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Caruaru: pólvora, maíz asado y danza en la mayor fiesta de San Juan del mundo

Caruaru: pólvora, maíz asado y danza en la mayor fiesta de San Juan del mundo

EFE

Caruaru (Brasil) —

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El olor a pólvora, el sabor del maíz asado y el sonido de las tradicionales bandas de pífanos atraen todos los años a millones de personas a la ciudad de Caruaru, en el nordeste de Brasil, para celebrar durante dos meses la considerada mayor fiesta de San Juan del mundo.

Esta localidad situada en el corazón del estado de Pernambuco, unos 130 kilómetros de distancia de la costera Recife, se transforma por completo entre mayo y julio para dar paso a una explosión cultural y artística que, como el Carnaval, es un reflejo más de la jovialidad del pueblo brasileño.

Los banderines de colores copan el cielo de sus calles; la música “forró” -típica de la región con el acordeón, el tambor y el triángulo como base de la melodía- marca el ritmo de las cuadrillas de bailarines; y las tropas de “bacamarteiros” disparan al aire en medio de la noche en una liturgia que data de finales del siglo XIX.

El sonido del bacamarte, un arma de fuego de cañón ancho que funciona con pólvora seca, es tan ensordecedor como mágico. Todo complementado con el calor de las hogueras y las célebres comidas gigantes, como cuscús o bizcocho de maíz de dimensiones superlativas.

Son las llamadas “fiestas juninas”, las terceras en importancia en Brasil tras el Carnaval y Año Nuevo y que marcan el inicio de la colecta del maíz.

Aunque el 24 de junio es oficialmente el día de San Juan, Caruaru homenajea a este santo con un increíble entusiasmo. Le dedica una programación especial que comenzó el 18 de mayo y que se prolongará hasta el próximo 14 de julio.

Casi dos meses de celebración con 500 atracciones artísticas para los que se espera el movimiento de cerca de 200 millones de reales (unos 51,5 millones de dólares) y la asistencia de unas dos millones de personas, cuando su población habitual es de 350.000 habitantes.

El denominado “Pátio do Forró” alberga un enorme escenario, donde se presentan grandes conciertos de reconocidos cantantes brasileños, como Alceu Valença, en los que no cabe ni un solo alfiler durante los fines de semana.

“Las fiestas de San Juan están íntimamente relacionadas con la identidad cultural nordestina. Reflejan lo que somos, todo el mundo está alegre y los que trabajan fuera vuelven para reencontrarse con sus familias, sentarse alrededor de la hoguera y comer alguna comida de maíz”, afirma a Efe la alcaldesa de Caruaru, Raquel Lyra.

Este año la principal novedad es la creación de una docena polos culturales en las comunidades rurales de alrededor de Caruaru, donde se encuentran las raíces de la fiesta, como es el caso de Vila do Juá.

Allí no hace falta recrear la plaza central, rodeada de humildes casas de una planta y con la iglesia como punto central porque así son estas pequeñas aldeas de calzadas empedradas próximas a la ciudad.

Los vecinos de Vila do Juá han sacado sus casas a la calle para la ocasión y se han puesto a bailar “forró” con pasión y una alegría contagiosa. No importa la edad, ni la hora, solo danzar hasta que no puedan más los pies.

Con los disparos de los “bacamarteiros” de fondo, una cuadrilla junina con sus trajes brillantes presenta una coreografía para la que han trabajado durante meses.

Esa danza surgió en París en el siglo XVIII, y se popularizó en Brasil a lo largo del XIX, primero en los ambientes aristocráticos y después el pueblo se la apropió incorporando elementos de otras manifestaciones artísticas brasileñas.

Mientras la cuadrilla sigue el compás del “marcador”, que guía la coreografía, María do Carmo da Silva, de 52 años, y su marido, Joao Manuel da Silva, de 60 y agricultor jubilado, bailan pegados con la pasión del adolescente recién enamorado.

“Aprendí a bailar aquí con el Joao”, dice María, que aún trabaja como costurera en su casa. Su marido muestra unas manos agrietadas de décadas de trabajo rural. Ambos nacieron y se criaron en Juá y esperan San Juan como agua de mayo todos los años.

A pocos metros, Márcia Ferrera, de 59 años, vende petardos en un puesto. Es su primer año al frente de este modesto negocio. Los jóvenes, los más interesados en sus productos.

“Está siendo una fiesta maravillosa”, comenta Márcia, quien recordó con afecto la visita de la alcaldesa, que le ha prometido, dice, que asfaltará la zona en la que vive.

“Brasil tiene un riqueza cultural increíble y precisamos de hecho decir que nuestro Carnaval es muy importante, pero somos más que el Carnaval. En todas las regiones de nuestro país hay manifestaciones culturales muy ricas y aquí en Caruaru se ven todos los lenguajes de la cultura popular”, concluye con orgullo la alcaldesa Lyra.

Carlos Meneses Sánchez

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