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Con Bryan Adams, el cielo es un lugar en la Navidad de Madrid

El cantante canadiense Bryan Adams.

EFE

Madrid —

A punto de cumplir 40 años de discos, el canadiense Bryan Adams ha vuelto a los escenarios españoles con su repertorio vitamínico y optimista por momentos, orgullosamente sensiblero en otros, a tiempo de prender los corazones y luces de esta Navidad y hacernos creer que el cielo es un lugar en la tierra.

La de esta noche ha sido la parada central de su largo periplo español de cinco conciertos dentro de la gira “Shine A Light” (Enciende una luz, en castellano), en un Wizink Center al que han asistido como colofón del Puente de la Constitución casi 15.000 personas, rozando el lleno, según cifras de la organización.

Tras su paso por Sevilla, Murcia y Madrid, a Adams (Kingston/Ontario, 1959) aún le quedarán importantes compromisos por estos lares en el BEC! (Bilbao Exhibition Center) este mismo martes y, sin tiempo para recuperar el aliento, en el Palau Sant Jordi de Barcelona el miércoles.

Como curiosidad cabe decir que hacía 23 años que no recalaba en el pabellón rey de la capital española, pues en sus últimas incursiones musicales, la última tres años atrás, se decantó por tocar en el más modesto Palacio Vistalegre frente a su irregular respuesta acústica.

Oportunidad esta pues para disfrutar de manera adecuada de la dimensión expansiva de cerca de una treintena de cortes que han sonado en dos horas de concierto, un repaso generoso a casi cuatro décadas de discografía hasta un par de apuntes de su más reciente álbum, “Shine a Light” (2019).

Entre medias, una vez más como columna vertebral, el ya emblemático “Reckless” (1984), el primero que lo hizo volar y del que han sonado media docena de cortes como “Heaven”, “It's only love” (sin Tina Turner a su lado) o, cómo no, “Summer of 69”.

No obstante, el escogido para abrir la noche ha sido uno de los más recientes, “The Last Night on Earth”, pasados 20 minutos del inicio previsto a las 21 horas y parapetado por una banda compuesta por Keith Scott (guitarra), Mickey Curry (batería), Gary Breit (teclados) y Solomon Walker (bajo).

Al frente, el rubio roquero canadiense, de negro y con camisa remangada, repeinado y aferrado a una de sus muchas guitarras, sonriente, haciendo valer la solidez de un repertorio que se ha sobrepuesto al tiempo, a las críticas por cierta falta de riesgo o por parecidos con otras figuras del momento (especialmente Springsteen).

Pero resulta que poco a poco y separando la paja del trigo, se ha juntado Adams con un puñado de canciones que, escuchadas en batería, dan pruebas innegables de su acierto con el gancho melódico, tanto en los cortes más enérgicos y guitarreros como en las baladas.

Han bastado dos clásicos para poner el concierto en órbita, “Can't Stop This Thing We Started” y “Run to you”, al que ha seguido un auditorio iluminado como un árbol de Navidad con “Shine A Light” y la estremecedora “Heaven”, más que nunca un canto al espíritu de esta época, naif y ensoñador, para marcar uno de los primeros clímax de la velada.

“Hola, Madrid, me llamo Bryan”, ha dicho en español entre las risas del público, en un alarde de esa modestia que se le presupone y lo convierte en un roquero de andar por casa, lejos del estereotipo de estrella, pero con una garganta difícil de eclipsar pese a sus 60 años.

Con esa simpatía que le lleva a simular un twerking, los roqueros que disfrutan primero de la cruda “Go Down Rockin'”, pueden perdonarle después sus devaneos con la modernidad en “Cloud #9” o con el flamenco en la un tanto hortera “Have You Ever Really Loved a Woman”, la que grabara con el recordado Paco de Lucía (“¡Muchas gracias, Paco!”, ha exclamado).

Dieciséis semanas estuvo en el número 1 “(Everything I Do) I Do It for You”, pero escuchada esta noche sin el peso de la sobresaturación, vuelven a entenderse las razones del éxito y vuelve a asomar la lágrima como el primer día, bajo un techo de luces casi a ras de escenario cuyo coste se justifica casi solo por arropar este momentazo a mitad del concierto.

Aún quedaba mucho en un show en el que en acústico es interpretada “When You're Gone” sin Melanie C, en el que “Back To You” despega y en el que se invita a un espontáneo (de nombre Jorge) a cumplir su deseo de quemar la guitarra junto a su ídolo en “The Only Thing That Looks Good on Me Is You”.

No han dejado de sonar “Cuts Like A Knife” o “18 Til I Die” y, por voluntad del público presente, tampoco “House Arrest”, “There Will Be Another Tonight” y “Lonely Nights”, una canción de “casi 40 años de antigüedad” incluida en su segundo disco y que el propio artista se ha sorprendido de que fuese conocida por su joven peticionaria.

“Debes ser muy romántico, ¿ella es tu novia o es tu hija?”, le ha indicado con humor a uno de los seguidores que le ha llevado a cantar “Please Forgive Me”, colofón previo a la inevitable “Summer of 69”, a su riff contagioso, vigoroso, eufórico, un puente al despertar sexual y a la confianza en un mundo promiso.

Cuando parecía que no podía ofrecer más, para los bises se ha reservado cartas como “Somebody”, una versión del “I Fought The Law” de The Crickets y otra de “Whiskey In The Jar” de Metallica. También “Straight From The Heart”, compuesta cuando tenía 18 años, “When You Love Someone” y, de remate, la comunal “All For Love” que gestó junto a Sting y Rod Stewart para hacer de esta una noche para recordar.

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