los redactores de los vigentes Estatutos de la FIFA que fueron aprobados en el Congreso Extraordinario celebrado en Zúrich en febrero de 2016; en dicho Congreso, como abogado de la Federación Palestina de Fútbol, sostuve una clara crítica y oposición a la aprobación de esos nuevos Estatutos.

Mis críticas se centraban, entre otras cosas, en que las nuevas normas no cumplían con los más básicos criterios de transparencia y, sobre todo, no estaban diseñados para impedir la corrupción que venía afectando a la FIFA. Solo 21 de las entonces 207 asociaciones que entonces conformaban la Federación Internacional apoyaron nuestra postura, seguramente, y a la vista de los acontecimientos, hoy serían muchas más.

En cualquier caso ese es tema de otro debate y ahora lo que interesa es analizar las consecuencias que puede tener estas detenciones para el fútbol español en caso de no actuarse con responsabilidad y  conocimiento de causa.

La detención de Ángel María Villar le pone, de facto, ante una manifiesta imposibilidad para desempeñar sus diversos cargos, entre ellos, el de presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y tendrá que tomarse, en el ámbito de la RFEF, una decisión sobre cómo se le sustituirá y cómo se gobernará interinamente dicha entidad. Es decir, tendrá que ser la propia RFEF la que busque, con carácter de urgencia, cómo manejar sus asuntos y, en su caso, convocar a un congreso extraordinario.

¿Puede el Consejo Superior de Deportes, el Juez que investiga los hechos, alguna otra entidad o autoridad tomar el control de la RFEF?

Por poder, puede, pero deberían tener en consideración que de acuerdo con los vigentes Estatutos de la FIFA eso equivaldría a una violación del artículo 14.1.i) que podría conllevar, directamente, una sanción que podría implicar la suspensión de la RFEF por parte de la FIFA. No sería el primer caso en que la FIFA suspende a una asociación por actuaciones de este tipo y sería complicado de justificar que ante supuestos iguales el trato reglamentario fuese distinto.

¿Qué implicaría para el fútbol español una medida de este tipo?

La suspensión por parte de la FIFA conlleva, de forma automática, la suspensión en la correspondiente Confederación, en este caso en la UEFA,  y, sobre todo, implicaría que ninguna otra asociación podría mantener contactos futbolísticos con la RFEF y lo que ello implica en el plano deportivo de cara a las competiciones internacionales tal cual establece el artículo 16 de los Estatutos de la FIFA.

No estamos ante un escenario sencillo, pero antes de actuar y tomar cualquier tipo de decisión lo conveniente es conocer el marco jurídico en el que se desenvuelve el fútbol nacional e internacional y, sobre esa base, elegir un cauce de actuación que implique una solución, aunque sea temporal, para que el remedio no sea peor que la enfermedad.

Volviendo a Villar, padre e hijo, qué duda cabe que no solo se tendrán que enfrentar a una causa penal sino que, además, al correspondiente procedimiento sancionador dentro de la FIFA que podrá implicar, incluso, la suspensión de ambos por un largo espacio de tiempo o de por vida.

No creo equivocarme si digo que padre e hijo ya son historia en el negocio del fútbol, nacional e internacional, y, ahora más que nunca, hay que aprovechar la oportunidad para reformar la maquinaria que gobierna este deporte a nivel nacional y, así, evitar que se produzcan este tipo de lamentables episodios de corrupción.

Unos de los primeros pasos a seguir debería consistir en elaborar y aprobar unos nuevos estatutos para la RFEF y que los mismos cuenten con instrumentos adecuados para impedir tanto la perpetuación en el poder de personas como Ángel María Villar y, sobre todo, generar pesos y contrapesos que permitan un ágil, ordenado y coherente control de las actividades de una entidad que, al mismo tiempo, maneja tanto dinero y mueve las ilusiones de tantas personas.

El negocio del fútbol, que nada tiene que ver con el deporte del fútbol, necesita someterse a un proceso de depuración, de limpieza y de transparencia que haga que los valores que se pregonan en el ámbito deportivo del fútbol sean igualmente practicados en su faceta comercial porque de nada sirve que haya fantásticos jugadores que, en sus ratos libres, se dedican a evadir impuestos o simpáticos dirigentes que, mientras miramos al balón, nos están robando la cartera.

El “caso Villar”, que sigue a los casos “Messi”, “ Neymar”, “Cristiano” o “Rosell”, debería servirnos como punto de inflexión para revisar este negocio, ordenarlo y ponerlo al servicio del deporte en lugar de permitir, como se viene haciendo por tanto tiempo, que el deporte no sea más que una excusa para que unos cuantos ganen mucho dinero. En definitiva, el fair play no solo ha de darse dentro del campo de juego, sino que ha de ser la consecuencia de una forma de entender el deporte, de organizarlo y de liderarlo porque no se puede esperar que unos jugadores sepan lo que es el juego limpio si quienes dirigen este deporte son los primeros en ensuciarlo.

 

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