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Barenboim y la Staatsoper de Berlín celebran 275 años repasando su historia

Barenboim y la Staatsoper de Berlín celebran 275 años repasando su historia

EFE

Berlín —

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La Staatsoper de Berlín celebró hoy sus 275 años con un concierto dirigido por el argentino-israelí Daniel Barenboim y un programa que repasó buena parte de su historia, con el que reinició las actividades en la emblemática sede de la avenida Unter den Linden tras siete años de obras.

El concierto, al que asistió el expresidente alemán Joachim Gauck, fue desde el romanticismo, representado por “El Sueño de una noche de verano” de Felix Mendelsohn-Bartholdy (1809-1847), hasta la música contemporánea, con las “Notations” de Pierre Boulez (1925-2016), pasando por el modernismo de “Un héroe” de Richard Strauss (1864-1949).

La historia de la Staatsoper viene de más atrás, de la época del barroco, pero la elección de los tres compositores no fue aleatoria sino que estuvo relacionada estrechamente con ella, como explicó en su introducción al concierto el musicólogo Detlev Giese.

Strauss fue director musical de la Staatsoper durante dos décadas e influyó en la casa como director y como compositor. Mendelsohn Bartholdy desarrolló buena parte de su carrera musical cerca de la corte prusiana y Pierre Boulez fue nombrado director emérito en 2005.

El caso de Boulez, el más complejo de los tres compositores, es especial, puesto que colaboró estrechamente en diversos proyectos con Barenboim, que forma parte de la historia de la interpretación de las “Notations”.

El origen de las “Notations” se remonta, explicó Giese, a 1945 cuando Boulez, a los 20 años de edad, escribió doce piezas breves para piano, en total de diez minutos y con no más de doce compases cada una, en parte para tomarle el pelo a su profesor de composición.

Se trataba de una serie de obras minimalistas, cada una de ellas siguiendo un principio de composición, bien con la combinación de una serie de acordes o de una estructura rítmica determinada.

Las partituras desaparecieron durante años hasta que, un poco por casualidad, según Giese, reaparecieron a final de los años 70 y Boulez volvió a ocuparse de ellas, convirtiéndolas en piezas para orquesta a través de diversos desarrollos.

El propio Boulez, al explicar el proceso, decía que había seguido un sistema de “proliferación”, similar al que había utilizado Wagner, que había partido de temas que estaban en “El oro del Rhin” para desarrollarlos muchos años después en el “El crepúsculo de los dioses”.

En el resultado final, señaló Giese, la pieza original para piano no es evidentemente reconocible, pero está siempre en el núcleo de la composición para orquesta.

Barenboim, a partir de 1980, fue uno de los principales responsables de que las “Notations” para orquesta se convirtieran en parte de la programación de las salas de conciertos, pese a su dificultad.

Como director, en su cooperación con la Staatsoper, Boulez le había abierto a muchos músicos nuevos caminos para aproximarse a compositores como Gustav Mahler o Arnold Schönberg.

Inaugurada en 1742, la Staatsoper de Berlín fue uno de los proyectos claves de Federico El Grande para que la entonces capital prusiana dejará de ser un lugar marginal en la vida cultural europea y se convirtiera en uno de sus centros.

La larga remodelación de la histórica Staatsoper estuvo precedida por discusiones entre conceptos continuistas o proyectos más rupturistas.

“Esta casa ya está casi lista. Sólo faltan un par de enchufes”, bromeó hoy al abrir sus puertas el director general, Jürgen Flimm.

Barenboim consideró que no era preciso sujetarse a rajatabla al edificio original, ya que éste fue arrasado por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y reconstruido luego por las autoridades de la República Democrática Alemana (RDA).

El estricto respeto al patrimonio artístico no tenía demasiado sentido, ya que el edificio en pie no era de todos modos el original, sino un falso rococó de los años 50.

Las autoridades berlinesas impusieron el concepto continuista -entre otras cosas por razones presupuestarias- pero el maestro argentino-israelí logró al menos el objetivo de lograr la mejor acústica posible.

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