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“El Barbero de Sevilla” llega sobre ruedas a la periferia romana

"El Barbero de Sevilla" llega sobre ruedas a la periferia romana

EFE

Roma —

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La Ópera de Roma se trasladó hoy a la periferia de la capital para representar una versión abreviada de “El Barbero de Sevilla” de Gioachino Rossini, escenificada sobre un camión ambulante e impregnada de una comicidad caricaturesca.

Tor Pignatara es uno de los barrios que conforman la a menudo descuidada periferia de la ciudad y el acto suscitó un gran interés entre sus vecinos, que llenaron la plaza en la que tuvo lugar la representación acudiendo incluso con sus propias sillas.

La llegada de este peculiar camión lírico fue vivida por los habitantes de la zona como un auténtico acontecimiento y ni siquiera la recientemente elegida alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, quiso perdérselo.

La regidora, recibida entre aplausos por sus vecinos, participó así en un acto singular en la agenda cultural de la capital y en un momento en el que desde la periferia romana llegan numerosas críticas y denuncias debido a su grave situación de degradación.

La suave noche romana acogió así una obra gratuita, pensada para seguir conmemorando los doscientos años del estreno de esta obra “rossiniana” en la “Ciudad Eterna” e ideada y dirigida por el italiano Fabion Cherstich.

El director apostó por una puesta en escena peculiar, habida cuenta de que se desarrolló a bordo de un camión con paredes móviles y trampillas con las que se recrearon las diferentes localizaciones en las que transcurre esta célebre pieza operística.

Cherstich se cuestiona en el libreto de la obra “cómo podría el teatro musical alcanzar un nuevo público, heterogéneo y no elitista”.

¿La respuesta? Sencillamente “poniéndole ruedas y llevándolo de plaza en plaza”, como una obra que viaja a bordo de un camión con su orquesta y su compañía de cantantes.

El resultado fue una obra muy visual, colorida, divertida, caracterizada por un potente cariz caricaturesco y con intérpretes jóvenes, ya que el mayor de ellos tiene tan solo 32 años.

En este sentido, el director propuso unos personajes muy expresivos, con grandes pelucones, rostros coloreados, ademanes hiperbólicos y dotados todos ellos de una gran sorna que suscitó las risas y el aplauso del público en numerosas ocasiones.

Todo para recrear la vieja historia de amor entre la bella Rosina, interpretada por la soprano israelí Reut Ventorero, y el Conde de Almaviva, a quien dio vida el italiano Manuel Amati.

Ambos ayudados por el peluquero y factótum Fígaro, en la piel del japonés Takahiro Shimotsuka, quien como dicta la propia obra, ayuda a los enamorados a esquivar al huraño y posesivo Don Bartolo, representado por el tenor español Abraham García González.

Los actores interactuaron con el propio camión, llegando incluso a ponerse al volante, y todos ellos dejaban entrever su propia psicología con su aspecto físico, como el servil Basilio, caracterizado como un reptil, pintado de verde y con una larga cola.

La obra concluye en boda y, tras la misma, el público, que no hizo más que aumentar durante la representación, rompió en “vivas” y en un aplauso que resonó en la plaza durante aproximadamente siete minutos.

Los actores celebraron el éxito cosechado agradeciendo al público su acogida y al final de la obra recibieron la enhorabuena de la alcaldesa, que se fotografió con la compañía entre las improvisadas bambalinas, detrás del camión.

El español Abraham García González (Mieres, 1983) reconoció en una conversación con Efe estar “feliz y contento” por haber actuado en la Ópera de Roma, aunque el escenario no haya sido el habitual de este templo de la lírica.

Para este joven tenor asturiano, que ha actuado como corista en la Ópera de Oviedo, el hecho de trasladar los clásicos de la lírica a los barrios es un hecho “obligatorio, justo y necesario”.

“El teatro es central, digamos que vive en el centro de las ciudades, y a veces, como ocurre con el desarrollo económico, olvidarnos de las periferias puede resultar el mismo problema que olvidarnos de las periferias en el desarrollo cultural”, opinó.

García González dijo que, en este sentido, la ópera “está llegando tarde a hacer este tipo de iniciativas que tendrían que haber sido hechas ya con antelación”.

“Que se hagan es justo y necesario, no podemos dormirnos en los laureles porque las zonas de inmigración, de estructura social no tan cohesionada, tienen las mismas necesidades de desarrollo económico que cultural”, afirmó.

Esta apuesta lírica sobre ruedas tendrá tres pases más en otros barrios romanos durante el mes de julio, los días 17, 20 y 21, y desde la Ópera de Roma invitan a sus habitantes a acudir, sin olvidarse eso sí de llevar sus sillas.

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