Carmelo Gómez y Ana Torrent estrenan una obra de Alberto Conejero en Las Palmas

Los actores Carmelo Gómez y Ana Torrent estrenarán mañana, viernes, en el teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria la obra de Alberto Conejero “Todas las noches de un día”, una historia de amor entre dos personas incapaces de amar, con algo de tratado de botánica y bañada de misterio.

En una rueda de prensa, Conejero ha expresado hoy su satisfacción por el estreno de este montaje, por tratarse de un texto contemporáneo y poético con elementos de “thriller”, que, además, encarnan “dos potencias y talentos” de la interpretación que, a su juicio, a hacer realidad su sueño como escritor.

La obra narra la historia del jardinero Samuel (Carmelo Gómez), que se afana por conservar el invernadero de la vivienda de Silvia (Ana Torrent) tras la misteriosa desaparición de esta.

Conejero, que ha reconocido que está nervioso por el estreno, ha dicho que se trata de “casi un sortilegio poético” que quiere destripar muchas historias“, a las que se han entregado de manera ”soberbia“ los dos protagonistas, para los que parece que escribió esta obra de ”claroscuros“ que explora ”nuestros sueños y fantasmas“.

Su director, Luis Luque, que dirige por primera vez en Canarias, en donde hasta ahora había trabajado como ayudante de dirección, ha manifestado que se trata de un “texto muy querido” por él, que será apreciado por el público “sabio” y “apasionado” del Cuyás, que sabe diferenciar la calidad.

En cuanto a la obra, ha explicado que su puesta en escena que está a la altura del texto.

Sus protagonistas han coincidido en que se trata de una interpretación difícil y compleja, pero han discrepado sobre sus personajes, ya que Gómez ve a Samuel y Silvia como dos personas con “una capacidad de amar extraordinaria”, que hace que no encuentren el camino para llevar a cabo su pasión, y Torrent, sin embargo, no los encuentra tan capaces de amar.

“Al mundo le hace falta mucha poesía”, ha asegurado Conejero, quien ha sostenido que su texto tiene que llegar al espectador por la razón, pero hay que dejarse llevar por el mismo.