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Abelardo Linares: “En España se premia demasiado”

Abelardo Linares: "En España se premia demasiado"

EFE

Sevilla —

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El editor, poeta y librero Abelardo Linares (Sevilla, 1952) recibirá el Homenaje Liber 2018, distinción concedida por la Federación de Gremios de Editores, que ha aceptado con su característica visión crítica: “En España se premia demasiado”, ha dicho en una entrevista con Efe.

PREGUNTA.- ¿Cómo ha recibido el premio?

RESPUESTA.- Con mucho agradecimiento a los editores y bastante inquietud, porque no creo merecer ningún premio por nada que yo haya hecho, además de que poder dedicarse a publicar libros es ya un estupendo premio.

En cualquier caso, en España se premia demasiado, sobre todo de manera oficial. Tenemos incluso un premio, como el Princesa de Asturias, que, en lugar de respaldar el mérito no suficientemente valorado, suele premiar a gente absolutamente exitosa para poder premiarse a sí mismo reconociendo a famosos y regalando dinero a millonarios.

P.- Le han premiado por valorar el libro de fondo. ¿No es esa una batalla perdida frente a la mesa de novedades?

R.- Estoy de acuerdo en lo de libro de fondo y también en lo de batalla perdida. Quizás este premio haya sido un premio a fondo perdido.

P.- ¿Qué requiere más dedicación: ser librero, editor o poeta?

R.- Para hacer cualquier cosa bien se necesita mucha dedicación. Como librero y editor sigo, pero de la poesía, como del tabaco, me he ido quitando. De todos modos, en poesía, tengo muy claro que menos es más. Siempre será infinitamente mejor que un poeta escriba tres sonetos que tres mil.

P.- No acabó sus estudios de Filología por una asignatura, o sea que ni pensó en un máster...

R.- Pues sí, Lingüística 2, que se me atragantó. En ese sentido, mi currículo es impecable. Los currículos, como los libros, son solo bonitas cajas de regalo; lo importante es lo que haya dentro. ¿Un máster? Siempre que sea para aprender y no para presumir...

P.- El caso de Chaves Nogales da que pensar: ¿es posible que un autor de mérito desaparezca para siempre?

R.- Por supuesto. Ni la buena literatura ni los buenos sentimientos son siempre recompensados. La calidad de un escritor de cualquier época suele pesar mucho menos que nuestra capacidad de olvido.

P.- Usted atesora colecciones de revistas de gran valor histórico y literario que no están en bibliotecas ni hemerotecas...

R.- Me di cuenta, hace ya tiempo, de que cualquier libro, por raro que sea, siempre se puede adquirir o consultar. Revistas y periódicos, sin embargo, se han perdido muchísimos, y otros son de muy difícil localización.

Al Estado el libro, la cultura del libro, le interesa poco, pero el material hemerográfico le interesa aún menos. Muchos de los libros que he estado rescatando en los últimos años han salido de esos periódicos y revistas que aparentemente a nadie interesan.

P.- ¿Qué debe tener un libro para que lo publique?

R.- Que crea que el libro es bueno, que crea que el libro va a venderse bien o que crea que el autor es amigo mío. Claro está que a veces puedo equivocarme. Incluso en las tres cosas.

P.- Tiene en marcha una treintena de colecciones. ¿De cuál está más satisfecho?

R.- Cuanto más envejezco más cercano me siento a los diarios, a las memorias, a los libros de asunto histórico olvidados o inéditos y a las autoras y autores que empezaron a escribir en el primer tercio del XX. El caso es perder la vida antes que la curiosidad.

P.- Su labor de rescate contrasta con su apuesta por poetas como Karmelo Iribarren y Roger Wolfe. ¿Le gusta lo extremo?

R.- Iribarren y Wolf son poetas excelentes y pertenecen plenamente a la literatura, no a los extremos de la literatura. Hay, sí, hoy en día, otros poetas no exactamente populares pero muy popularizados, que practican el desahogo sentimental con gran éxito en blogs y librerías y copan las listas de los libros más vendidos.

Ellos son los que están en uno de los extremos de la literatura, si es que no se han caído ya de ella.

P.-Dejó de hablarse de escuelas poéticas, de la guerra de los poetas, ¿por qué?

R.- Hacia 1985 convivían en España cinco generaciones poéticas, desde la del 27 a la de los 80. Desde entonces y hasta ahora mismo, la poesía ha ido perdiendo visibilidad. En mi opinión, no solo porque han ido desapareciendo muchos más buenos poetas de los que han ido naciendo, sino también porque mucho de lo mejor no es hoy lo suficientemente leído y valorado.

No es algo que solo tenga que ver con la poesía o con España. Para comprobarlo, basta comparar lo que sucedió en la cultura española y en la europea entre 1900 y 1918 y lo que ha pasado entre 2000 y 2018.

P.- Existe la creencia de que a usted no le gustan las ferias, ni aunque sean del libro...

R.- Una extraña creencia, si es que existe. Pero sí que es verdad que las ferias que de verdad me gustan son las de libro viejo. Son las únicas en las que puede suceder un milagro.

P.- Una edición digital ha registrado más de 60.000 lecturas de una entrevista con usted. ¿A qué lo atribuye?

R.- Supongo que a que apareció en la revista “Jot Down” y fue reproducida por el diario “El País”... Pero también pudo ser pura casualidad.

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